En Doha control de equipajes de nuevo y a la sala de embarque a esperar.
Generalmente se sube al avión en función de la situación de tu asiento, además de los “privilegios” de la clase “business” y de los paralíticos, impedidos y familias con niños. Así los billetes están clasificados en 3 ó 4 zonas diferentes y llaman para embarcar primero a los situados más en la cola y así sucesivamente. Pues hoy y aquí no: todos los “económicos” juntos. Formamos una larga cola que da varias vueltas. Y así descubro a “nuestra” coreana que está en la cola hablando con otra compatriota. No la había visto en este aeropuerto pero le había dicho que en Madrid nos encontraríamos y le ayudaríamos para ir hasta el centro. La saludo con la mano y a mi efusivo gesto me responde con menos de media sonrisa y ni levanta la mano. Y de verdad que me quedo bastante jodido. Yo queriendo ayudarla y ella con ese desdén. Claro, ya ha encontrado a alguien que le ayude. Se lo digo a Marisa y me dice que es que los orientales son difíciles de entender. Luego cuando pasa a nuestro lado camino de su asiento con su nueva amiga ni nos dirige una mirada. Y cuando la bondad se ve recompensada de esa manera te deja triste y pensativo. ¡Estos orientales!
A los 5 minutos veo a “mi” coreana sentándose media docena de filas delante de nosotros. La de “verdad”. Y es que la otra se le parecía mucho. O es aquello del eurocentrismo de que “todos los chinos son iguales”. Pobre chica, yo criticándola y me había equivocado. Cuando más tarde paso por donde está ella le digo que nos veremos en Madrid y me responde con una gran sonrisa.
De Doha a Madrid hay 5335 km que los haremos en 7 horas, habiendo solo una hora de diferencia.
En la megafonía “les habla el capitán Maldonado”. Luego en inglés otro, o el mismo, no sé, dice que nos habla el “commandant Sunay”. ¿Pero cuánta gente manda en este avión? Porque no creo que Maldonado se llame Sunay de nombre. Se lo he querido preguntar todo el vuelo a una azafata pero no he podido. Por cierto que la “nuestra” era la más guapa de la tripulación, era filipina y se llamaba Alicia Teresa. Otra curiosidad del personal: en la cola del avión estaba un azafato festejando con una azafata. La primera vez que veo algo así. Pero estaban en plan casto: solo se miraban a los ojos y se cogían las manos. Como unos adolescentes. ¡Qué bonito! Cuando riñan (que reñirán) será un infierno si les toca el mismo vuelo.
Ahora: “El pesado del 27A pide otro vaso de zumo”. “Ya voy yo, mi amor, tú sigue sentada contemplando el mar de nubes sobre el ocaso de Catay”.
Después: “El agradable señor del 27A pide que por favor se le lleve un vaso de agua”. “Pues si quieres y es tan simpático se la llevas tú, que estás todo el vuelo mirándo por la ventanilla las jodidas nubes”.
Ya se sabe, cosas del amor.
Llegamos a Madrid, pasamos los controles y esperamos a la coreana. En la cinta de recogida de equipajes anuncia un retraso en la entrega. Veo a la otra coreana, a la malvada y desdeñosa, y me dan ganas de explicarle lo del saludo afectuoso, pero Marisa no me deja.
La nuestra nos dice donde quiere ir, a Sol, pues su piso está cerca. Y todavía nos da más pena pensar en aquella paloma metiéndose en esas calles del centro de Madrid.
Pregunto en una oficina de turismo que hay al lado de las cintas del equipaje y ya tienen preparada la respuesta: con el tren o con el metro. Y te das cuenta lo difícil que es para un extranjero sacar un billete estando las dos estaciones una al lado de la otra y con máquinas expendedoras de billetes que no me fijé si tienen instrucciones en inglés, pero con dos diferentes pantallas. La del billete grande y clara y la de la tarjeta de crédito, pequeña, muy pequeña. Además piensa que en Corea con la misma tarjeta viajas en metro y autobuses urbanos por todo el país.
