La otra cosa más importante que hay que ver en este parque es el templo de Dosol-am y su Buda excavado en una roca y hacia allí nos dirigimos. El camino sigue al lado del río y aunque ahora los árboles no tienen hojas todavía es una maravilla. Hay un camino ancho que están preparando, imagino que para que puedan pasar los coches, y al otro lado uno peatonal con planchas de madera o de cemento en el suelo y a veces una alfombra de esparto. De esta manera por mucha gente que ande por allí no se degrada el territorio.
Pasamos por un magnífico pino que está protegido y explicado pues dicen que tiene más de 600 años y como además está separado del resto luce de maravilla; su nombre “Jangsasong”.
Además en una cueva cerca de este lugar el rey Jinheung recibió las enseñanzas morales. Este monarca a ti quizás no te diga nada, pero según la Wikipedia “El pueblo coreano lo recuerda hoy como uno de los más grandes gobernantes de Silla”.
Y preguntando varias veces cuando pensábamos que estábamos perdidos llegamos a Dosol-am. Allí de nuevo unos cuantos santuarios en un entorno privilegiado. Y encima, quizás por ser lunes, estamos solos.
Entre estos pabellones hay un acantilado donde han esculpido una figura de Buda. Se cree que fue hecha durante la dinastía Goryeo. No es una gran obra pero el lugar donde está situada le da un encanto especial. Tiene una pequeña hornacina en un hoyo de su estómago. La leyenda (¿la historia?) dice que allí estaba escondido un libro secreto escrito por el monje Geomdan. Este vivió en el siglo VI, así que todo es bastante misterioso.
Una historia de este monje.
El lugar donde estaba el templo de Seonun-sa estaba ocupado por un estanque lleno de dragones. El buen Geomdan lo rellenó de piedras para construir allí el templo. (Como si no hubieses otro sitio en Corea para eso). Pues bien, después de esto una enfermedad de la vista (¿mal de ojo?) se propagó entre los habitantes de la región. El monje les dijo que para curarse debían llevar cada uno un saco de carbón y echarlo en el estanque. Así lo hicieron y el mal desapareció. Y el estanque se llenó de carbón.
Pero cerca de allí hay otra placa que cuenta otra leyenda (¿historia?) que me ha hecho recordar la semejanza (¿no será la misma?) de las historias (¿leyendas?) de las santas Eulalia, la de Barcelona y la de Mérida. Aquí es que una serpiente gigante aterrorizaba a las gentes del lugar. Entonces trajeron desde la India una estatua de Arahan, un santo budista muy importante. La serpiente despareció y los habitantes del entorno construyeron un templo para asegurarse de que la serpiente no volvería a aparecer.
Desde allí hay unas escaleras que suben hasta un pequeño templo donde hay una preciosa vista de todo el valle. Y el lugar mismo es una maravilla. Y maravilla también es que hay un puesto con botellas de agua y dos termos eléctricos para calentar el agua y hacerte un café con bolsitas de esas de “tres en uno” o un té y está “desatendido”. Hierves el agua, echas la bolsa y te tomas la infusión y se supone que echas el importe en una gran caja de madera con una ranura o lo que crees conveniente pues con mi nulo coreano no he logrado entender nada. Pero en cualquier caso para nosotros algo increíble. ¿Cuánto tiempo duraría en muchos de los países que conoces? Piensa además que solo subir el agua hasta allí es un esfuerzo enorme. Luego me percato de que hay una cámara vigilando aquello, pero lo primero que harían donde tú sabes sería o pegarle una pedrada a la cámara o directamente arrancarla. Lo de hoy ha sido toda una lección de civismo.
En un pequeño pabellón han colocado el suelo de tarima flotante y está nuevecito. Hay una mesita baja de desconocida utilidad pero para evitar que raye el nuevo pavimento le han puesto pelotas de tenis como si fuesen zapatitos. ¡Qué ingeniosos!
Cuando nos vamos aparece una monja sola subiendo por las empinadas escaleras. ¿Adónde irá? Porque allá arriba solo estábamos nosotros. Quizás estaba en el convento aburrida y se ha dicho: “Me voy a tomar un café con leche al puesto de Dosol-am”. Es que la vida en un convento, sea de la fe que sea debe ser “mortal de necesidad”, pero en uno budista y en aquellos parajes…
Dosol-am, igual que Seonum-sa, tiene un montón de farolillos de papel colgados. Yo los había visto antes en alguna foto pero creía que estaban con motivo de algún festival. Ahora que los veo en un lugar tan solitario desconozco la razón. Como son de papel si hay una fuerte lluvia los arrasará. Hoy ha empezado a llover a las 2 de la tarde pero ha sido una lluvia mansa y suave que ha dejado más vacío aquel recinto.
