40. Corea 2017. 3 de abril, lunes. Vigésimo segundo día de viaje. Gyeongju.

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Tumba del General Kim Yusin.
Este personaje vivió del año 595 al 673: 78 años. Ya ves que una larga vida si piensas que eso fue en el siglo VII. Eso debía ser como vivir ahora 237 años.


¿Qué pasaba entonces en España? Pues que estaban todos esos reyes visigodos que a los de mi generación nos obligaban a aprendernos de memoria, pero que ahora nadie recuerda si no es por fogonazos de la memoria como “Chindasvinto”, “Sisebuto” o “Witiza”, o porque de repente te los encuentras en algunas de las estatuas reales de la Plaza de Oriente de Madrid: “¡Cáspitas, Wamba! “.


Pues bien, este general de la dinastía Silla, fue nieto de un rey e hijo de un general. Ya ves que en aquellos lejanos siglos también pasaba lo mismo, pero este buen militar se unió a la milicia a los 15 años y según su biografía soñó con conseguir la unificación del país, situación que logró por la fuerza de las armas. Primero venció y anexionó el reino de Baekje al de Silla, que era el suyo y más tarde conquistó el de Goguryeo. Y ya tenemos los famosos “Tres Reinos” de Corea en uno solo.
Su tumba es un montículo de tierra de 18 m de diámetro y unos 50 de circunferencia, y algo más de 5 de alto.


En muchos sitios por los que pasamos el suelo está recubierto por una malla de plástico verde que deja pasar el césped pero que evita el deterioro del suelo.


Esta es una tumba sin ninguna connotación religiosa (por lo menos que yo sea capaz de detectar), pero veo a un señor que cuando se aproxima se cuadra, hace una reverencia y parece que reza.


Como motivo arquitectónico curioso alrededor de la tumba hay lápidas con los motivos del zodiaco oriental. Esto del “oriental” lo he leído posteriormente y es que estoy tan poco versado en temas esotéricos que no sabía que había uno “occidental” y otro “oriental”. Estas son 12 figuras de pie mitad humanas, mitad animales, con armas en sus manos.


Viene un grupo de jubilado coreanos y vuelvo a comprobar lo que ya he escrito sobre sus prendas de colores vivos y alegres de sus anoraks.


Posteriormente he leído que el camino hacia la tumba se llama Heungmu-ro, y que ha sido seleccionado como una de las “100 Most Beautiful Streets in Korea”. ¡Maldición, cuando estuve no lo sabía!


Esta ciudad es muy, muy turística y uno de sus negocios relacionados es el alquiler de diferentes medios de locomoción y así te encuentras a algunos con bicis, motocicletas, triciclos y otros similares.


Por si te interesa para que lo tengas en cuanta a la hora de hacer tu presupuesto: 1 hora de bici 7000₩, 2 horas de moto de 125 cc 25000₩. Ni idea de si es buen o mal precio, pues no alquilo una moto desde un viaje a Vietnam y de eso hace tantos años…


Ya se ha hecho un poco tarde y vamos a comer a un restaurante que recomienda la guía; cada día estoy más tonto: no he leído que cierra los lunes y no me entero hasta que estoy en la puerta. Cambiamos de plan y vamos a otro también de la lista de la guía. Cuando llegamos allí está saliendo el dueño por la puerta: son las 4 de la tarde, ha acabado con las comidas y las cenas las empieza a las 5. Es un señor muy jovial y lo volvemos a encontrar en una “panadería” cercana donde hemos entrado para matar el gusanillo. Charlamos con él y nos enteramos de que el famoso “pan” de Gyeongju, del que hay tiendas por toda la ciudad que solo venden ese producto no es “pan” sino pastas rellenas de alubias dulces, como las de Japón que tanto me gustaban, las famosas “azuki”.
Y una particularidad de este establecimiento que también lo es de otros semejantes: tienen una maquinita de café para que te lo hagas y sirvas tú mismo y que es gratis para los clientes.
Nos despedimos del señor prometiéndole que iremos a cenar a su restaurante.
Y aquí nos volvemos a encontrar de nuevo como en Jeonju a jóvenes disfrazados, pero en menor número. Marisa ve a una pareja que le gusta especialmente y ya me ves a mí pidiéndoles que posen. Realmente ha merecido la pena.


La guía diferencia las cosas más interesantes para ver en esta ciudad en “zona central” y “zona oriental”. Nuestro hotel y las estaciones de autobús están en la zona central y allí hay dos conjuntos de tumbas de la época Silla separadas por una calle de bastante tráfico. Una de las dos zonas es gratuita y la otra de pago (pero poco), así que empezamos por esta última.
Tumuli-gongwon, también llamados “Complejo de tumbas de Daereungwon”.
Es un gran parque, vallado, que contiene 23 tumbas reales de la época de la monarquía Silla.


