37. Japón 2016. 23 de marzo, miércoles. Vigésimo tercer día de viaje. Tokio. Día 1.

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Al salir del hotel lo primero que encontramos es un restaurante francés que por la mañana está cerrado pero que por la noche está siempre lleno y aunque es pequeño (o lo parece) suele tener clientes esperado pacientemente en la calle. Pero tiene cierto aire elegante. ¡Es francés! Pero luego encontramos en la otra acera, a unos metros, uno de nombre Hachi que a pesar de eso debe ser español pues hay dos letreros pintados en la pared que dicen: “Una entrada!!” (señalando la evidente puerta) y “Un lugar de la bicicleta” con una pintada encima. Como no está en japonés deduzco que es para los españoles que transitan en ese medio. Y en el suelo media docena de cascos de “Corona”. En resumen todo un poco cutre especialmente si lo comparas con “La poupée” y no te digo nada si lo haces con el que describí ayer por la noche. Aunque quizás el ambiente en el Hachi sea estupendo como veo por la críticas dejadas en el TripAdvisor, aunque todas son del 2012, lo que es un poco extraño. No deben tener un “community manager”.
«1. Huevo que se utilizó un montón, es decir, era tan suave y esponjosa, sabor adictivo!
2. Kintoki de patata dulce es Hokuhoku! Buen olor de salsa de Gorgonzola, se recomienda tener muy partido!
3. Calamar no es un Puritsu, el sabor picante de ajo crujiente se convirtió en un hábito!»


Vaya, que yo no creo que fuese a cenar allí después de leer estos comentarios pues si te dan un calamar que no es un puritsu y la tortilla y el ajo pueden ser llegar a ser un hábito…
Pero mucho más preocupante es otra reseña que encontré, esta de 2015: “Cuando la carne, quieren comer grandes cantidades.
El sabor se recomienda en un momento en que la carne en lugar de aplastar a un alumno. La primera planta se encuentra el mostrador, pero el segundo piso tendrá una mesa. Se salió con la placa de hierro, se FILL porque hasta LLENAR sentimiento se llevó a cabo en menos era kana … muchos”.
Camino del metro encontramos muchos señores camino de su trabajo administrativo vestidos con gabardinas oscuras. ¡Qué pena que se haya perdido esa prenda! Yo guardo un par de ellas con la esperanza de que algún día vuelvan ponerse de moda. Espero que mi entorno me permita hacerlo.
También veo a una joven madre en una bicicleta con un bebé de mochila.


¡Cuánto me sorprenden estas mujeres con el tráfico que hay en esta ciudad! Y también el volver a encontrarme con los parterres de flores por la calle sin tener que temer que los bárbaros las arranquen. Mi amigo Hiro me dijo en alguna ocasión que los chinos sí las cortan. Lo que no me dijo si lo hacen solamente en China o si también cuando están de turistas en este país.


En los grandes almacenes Mitsukoshi cuatro operarios están desplegando un enorme cartel y me sorprende que ninguno de ellos lleve ningún tipo de arnés de seguridad pues en las obras en la calle siempre hay varios guardas controlando la seguridad de los viandantes. Una curiosidad: los obreros suelen llevar pantalones bombachos. Esa era una prenda habitual en los niños en mi infancia que afortunadamente se perdió.
Y ya en el metro se nota que estamos en Tokio porque empezamos a ver occidentales después de muchos días de no ver a casi ninguno.
Hoy vamos a empezar nuestra vida de turistas en Tokio con el parque Ueno con ánimo de encontrarnos con la sakura. Y efectivamente nada más llegar a la entrada y al lado de una bonita escultura dedicada a la perfección de la forma geométrica del huevo (o eso imagino) ya hay gente fotografiando un cerezo que empieza a echar sus primeras flores.


El parque ya está preparado para sus reuniones y fiestas: por un lado grandes contenedores para clasificar los desechos, por otro cuerdas con prohibiciones para que el personal no invada esos lugares y por otro sitios marcados para que la gente coloque sus pertenencias. Y al lado las prohibiciones y recomendaciones para que la fiesta sea civilizada según los parámetros japoneses. De nuevo la envidia. “Si dejas un plástico ocupando una de esas plazas debes quedarte pues si no hay nadie se considera que está abandonado”. “Si utilizas un palo retratador ten cuidado con el resto de los viandantes”. “Ten cuidado con los carteristas”. “Las fiestas deben acabarse antes de las 8 de la tarde”. ¿Te imaginas eso en cualquier pueblo de España? “Si ves algo sospechoso o un avión con control remoto con una cámara de fotos…llama a la policía”. “Cada sección delimitada por bandas blancas puede contener un máximo de 10 personas”.


Y efectivamente aunque no ha llegado la sakura ya hay algunos grupos de jóvenes disfrutando de la primavera en aquellas parcelitas así como algunos escolares a los que desde pequeños les enseñan las normas de civismo, aunque el grupo que fotografiamos tenía 12 niños y el profe.


