Hoy en el desayuno había un chico gordo, pero gordo, gordo. Que si se colocaba delante de la máquina del café no podías pasar. Y viéndolo me he preguntado (con pena, de verdad) como solucionará ese joven el suceso evacuatorio. E iba a escribir “problema”, porque en su caso es lo que debe ser.
Este hotel es del tipo que me encanta porque tiene todo lo que necesito, pero no tiene nada de sobra, como, por ejemplo, espacio en el baño. Y el joven ese no podría estar sentado en el inodoro si es como el mío y mi experiencia me dice que todos son iguales, excepto uno que hay en recepción para minusválidos. Y solo se me ocurre que la utilización de la bañera…pero no quiero seguir por ese camino.
Que es un problema apartarte de la norma.
En un país del sudeste asiático nuestros culos, en Europa tamaño estándar, estaban allí fuera de la norma y teníamos problemas para sentarnos en los autobuses que eran de 5 pasajeros por fila, tipo tres más dos. Vaya, el problema lo tenían los que venían luego, pues nosotros solos ya ocupábamos tres plazas y allí no cabía el tercer pasajero.
Pues eso, el gordo un problema en este hotel.
Hoy hemos cambiado nuestros planes pues había anunciadas lluvias matutinas, así que iremos al mercado de pescado de Jagalchi, al que se accede fácilmente desde el metro. En este descubro que no se respetan las plazas destinadas a los mayores. En el asiento contiguo al mío un varón de unos 50 años está leyendo atentamente dos folios escritos a lápiz con unas complicadas fórmulas matemática. O es un matemático o está loco. Pero es al primero que veo leyendo algo escrito en papel. Ayer, también en el metro, uno estaba viendo en su teléfono un vídeo de una clase de matemáticas.
Enfrente de nosotros una joven de tez blanquísima, labios rojísimos y teñida de rubia. Marisa me dice que el rubio no le va nada bien a las coreanas, pero es que esta parece un vampiro.
Jagalchi.
La guía dice que a cualquiera que le guste el pescado y que sea tolerante con los fuertes olores podrá emplear una hora en su visita este mercado, el más grande de pescado del país. ¡Una hora! Esos no saben qué es visitar un mercado de pescado.
Está situado al lado del mar y se compone de una calle larguísima con puestos de pescado, un edificio enorme con la planta baja (el primer piso para los coreanos) también lleno de puestos de pescado, y un segundo con restaurantes. Enfrente de este hay otro edificio con una planta baja llena de restaurantes que tienen su propia reserva de peces.
El mercado de Tsukiji en Tokio es mayor que este, pero aquel está peor para una visita turística.
Una de las gracias es que puedes comprar lo que quieras en la “primera” planta y el vendedor lo envía a un restaurante de la segunda, donde por una módica cantidad te lo cocinan y sirven. La mayoría del personal es femenino de tal manera que hay un término genérico para todos los vendedores de aquí: “Jagalchi Ajumma”, siendo «ajumma» una señora casada o de mediana edad. No sé qué tal lo llevarán los pocos hombres que ves en los puestos.
Lo bueno, sobre todo frente al de Tsukiji, es que los vendedores no tienen una actitud hostil ni te atosigan. Vaya, quizás un poco en la zona de los restaurantes, pero poco.
Yo no había visto en mi vida tal cantidad de crustáceos como aquí, ni de moluscos, ni de anguilas, ni de…es algo increíble. Hasta encontramos nuestras queridas galeras. Lo que no vimos fueron los deliciosos erizos que si había en los mercados japoneses.
Marisa me comenta que las asociaciones defensoras de animales aquí se volverían locos. En primer lugar por el hacinamiento de muchos ejemplares. ¿Solo se preocupan por los cerdos cuando viajan o también por estos otros seres? En segundo lugar por la forma como preparan a algunos peces como por ejemplo las anguilas.
Te lo cuento: la “Jagalchi Ajumma” coge un ejemplar de unos 30 cm y le clava en la cabeza un pequeño destornillador afilado que coloca dentro de un agujero en una madera. Coge al pez por la cola con una mano, lo estira y con la otra limpia su interior y lo despelleja hábilmente. De un tajo le corta la cabeza y al decapitado y desollado pez lo echa a un cubo de plástico donde sigue retorciéndose. Había olvidado decir que es que se lo hacen en vivo.
Las señoras vendedoras no están ni un momento ociosas y mientras esperan a la clientela se dedican a limpiar el pescado o a separarlo de los bloques donde lo tienen congelado o a quitar las conchas de los moluscos que se suelen vender de esa manera, como comprobé anteayer en el mercado de Bujeon. Una particularidad es que hay mucho pescado congelado.
En un puesto un par de señoras están limpiando unos extraños peces. Una de ellas solo limpia el interior y saca unas vísceras blancas enormes para el tamaño del pez. Me mira y señalando lo que saca me dice sonriente: “man”. Yo ya lo había reconocido pues en el mercado de Kioto lo vendían como una exquisitez.
O sea que eso era la bolsa del esperma que en aquellos animales representaba un tercio de su tamaño. Como eran cabezones aquella bolsa había ocupado casi toda su cavidad visceral.
También encontramos unas bolsas que parecían huevas de pescado, pero descubrimos que se movían. O sea que no eran huevas, pero tampoco supimos de qué ser viviente se trataba.
Otra novedad: mejillones secos. Creo que es la primera vez que lo veía.
Y en país tan tecnológicamente avanzado como este me encuentro con un brasero de madera que calienta a un señor pescador.
En nuestro deambular por el edificio damos con un piso alto desde donde se ve todo el puerto y la ciudad circundante a través de unos ventanales. Imposible abrirlos, pero las fotografías tienen un tono de antiguas muy especial.
Encontramos una pequeña terraza dese donde vemos a unos cuantos alimentando a las gaviotas. Curiosa costumbre.
PD
He encontrado un vídeo en el que se ve como una “Jagalchi Ajumma”despelleja una anguila en el mercado de Jagalchi. Y como dicen en la tele «las imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador». Bueno, no es para tanto.
Sí decirte que «nuestra» despellejadora era más limpia que la del vídeo.