Pues ya estamos en Semana Santa.
¿Cómo se nota esto en el lejano oriente? Pues porque hoy han aparecido turistas españoles; quizás los había la semana pasada pero da la casualidad que hoy ha sido cuando los he visto. Además todos eran bastante uniformes: familias de padres de alrededor de 60 años, pero no jubilados, con hijos de 20. Todos con aspecto burgués. Y ningún grupo. Vaya, quizás los haya, pero el recorrido de hoy no era el más adecuado para un turismo de esas características. O que los grupos no vienen a esta ciudad.
A diferencia de los días pasados hoy no hemos tenido ningún pinchazo. Bueno, uno, pero tan pequeño que ni se ha notado: la antigua sede central de la policía de Hong Kong. Es un edificio de finales del XIX que está en plena remodelación y totalmente rodeado de obras.
Hemos comenzado el día con una visita de reconocimiento, vaya como los exploradores antiguos antes de lanzarse a la aventura.
Queremos ir a Macao y la forma de llegar hasta allí desde Hong Kong es en barco. Hay dos lugares de salida y dos de llegada. Tenía pensado salir desde el embarcadero más cercano a nuestro alojamiento, pero una joven de la recepción me dijo anoche que era más fácil llegar al embarcadero más lejano, pues hay una estación de metro allí mismo, así que hemos ido a ver como se puede llegar y las barreras arquitectónicas (los años no pasan en balde) que nos podemos encontrar. Y realmente ha sido fácil y hemos tomado nota de los obstáculos. Y además hemos comprobado que podemos pagar el billete con tarjeta, pues aunque parezca mentira esta ciudad no está demasiado “tarjetizada”. Claro que puedes pagar con ella un café en McDonald, pero no pudimos pagar el billete de tren para ir a Shanghái, ni la tasa del visado para China. Y desde luego ningún restaurante “popular” las admite.
Una observación práctica por si quieres ir a Macao: solo admiten venta anticipada con dos días de antelación, aunque imagino que este tipo de normas pueden variar de un día para otro.
Desde allí nos dirigimos a la búsqueda del templo de Man Mo, nuestro principal destino turístico del día.
Pues mira que es fácil decir y entender “Man Mo”, pues algunos no nos han entendido. El más simpático y avezado me ha explicado que mi “Mo”, no era exactamente como el “Mo” que debía ser. Y es que esto de los idiomas monosilábicos es la leche. En Vietnam había una palabra (monosílaba, por supuesto) que tenía como 20 significados diferentes y muy distintos.
Pero hemos llegado.
Este templo de Man Mo está dedicado realmente a dos dioses: Man Cheong, el dios de la literatura, y Mo, el dios de las artes marciales, que en otros sitios lo llaman el dios de la guerra.
El conjunto está formado por tres edificios: el templo propiamente dicho de Man Mo, el Lit Shing Kung para rezar a todos los dioses chinos y el Kung Sor un lugar para tratar los asuntos relacionados con la comunidad china de este barrio en la época colonial.
Todo fue construido a mitad del XIX con aportaciones de ricos comerciantes chinos.
Y como en los templos de ayer a estos fieles les encanta quemar las barritas de…pues no sé de qué son porque le llaman “incienso”, pero son de otra cosa, y el interior es una verdadera cámara de ahumado.
Hay un trabajo angelical del que creo que ya he hablado en alguna otra ocasión y que me encanta: el ángel turiferario.
Pues aquí tendrían trabajo varias cohortes de ellos. Por cierto, ¿los ángeles se organizan en cohortes o solo los arcángeles? Quizás los ángeles sean más tipo “peón celestial” y se organicen en “brigadas” como los paracaidistas o los trabajadores municipales.
Total, que aquello está lleno de humo.
Y en todos los templos hay gente que intenta conocer su futuro y aquí lo hacen sacando unos palitos de una caja de madera. Lo hacen sacudiendo la caja repetidamente hasta que cae un palito. Eso produce un ruido especial tipo “cloc, cloc, cloc,…” que depende del fiel y de la prisa que tenga para saber que le pasará. Creo que se podría hacer una tesis doctoral sobre ello.
Pues sacan el palito, lo leen y apuntan en un papel el resultado. Y vuelta a empezar. No he logrado saber ni cuantos palitos hay que sacar, ni qué hacen luego con lo apuntado.
Marisa se ha hinchado de hacer fotos en aquel ambiente tan especial.
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