Pocas personas quedan en las ciudades que sepan decir con precisión de más menos diez minutos ahora es mediodia. Somos tan simbólicos que decimos con convencimiento, nos dan una hora o nos quitan una hora, los días de cambio horario de otoño o primavera porque nuestra conducta se amolda al momento que marca un reloj, creación simbólica humana donde las haya. Importante y fructífera, pero humana.
Así que nadie nos puede dar o quitar una hora porque el tiempo existe sin nosotros como existía cuando nuestros abuelos, no sometidos al cambio horario, teórico ahorrador de energía, sabían cuando era mediodía, cuando el sol culmina.
El sol, sin nosotros, culmina todos los días.