Y nada más entrar en Madrid ya te encuentras con todas las paredes del recorrido llenas de pintadas. ¡Qué rabia y qué pena!
Ella se baja en Nuevos Ministerios y nosotros seguimos el viaje hacia el profundo sur, pues esta vez nuestro hijo no ha venido a buscarnos: está gozando del Mediterráneo en esta Semana Santa primaveral.
Fin del viaje.
Resumen apresurado.
Lo mejor la gente. No es que fuesen los más simpáticos el mundo, pero sí lo que más nos han ayudado en todas las circunstancias. Y además ayuda con resultados. O sea, eficaz.
La abundancia y limpieza de los servicios públicos.
La comida. (Marisa no sé si estará de acuerdo conmigo).
Templos en lugares casi mágicos.
Seúl y su arquitectura increíble, como el Dongdaemun Design Plaza.
Los mercados, especialmente los de pescado.
Y como turista habitual, la seguridad que hay en todo el país y que sientes en todo lugar y circunstancia. Vaya, es tan seguro, que ni siquiera te das cuenta de que lo es.
Y finalmente, como acompañante de fotógrafa, la facilidad que hay en este país para tomar fotografías.
Y no digo nada de lo guapos que son ellas y ellos porque creo que eso se refleja en los comentarios de mis relatos.
Ya solo quedan las crónicas finales que seguirán estos días y una información sobre las fotografías de Marisa.
Una observación antes del tema fotográfico: algunas de las fotos no tienen ningún interés artístico ni social, pero están en Flickr porque las necesitaba yo para ilustrar estas crónicas. O sea, no digas: “Vaya tontada de foto”. Que tiene una explicación.
Fotografías.
Todas las publicadas de este viaje están ya en Flickr como siempre. Y también como siempre os doy los consejos para acceder a ellas.
El conjunto general de todas las fotos está en este enlace.
Aquí aparecen en el orden en que han sido cargadas, por lo tanto sin ningún orden, aunque a veces sean del mismo tema.
Las fotos están organizadas en álbumes. Se pueden acceder a ellos con este enlace.
Estos álbumes aparecen en el orden en que se cargaron. Dentro de cada álbum aparecen las fotos relacionadas con su título.
Hay algunos álbumes con nombres extraños (no de lugares geográficos) como “Photoset 20” ó “001” que contienen fotografías sin ninguna relación. Es que los crea el programa de carga de las fotos y Marisa los borra de vez en cuando, pues esas fotos están en sus correspondientes álbumes.
Algunos de estos álbumes están agrupados en colecciones que a su vez se agrupan en otras colecciones. Se pueden acceder a ellas con este enlace.
Así hay una colección con todas las fotos de los viajes aquí.
Y la colección de los álbumes de las fotos de Corea están en este enlace.
La forma de ver las fotos si no conoces Flickr:
Colocando el cursor sobre cualquiera de ellas aparecerá el nombre de esa foto con alguna breve descripción.
Si haces click con el ratón encima de cualquiera de las fotos te aparecerá solamente esa foto en pantalla y con dos flechas de navegación a derecha e izquierda que permiten avanzar o retroceder en el pase de las fotos de ese álbum.
Si se hace click en una pequeña flecha en sentido diagonal que hay en la parte inferior derecha de la foto se ve ésta con mayor tamaño. Recomiendo esta opción aunque dependiendo del tamaño de la foto puede tardar algún segundo más el mostrarse con total definición en la pantalla.
Descarga de fotos. Para descargar una foto hay que hacer click sobre un icono con una flecha y un guión debajo que está situado en la parte inferior derecha (cuando no está en modo expandido). Entonces te sale un desplegable para que selecciones el tamaño, le das al “descargar” y la foto se te descargará en el lugar que habitualmente tengas marcado para este fin.
Al acabar de escribir esta larga disertación sobre las fotografías me percato que es la crónica con menos fotos de todo el viaje.
Etiquetas: Corea