30. Hong Kong-Macao-Shanghái. 2018. 2 de abril, Lunes de Pascua. Decimocuarto día de viaje. Macao, día 1. Segunda parte.

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Y ya aposentados en el hotel nos lanzamos a la conquista de Macao donde estaremos 6 noches, así que lo primero de todo es cambiar y, como en Hong Kong, hoy también están los bancos cerrados por lo que vamos a una casa de cambios: el peor cambio de toda la ciudad como luego comprobaré al pasar por delante de otras.

NB.

Sí, ya sé que esta fotografía es un mal juego de homonimia, pero es que no tengo ninguna de «banco de pasta».

Al buscar la foto he encontrado la crónica de ese día, la vuelvo a leer   y me quedo impresionado de lo imprudente que se puede llegar a ser. ¡Qué mayor me he hecho!

Te dejo el enlace, así como el de las fotos de ese día, porque en aquella crónicas no las incluía.

Así que ya tenemos unas cuantas “patacas”, aunque luego comprobaré que a mucha gente le gusta más decir “Macau dólar” que “pataca”, si bien su nombre oficial es este último y las siglas son MOP.

Y con dinero nos vamos a buscar un restaurante para comer, pues ya se nos han hecho las 4 de la tarde. Y después de la profusión de restaurantes y otros establecimientos callejeros de comida de Hong Kong aquí no encontramos nada, o están cerrados, o no hay nadie o la información de la calle sobre lo que se puede comer solo está en chino.


Llegamos hasta la oficina de turismo y nos recomiendan que vayamos la calle de “la felicidade”. Porque aquí todos los nombres de las calles están en portugués con bonitos azulejos blancos y azules. El problema es que muchos habitantes de esta ciudad deben conocer solo el nombre chino y no te entienden la pregunta aunque estés en esa calle y le preguntes a uno que vive allí.

Y empiezo a ver las grandes diferencias con Hong Kong:
1. Se ven policías y todos son jóvenes, delgados y amables.
2. Los letreros de algunos establecimientos tienen nombres muy graciosos para nosotros como por ejemplo “Marisco Seco” u “Hospedaria”.

3. Hay muchas motos, sobre todo aparcadas.


4. No vemos (o no hay) apenas coches deportivos y superlujosos.
5. Hay pasos cebra y generalmente los respetan.

Al final encontramos un pequeño restaurante y no supimos acertar con los platos con lo que la primera comida, que era ya una cena,  no resultó ser demasiado gratificante.


Sobre los policías.

La diferencia no es con Hong Kong realmente, pues allí apenas vimos 2 ó 3 policías y no me percaté de su aspecto. Aquí dentro de su dotación llevan una botella de agua. ¿Tú has visto a algún policía español con este aditamento tan necesario? Pues quizás es que aquí no puedan entrar en bares y tabernas en horas de servicio.


Y precisamente un policía jovencito de la “calle de la felicidad” nos indica que en un callejón que sale de allí, “Beco da Felicidade”,  hay un pequeño museo aunque quizás esté cerrado. La verdad es que no sé porqué nos dijo aquello, pues no le habíamos preguntado nada, pero quizás sintió pena de ver a aquellos abuelitos un tanto despistados.


Y resultó un acierto. El posible museo estaba cerrado y no sé siquiera si lo era, pues no había ninguna indicación en la calle, pero Marisa se hinchó de hacer fotos en aquel entorno tan decrépito.


NB.
Decrépito. Es curiosa esta palabra porque me sale la palabra francesa y luego tengo que buscarla en el diccionario. Debe ser un problema de las sinapsis neuronales: se me ha roto la comunicación y solo me sale una de las dos palabras. Y situación semejante me ocurre ahora con mucha frecuencia con los sinónimos. Pero me parece que es el mismo síntoma.

En la misma callejuela un extraño letrero de Caritas. Como está en chino, excepto esa palabra, ni idea de lo que piden o dicen.


Regresamos a la calle de la Felicidad y charlamos con una joven y guapa portuguesa que iba con una amiga austríaca. Estaba dando clases de portugués, pues nos explicó que en Macao lo necesitan en los organismos oficiales.
Una conversación muy interesante.

Más tarde ya encontramos restaurantes abiertos con gente en ellos y es que antes debimos buscarlos en las horas que iban entre el final de la comida y el comienzo de la cena.


Otra novedad de esta ciudad es que no he visto en mi vida, ni creo que haya otra igual con tantas joyerías. Una detrás de otra y con sus escaparates con tanto oro que te dañan la vista.


La portuguesa nos explicó que una de las joyas con más éxito son unos colgantes (horribles) con cerdos, pues este animal es signo de fertilidad.
Y todas las joyerías, con todos sus oros sin ninguna seguridad especial por lo menos a la vista.

Otra singularidad es la cantidad de farmacias. También sin comparación con ninguna otra ciudad.
Finalmente las tiendas con aletas de tiburón: todos tiburones de los mares esquilmados acaban aquí. Que no te lo puedes imaginar.


Volviendo al hotel se nos ha hecho de noche y las luces de los hoteles-casino son otro espectáculo increíble.

PS
La guía recomienda el “Macau Pass” para moverte con autobuses y minibuses (no hay metro) por la ciudad pues hay que pagar el importe exacto y es variable en función del recorrido y del autobús, pero la joven de la oficina de turismo nos dijo que no, que para nosotros no nos salía a cuenta, así que veremos cómo nos movemos por aquí.

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