Después de aposentarnos en el hotel nos vamos con Pilki hasta el castillo, o mejor la fortaleza de Gochang. Se despide de nosotros y empezamos nuestra vida de turistas.
Fue construida en 1453 y tiene una muralla rodeándola de un kilómetro y medio.
Primera sorpresa agradable: gratis para los mayores. ¡Viva Confucio y su respeto por la gente de más edad!
Hay un camino sobre la muralla que permite recorrerla. Una leyenda dice que si una mujer la recorre tres veces con una piedra en la cabeza en un año bisiesto nunca estará mala y que cuando muera (parece que sin enfermar) entrará en el paraíso. Como no sé de cuando es la leyenda y como este país fue cristiano a partir del siglo XIX, desconozco a qué paraíso se referirá. Hay un grupo escultórico en la entrada con tres señoras con su piedra correspondiente y he leído que todavía hoy hay quien lo hace, pero como no es año bisiesto no lo he podido comprobar. Además dentro del recinto hay otro grupo de esculturas semejantes pero en que ellas van desnudas, así que quizás realicen el rito por la noche, cosa que no recomiendo pues no hay barandillas en ninguno de los lados.
A lo largo del camino te encuentra dos puertas además de la de la entrada con pabellones de madera encima de ellas preciosamente decorados. En el interior del recinto hay algún pabellón más y unos cuidados jardines y un bosquecillo.
Es un lugar encantador al que le falta un mes para que esté cubierto de flores, como aparece en algunas fotografías.
Por si no eres mujer, o no vienes en año bisiesto, hay otra leyenda más fácil de creer y sobre todo de practicar: “Si das una vuelta a la fortaleza el dolor de tus piernas desaparecerá; después de la segunda vuelta tendrás una larga vida y sin enfermedades; si das una tercera vuelta irás al cielo”. Y por supuesto, siempre con una piedra en la cabeza.
Yo, por si acaso, he dado una vuelta para ver si se me curaban mis doloridas piernas, pero he olvidado lo de la piedra. Las leyendas no me importa seguirlas siempre que sean incruentas y gratis y no tengas que disfrazarte, ni rezar, ni corear consignas, pero me parece que la de hoy no me ha hecho mucho efecto.
Después nos hemos ido a comer y por casualidad hemos dado con un pequeño restaurante llevado por dos jovencitas que no hablaban una palabra de inglés y que no disponían de ningún menú excepto de un papel en la pared con los precios de dos o tres platos, pero sin fotos. Afortunadamente había otra pareja comiendo algo que parecía delicioso y les he pedido que me señalasen el plato en la lista de la pared para evitar que fuese yogur de leche de reina y tuviese que vender todo mi patrimonio para pagar la comida. Así que hemos elegido lo mismo que los otros comensales y ha sido un acierto: la mejor comida hasta hoy y no sé si la mejoraremos en todo el viaje: dos anguilas a la parrilla.
Descanso hasta la hora de coger el autobús para ir a visitar el campo de dólmenes que hay cerca de la ciudad y que es algo notable. Vuelvo a leer la información de la guía y compruebo con pesar que los lunes está cerrado así que prolongamos el descanso en el hotel.
De repente, cuando ya no hay tiempo para reaccionar, me doy cuenta de que hoy es domingo y no lunes, y que por tanto no solo no hemos ido hoy, sino que mañana tampoco podremos ir. Cosas de la edad que a mí me cabrean bastante. Cada día no solo mis piernas, sino también mis neuronas funcionan peor.
Al final de la tarde regresamos a la fortaleza y sus murallas para verlas iluminadas. Quizás por ser domingo Gochang parece una ciudad fantasma, casi sin coches y vacía de gente.
En la entrada del parque delante de la fortaleza encontramos un jardín con un campo de flores artificiales plantadas cada una con una bombilla en su interior. Vimos algo parecido en Seúl, en el parque de Dongdaemun, pero este es más bonito.
Cuando se hace de noche iluminan las murallas y los pabellones que hay en su interior y es una maravilla. ¡Lástima de la falta de trípode para las fotografías!
En un recinto exterior hay unas edificaciones imitando casas antiguas (quizás lo sean) rodeadas de piezas de cerámica a lo largo de todo su perímetro. Me pregunto cuanto tiempo durarían en España esas piezas o ese jardín de flores eléctricas: ¿un día?, ¿una noche?, ¿una hora? Pues aquí ni un vigilante, excepto las tres señoras de piedra, aunque hay cámaras por doquier.
NB
Para los lectores de Melville: creo que lo de la leche de reina es suyo. Pienso que lo leí en Moby-Dick donde decía que la leche de reina era el producto más escaso del mundo. Y me parece que ponía “producto” y no “manjar”, pues no creo que la hubiese probado nunca.