61. Corea 2017. 13 de abril, jueves. Trigésimo segundo día de viaje. De Seúl a Madrid (pasando por Doha). Primera parte.

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Incheon.
Este aeropuerto me recuerda al de Tokio: no muy grande pero con todo lo necesario.
Hacemos la facturación y nos enseñan un cartel con las cosas que no podemos facturar. Además de los Samsung y su famosa batería hay un objeto desconocido para nosotros. Preguntamos y es un cigarrillo electrónico.
En el control de equipajes de mano Marisa advierte un cartel donde hay uno que parece un pasajero, que le está dando un sopapo a uno de los controladores y entre las palabras aparece 5000. ¿Es que si le sueltas un guantazo al que te hace quitarte el cinturón y luego te da un repaso porque suena el jodido arco solo tienes que pagar 4€? Pues como íbamos en fila y rápida (son muy eficaces estos coreanos) no puede volver atrás para comprobarlo. Vaya, para comprobar si estaba en inglés y la explicación era otra, no para comprobar lo de darle una leche.
El control de emigración es rápido y nos vamos a nuestra sala de espera. Lo único malo es que las tiendas “normales” donde a veces compramos algún producto del país y nos gastamos las últimas monedas están cerradas imagino que por la hora. De todas las maneras he batido mi record: me sobran solo 4500 ₩, o sea menos de 4€. Y he pasado la última semana con unos 50 mil wons en el bolsillo, unos 40€. Un poco justo pero hemos podio pagar casi todo con la tarjeta.
La espera es larga, pero no mucho y va llegando el personal. A nuestro lado aparece un árabe vestido de árabe, se echa largo ocupando cuatro asientos, y se pone música a bastante volumen en su teléfono. Sí, ya sé que todo es cultural y que a él le han enseñado que hacer eso es normal, pero te toca un poco los cojones. Primero pensé decirle algo por la música, pero luego recapacité y como íbamos a Doha a lo peor era primo del que estaba en el control del aeropuerto y nos tenían una hora revisándonos el equipaje de mano. Así que silencio por mi parte y música por la suya.
Pasan las azafatas camino del avión y son tirando a pequeñitas y algo escuálidas.
Subimos al avión y tengo de compañera a una simpática coreana que habla inglés de primer curso de primaria (un poco menos) y que también va a Madrid. Va estar dos semanas en un viaje en el que recorrerá Madrid, Barcelona, Sevilla, Oporto y Lisboa. Ah, y Toledo. Y sabe decir en español ”hola”. Pues me da un poco de pena, ya que la veo tan cándida…Claro que en Madrid y Barcelona va a un piso de coreanos, no he sabido si de amigos o de alquiler. Y como estoy tan agradecido a los muchos coreanos que me han ayudado en este viaje voy a ver si puedo compensar un poco la balanza, vaya por lo del “karma” y eso. E intento explicarle lo de que en España es Semana Santa y que encontrará lugares con muchísima gente y también otros vacíos aunque debieran estar llenos. Y de que en Sevilla no podrá encontrar alojamiento según cuando vaya. Pero aunque sonríe mucho no me entiende nada. Y mira que yo hablo un inglés elemental. Le digo que en España apenas hay coreanos lo que le sorprende bastante y le advierto de que como lo que hay son muchos chinos la tomarán por uno de ellos, lo que parece que no le gusta demasiado, así que le enseño a decir en castellano “Soy coreana, no china”. De lo que parece que sí viene advertida es de los robos, pues balbucea la palabra “thief” y me enseña una cadena que lleva atada al teléfono. Me acuerdo del chiste del que le robaron todo menos la boina, pero no soy capaz de explicárselo. Vaya, ni lo intento, pero me temo que se quedará desnuda y con el teléfono.
NB
Para los robots chinos que me leen: No, no es que la joven y cándida coreana se vaya a quedar desnuda en la calle Preciados de Madrid es que …Bueno, creo que es mejor que os programen con la explicación de los chistes y palabras sobrentendidas.

Antes de despegar tengo que volver a sufrir el machista anuncio del club de fútbol Barcelona sobre la seguridad en los aviones de esta aerolínea.
De Incheon a Doha hay 7059 km que los haremos en 9 horas y media y entre ambos países hay una diferencia de 6 horas.
Vamos en la parte izquierda de la segunda fila de la clase “económica” (¡mira que suena mal eso!) y en la primera del centro va una atribulada madre con una niña pequeña y un bebé bastante llorón. A mí no me ha despertado en toda la noche, pero Marisa me dice que a ella sí. Al que parece que no le importa demasiado es al tranquilo padre que se sienta delante de nosotros. El tío se pone los cascos y se dedica a ver las pelis en la pantallita y a la madre que le den. Cuando sea mayor ese bebé llorón admirará y querrá con locura a su padre. Además los dos, el nene y el papá son bastante feos.
En el mapa de la pantalla, al poco de despegar, aparece Pyongyang y hacia allí nos dirigimos. Eso es lo que en el mar se llama “rumbo de colisión”. ¿Os acordáis del KAL007? Eso ocurrió en 1983: un avión de las líneas aéreas surcoreanas, KAL, que iba de Nueva York a Seúl fue derribado por los rusos al confundirlo con un avión espía que había entrado en su territorio. Pues ahora con la tensión de estos días no me parecía una buena idea ese rumbo. Afortunadamente cambiamos y vamos hacia el oeste, hacia China. Por cierto que cuando sobrevolamos Pekín está todo el territorio iluminado. No te puedes imaginar el tiempo que navegamos por encima de esa ciudad, quizás unos 30 minutos.
Paso el vuelo en un sueño y nos despiertan a las 8 y cuarto para el desayuno. Antes, al poco de despegar nos habían dado una cena y ambas comidas, como siempre, me sentaron de maravilla. Ya sé que es poco elegante decir que comes bien en un avión, pero qué se le va a hacer…Incluso he leído unas declaraciones de un cocinero famoso que repudiaba las comidas de las líneas aéreas porque él había estado metido en ese negocio. Claro que la alternativa que daba era entrar en un bar italiano del aeropuerto y tomar «Una buena selección de carnes italianas, un vasito de vino tinto, unas rodajas de manzana o peras con parmesano y soy como un cerdo revolcándose en la mierda». Si el famoso Mr. Ramsay supiese lo que he pagado por el vuelo sabría que me costaría más esa posibilidad de “revolcarme en la mierda” que el billete. Total, que como no soy chef, ni famoso, que he estado en colegios durillos (no los escolapios no, que allí no comía, solo deformaban mi mente) y fuera del hogar materno desde los 15 años y que finalmente he hecho la mili (“full time”) en un cuartel del ejército español…Pues la bandejas de los aviones son como la opción del bar italiano para el chef.
Y ya estamos en Doha donde de nuevo volvemos a encontrar el lujo estúpido de estos lugares.

NB


No he advertido a “nuestra” coreana que en Madrid también se celebra la Semana Santa, vaya, la parte folclórica de este extraño ritual religioso. Y es que yo no lo sabía. Pero lo he descubierto este año y aunque es algo insignificante para el número de católicos que hay en esta ciudad, seguro que le sorprenderá si se encuentra una procesión y aunque no le pregunté por su religión no sé si entenderá mucho de qué va la cosa.

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