Tienen una estructura similar a la tumba del general Kim Yusin, que hemos visitado esta mañana: túmulos (de ahí el nombre en inglés “tumuli”, plural de “tumulus”) de tierra, pero que aquí son tan grandes que forman colinas de formas redondeadas cubiertas de hierbas que ahora están secas. Muchas de ellas contenían “tesoros” que ahora están en el museo nacional de esta ciudad.


Hay 23 de estas tumbas construidas durante el siglo V y comienzos de VI, siendo las más famosas las de Cheonmachong y Hwangnamdaechong, pero solo la primera, llamada también “Heavenly Horse Tomb” o “Tumba del caballo celestial”, está abierta al público. Y realmente es algo impresionante: tiene una circunferencia de 157 m y de 12 de alto.


La tumba fue construida colocando un ataúd de madera y un arca también de madera para los objetos funerarios, colocándolos ambos en el suelo y construyendo una cámara de madera que los recubría. Se colocaron piedras por encima de ellos y se cubrió todo con tierra. Se encontraron más de 11 mil objetos cuando se excavó la tumba, siendo los más notables una corona de oro (ahora en el museo nacional de esta ciudad y del que se muestra aquí una réplica) y una silla de montar de corteza de abedul con un caballo pintado y que está en el museo nacional de Seúl.
Y para bajar los humos de la soberbia de los poderosos: no se conoce el nombre del rey que fue enterrado aquí y lo más famoso es el caballo que da el nombre a la tumba, Cheonmachong.
Además de la tumba llamada Hwangnamdaechong, que es la más grande y que realmente son dos tumbas, se cree que de una pareja real, otra que tiene un entorno precioso es la del rey Michu, con una bonita puerta de acceso al cerrado recinto donde se encuentra.


Este fue decimotercer rey de Silla y dice una información que sus descendientes siguen celebrando cada año su ascensión al trono. Seguro que lo copié mal pues este buen gobernante reinó del año 262 al 264. Esta tumba se la conoce como Jukjangneung, o “Tumba del jefe bambú” (o algo así) por una historieta militar sobre el camuflaje de unos soldados de este reino con este vegetal para derrotar al enemigo.


Realmente es un parque precioso, muy bien cuidado y de un lugar encantador para pasear al final de la tarde. La luz es maravillosa y Marisa hace fotografías mil.


Pero no solo ella, porque de repente vemos a un grupo compacto, más que compacto casi apelotonado de fotógrafos, muchos de ellos esperando a…pues me acerco y le pregunto a uno que, aunque apenas habla inglés, se ha mostrado dispuesto a ayudarme: me enseña una foto de ese lugar de otro día, o quizás de otro año, de cómo estará dentro de un rato. Resulta que el sol se va a poner detrás de uno de esos montículos (tumbas), pero en un lugar donde hay un precioso árbol blanco que contrasta con el entorno. Así que Marisa se sitúa como un fotógrafo coreano más esperando el mágico momento.


Mientras esperamos van llegando más fotógrafos, algunos de ellos con escaleras y otros con grandes trípodes. Y todos con cámaras estupendas e incluso algún fanático tenía dos colocadas en el trípode.


Además, ese maravilloso sitio parece que es un lugar típico para hacerse fotos y así había gente haciendo cola para ello.


Pensaba que cuando llegase el mágico momento aquella legión de entusiastas impedirían al personal de la cola que se colocasen delante del arbolito, pero resultó todo lo contrario: no solamente les encantaba que hubiese alguien por allí, es que les animaban a que hiciesen cosas. Así cuando se puso un grupo de media docena de jovencitas a posar (para ellas) y a hacer melonadas propias de la edad todas al mismo tiempo aquello parecía una guerra de los disparos repetidos de aquella horda de idólatras exaltados.


Allí nos tiramos más de una hora, pero fuimos los primeros en marcharnos.
Seguíamos sin comer y casi nos íbamos a quedar sin cenar así que fuimos al último restaurante y al llegar la sorpresa: solo mesas bajas coreanas. Vemos al dueño y le explicó nuestra desilusión y mi problema con las piernas si me siento en esas mesas y encuentra la solución: en una salita de dos mesas me acerca una a la pared y de esta manera puedo comer apoyado en ella.


El lugar encantador y la comida buenísima. Además, la especialidad era la tortilla coreana, “pajeon”, que hacen habitualmente con cebollino o ajetes, harina de trigo y huevo. Aquí exquisita. Y un «bibimbap» que también estaba fuera de serie; ha merecido la pena esperar.


Acabamos la tarde, ya de noche, paseando entre las otras tumbas, las “de gratis”, preciosamente iluminadas.


Gyeongju nos está gustando mucho.

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Una respuesta to “40. Corea 2017. 3 de abril, lunes. Vigésimo segundo día de viaje. Gyeongju.”

  1. Carmen Says:

    Un lugar mágico.
    El coreano no reza, supongo que saluda con reverencia

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