Regresamos con más lluvia a Gochang en el último autobús. Lo de “el último del día” siempre me provoca una cierta angustia porque no sé cómo saldríamos de allí si se nos escapa. Ahora vamos media docena de pasajeros entre los que hay una joven occidental. Me sorprende que se quede en Gochang. La interpelo en la estación de autobuses: va y viene de Gwanju, adonde iremos mañana nosotros. Le digo que parece española o italiana: es francesa pero de padres italianos, aunque vive en el Reino Unido y está aquí unos días porque tiene un novio coreano. ¡Qué lío de países, Claire!
Hoy no hemos podido comer así que hemos echado mano de nuestra reserva de “alicante” y al llegar a Gochang Marisa ha pensado que sería una buena solución hacer comida-cena donde comimos ayer y repetir las exquisitas anguilas. Pues debe estar cerrado por ser lunes. Así que buscamos otro sitio donde no había carta en inglés, ni fotografías con los platos, solo una hoja con la descripción en coreano y los precios. Imposible elegir nada. Marisa ve una foto en la pared: “quichin”. Pues eso ha elegido. Yo me he acercado al único cliente que había en aquel momento, le he echado un ojo a lo que comía y he pedido lo mismo. Lo de Marisa bien, lo mío picaba como un demonio.
En el hotel me fijo en la entrada que hay un aparato como una especie de “flipper” donde en la parte horizontal hay una gran pantalla con una vista de cada una de las habitaciones que están libres y su precio. Hay una con un gran espejo en el techo y otra tipo coreano, vaya, sin cama. Las demás son parecidas a la nuestra y cuestan lo mismo, aunque aparece otro precio que es la mitad. ¿Será realmente un “hotel del amor”? Además en la parte vertical del “flipper” hay otra pantalla donde aparece en gran tamaño la habitación que seleccionas. Así ahora he entendido lo que me dijo Pilkin de “hotel desatendido”. O sea que en la máquina expendedora tú seleccionas el número de habitación (los fetichistas pueden repetir la misma, si les ha ido bien), imagino que marcas si “tarifa completa” o “media”, pones tu tarjeta de crédito y te aparece la llave en lugar de una botella de agua.
Y de esta manera no tienes ni que pasar por la recepción. Y claro es gente que no regresa a la habitación, no como nosotros que ayer al volver de la fortaleza y hoy del templo no hemos sabido abrir la puerta de la habitación y hemos tenido que recurrir a la “desatendida” recepción para que nos ayudasen.
Y la última cuestión: ¿dónde devolver la llave, sin que te vean la cara? Pues la depositan en una cajita que hay en el ascensor. La verdad es que hay unos botones en la puerta de la habitación donde imagino que dicen cosas como “me voy para no volver”, o “¡volveré!” o “¡¡¡triunfo total!!!”, y nosotros debimos tocar el que no debíamos y por eso no pudimos entrar.
Y he pensado en los señores que, como yo, no tienen teléfono celular y utilizan el número del de su señora, como por ejemplo en el banco. Así ella recibe el aviso de “Acaba de cargarse en su tarjeta de crédito 40.000₩ por uso de picadero”.
Y como hoy ha sido un día tranquilo he tenido tiempo de meditar y una de estas elucubraciones ha sido qué pensarán las señoras que limpian este hotel cuando les digan que una pareja ha alquilado la habitación para dos días. ¡Dos días! Habrán creído que éramos unos fieras y si se han enterado la edad…Y encima me he llevado de recuerdo la dotación del primer día y han vuelto a reponerla (con los preservativos) y me los he vuelto a guardar.
PD
Mi padre tenía un único hermano que había nacido en mi pueblo aunque vivía en otra ciudad. Cuando tenía cerca de 90 años y estando viudo se quiso casar. Mi padre fue al registro civil a pedir una partida de nacimiento y al ver la edad le preguntaron para qué la quería: “Su hermano ha fallecido, ¿no? Será para lo de la herencia”. “No, es que se va a casar. Y por tercera vez (eso era verdad). Y la novia tiene 30 años (eso no era verdad, que tenía unos 50)”. El oficial del juzgado casi se cae de culo.