47. Corea 2017. 6 de abril, jueves. Vigésimo quinto día de viaje. Seúl, día primero. Tercera parte.

by

De nuevo en el metro nos vamos a nuestra segunda cita turística: un paseo por el barrio de Bukchon.
Camino de ese barrio entramos a tomar un café en un lugar situado frente a un gran edificio de la policía. Lo primero que me ha sorprendido en este país con respecto a “los cuerpos y las fuerzas de seguridad del estado”, como repetidamente llaman a la policía en los medios de comunicación españoles, es que no ves a uno por la calle. Ni a uno. Solo a veces a algún coche en alguna gran ciudad y algún otro, pero raramente, dirigiendo el tráfico. Lo segundo ha sido que en la puerta de esa comisaría (o lo que fuese) había un par de guardias tirando a canijos que parecían más bien porteros, que por no llevar, no llevaban ni una porra. Nada que ver con los “robocops” nuestros. Pero sí he visto a bastantes militares, vaya a soldados en uniforme de campaña en el metro y estaciones de autobuses. Por supuesto sin armas.
Pasamos por delante de una panadería y el escaparate muestra todos sus productos de una forma primorosa. Más que una panadería parece una joyería. Claro, que a lo peor también los precios se parecen más a los de esta última.


Antes de llegar a Bukchon ya vemos a alguna joven disfrazada de antigua y es que es una zona muy turística y al personal les gusta parecer otro.


Por si te interesa: 2 algo cuestan 10 mil wons y 4 algo 15 mil. Imagino que esa unidad desconocida serán “horas”. Y esto tiene un premio: si vas disfrazado de “hanbok” entras gratis en los palacios reales. Que creo que sale a cuenta, así que quizás me lo piense cuando haga esa visita. Además, a mis seres queridos les encantará verme de esa guisa.


La guía recomienda un recorrido a pie de dos horas de duración de 3 km y que lo hagas fuera de las horas punta pues puede haber mucha gente de visita; también que te puedes perder entre el laberinto de sus callecitas como así nos ha ocurrido a nosotros. Pero realmente es un barrio muy interesante que comienza con un bonito letrero de bienvenida de difícil comprensión para mí:
“I·SEÓUL·YOU”


Está situado entre los grandes palacios de Gyeongbokgung y Changdeokgung y tiene la mayor concentración de casas tradicionales coreanas, “hanok”, de Seúl. Muchas de estas casas siguen siendo viviendas normales, pero otras muchas han sido transformadas en cafeterías, tiendas de moda y algunas en hotelitos.


Y uno de ellos, bastante grande, ha sido transformado en algo así como un centro de interpretación donde puedes ver cómo sería una vivienda de este tipo en su momento.


Un cartel en un banco te advierte que “Puedes sentarte aquí para descansar, pero sin hacer ruido”. Muy bien.


Durante el recorrido encontramos graciosos detalles, como estos contadores.


También información sobre un pozo que proporcionaba agua a los residentes de este barrio, el «Seokjeong Boreum», significando “boreum” “medio mes”, pues sus aguas estaban limpias y claras medio mes y turbias el otro medio. Y aún hay más sobre la turbidez de estas aguas. Resulta que el chino Zhou Wenmo fue el primer cura católico que llegó a Corea en 1794. Realizó los primeros bautismos con agua de este pozo y cuando la persecución contra los católicos llevó a algunos de ellos al martirio las aguas del pozo se enturbiaron. Ya no dice más sobre si luego se recuperó o siguió mala. En mi pueblo cuando era niño, después de algunas grandes lluvias el río bajaba crecido y el agua del grifo salía puro barro. Pero allí como ya estábamos todos cristianizados no había ningún milagro.


Encontramos una bonita casa con un curioso negocio: un “observatorio” en el segundo piso. Lo peculiar del negocio es que te cobran 3 mil wons por la entrada, pero a cambio te dan un refresco o un café o un helado.


Imagino que tendrá que ver con la fiscalidad porque lo habitual es lo contrario: lugares con bonitas vistas transformados en cafeterías donde lo que te cobran es la consumición y la vista es gratis.


Las vueltas de la historia: un letrero nos informa que en aquel lugar un Domingo de Pascua (Domingo de Resurrección) de 1795 se celebró allí la primera misa católica en territorio coreano por el famoso cura chino Zhou Wenmo. Pues bien, en 1955 Lee Kang, el quinto hijo del rey Gojong fue bautizado con el nombre de Pío y poco más tarde la reina Kim Sook como Mary. Lo curioso de la historia es que el nuevo Pío era nieto de Heungseong Daewongun instigador de la persecución de los católicos en 1866. Este “buen” coreano ejecutó a unos cuantos misioneros franceses, entre ellos al obispo Siméon-François Berneux, pero este y media docena más fueron canonizados por Juan Pablo II en 1984, poco antes de que su nieto “renegase” del abuelito. ¿Era todo religión? Pues no, que allí estaban metidas Francia, Rusia y China, que acababa de salir (derrotada) de la «Segunda Guerra del Opio». ¿Qué no sabes de qué va eso? Pues claro que lo sabes: “55 días en Pekín” y el Sr. Heston y la adorable, aunque ya casi anciana con 41 años, Ava Gadner.


De toda esta historia me quedo con la frase grandilocuente y guerrera (¿no son grandilocuentes todas las frases guerreras, por lo menos las exclamadas de coronel para arriba?) del almirante francés Roze antes de atacar a los coreanos cuando le dijeron lo de las ejecuciones de los misioneros franceses: “Puisque (le royaume de) Choson a tué neuf prêtres français nous les vengerons en tuant 9000 Coréens”.
¿En qué acabó todo? Pues, como siempre, en un desastre. Solo se llevaron (¿robaron?) unos cuantos libros que en 2011 M. Sarkozy devolvió a los coreanos. A los buenos, claro.
En una tienda hay un par de peluches enormes y horrorosos y los jóvenes disfrazados aprovechan para fotografiarse con ellos. Es un barrio precioso, pero allí los ves con los dos grandes ratones.


Antes de marcharnos del barrio un gran letrero en un edificio: “T-E-RR-E-N-O restaurante español”. Lo de “RR” cojonudo para pronunciarlo un coreano.
Estamos un poco perdidos y veo a dos jóvenes informadoras del turismo de Seúl. Les pregunto, nos indican, les pregunto más para una visita posterior y no tienen ni idea, pero como buenas coreanas echan mano del teléfono y nos sacan de dudas. Son la gente más simpática y eficaz que conozco


Pues he acabado haciéndome una foto con una de ellas después de que me hubiese explicado como colocar los dedos de la mano para hacer como ellos, aunque no he logrado saber el significado del gesto. Vaya, Marisa ha debido hacerle 100 a ella, una joven encantadora llamada Minjoo.


Regresamos a nuestro hotel y en el camino nos encontramos con una camioneta cargada de objetos mil. Parece mentira que en una ciudad como esta y con tan alto grado tecnológico encontremos situaciones así que más parecen de un buhonero de la edad media.


Una jornada muy interesante.
Y que siga sin llover.

NB
En este barrio hemos encontrado un restaurante que exponía una bonita colección de botellas de agua mineral de San Pellegrino. Aunque no la bebo, a esta marca le tengo un cariño especial, pues en mi primer viaje a Tokio hice una fotografía de una fuente pública y estos productores de agua me la pidieron para ponerla en una publicación suya.


La verdad es que no vi ninguna relación con esa agua mineral, pero me halagó pues la foto no tenía demasiado interés.

Etiquetas: ,

2 respuestas to “47. Corea 2017. 6 de abril, jueves. Vigésimo quinto día de viaje. Seúl, día primero. Tercera parte.”

  1. Mercedes (Tivoli) Says:

    ¡Qué bueno que te pidieran la foto! ¿Dónde las guardas?
    Sabes que soy muy fan de tu forma de escribir y vuestras fotos me encantan… ¡sigo leyendo!

    • Angel de Corea Says:

      Gracias Mercedes.
      Todas las fotos publicadas las tenemos en nuestra cuenta de Flickr y esta en concreto creo que fue
      2008 Tokio Tokyo
      Un beso

Los comentarios están cerrados.