Como a pesar del ánimo con que el personal fotografía las primeras flores que aparecen en los cerezos, aquello está todavía lejos del esplendor que llegará a lo largo de los próximos días, nos vamos de visita al barrio de Yanaka pues mantiene cosas del antiguo Tokio dado que se salvó de la gran destrucción que supuso el gran terremoto de Kanto del año 1923, así como de los bombardeos americanos de la segunda guerra mundial. Así se conservan muchas casas antiguas de madera y ese aire especial lo ha convertido en un lugar de moda para artistas y galerías de arte, y también un centenar de templos y en muchos casos sus cementerios aledaños. Un lugar realmente especial y en el centro de la ciudad. Para hacerlo más fácil la guía recomienda un circuito a pie de 3 km y de dos horas de duración, lo que para nosotros no es ninguna indicación pues en los primeros 100 metros podemos quedarnos toda la mañana. Pero de todas maneras estos circuitos de la guía suelen resultar muy interesantes además de llevarte a sitios no muy habituales.

Así encontramos el anexo al Museo Shitamachi, Old Yoshidaya Sake Store, un antiguo almacén de licor muy interesante construido en 1902 y que estuvo en servicio hasta 1986.


La guía recomienda visitar el cementerio de Yanaka, “Yanaka reien”, pero en aquel entorno hay un montón de pequeños cementerios e interesantes templos. Así encontramos la tumba y monumento de Takahashi Deishu, que aunque fue famoso en su época como maestro de una lucha japonesa con lanza, cuando se retiró de su vida política y militar se dedicó a la caligrafía y ahora encuentras información de sus obras con altos precios en galerías occidentales.
Pero estos cementerios, a diferencia de los nuestros, son lugares de cuidados jardines y por tanto ahora con preciosas flores.


Y de la misma manera vamos encontrando pequeños y tranquilos templos.


Y así llegamos al templo de Enju-ji dedicado al dios Nichikasama, “el de las fuertes piernas”. Ya te puedes imaginar que con esta advocación es el dios favorito de los corredores. Así lo demuestran las dedicatorias de las emas colgadas allí. Vaya, las que puedo leer: “Para mi querido marido, para que pueda recuperar la fortaleza de sus piernas y pueda correr muchos más maratones en su vida, esperando que podamos correr juntos mejorando nuestra fortaleza, nuestros corazones y nuestro amor”. Me parece que esta joven se ha pasado un poco con las peticiones. Y los japoneses aprovechan para encomendarse a Nichikasama para el maratón de Tokio de este año o para agradecerle el resultado.


Entre tanto cementerio, monumento y templo nos encontramos con una placa informando de que es “Temporary Natural Disaster Evacaution Area”, que si por un lado te tranquiliza al ver lo previsores que son estos nipones por otro te hace pensar que si lo tienen previsto es que puede pasar. Además que solo con esa información no sé qué haría yo si ocurre algo grave.
En unas tumbas encontramos que han dejado unas manzanas y naranjas preciosas. Lo curioso es que una de las manzanas tiene la mitad comida. ¿Formará parte de un rito? ¿Tenía el difunto la dentadura jodida y se la han dejado ya empezada para hacerlo más fácil, aunque sea solo una representación?


Encontramos un templo dedicado a Okuba Monto, otro que fue samurái pero debido a una herida en su pierna se retiró del negocio militar y se dedicó a hacer unos pasteles dulces de arroz. Curioso cambio. Y más todavía cuando más tarde le encomendaron el trabajo de llevar el agua al castillo de Tokio. Ese templo tiene unas bonitas y terroríficas esculturas de monstruos.


En el paseo una preciosa galería de arte “SCAI the Bathhouse” que como su nombre indica fue una casa de baños.


Tiene 200 años de antigüedad y ahora dedicada al arte japonés contemporáneo. Tiene una preciosa exposición titulada “Cycloid” del artista Mariko Mori.


En nuestro deambular damos con un bonito rincón donde hay un par pequeños restaurantes. El entorno es una maravilla. En uno anuncian “olive latte” y “olive tea” que realmente no sé como traducir.


Y al final damos con el gran cementerio de Yanaka. La guía lo define como “uno de los más evocadores y prestigiosos cementerios de Tokio”, aunque yo no sé que significan esos dos calificativos refiriéndose a un lugar así. Pero desde luego es un espacio enorme y con una figura de Buda notable.


La guía te recomienda ir hasta Yuyake Dandan a través de un puente que atraviesa las vías del ferrocarril pero nos hemos perdido por aquellos andurriales. En la “pérdida» hemos encontrado un aparcamiento de bicicletas imagino que de los viajeros de la cercana estación de ferrocarril. Me fijo que aunque no disponen de grandes medidas de seguridad todas tiene algún candado o similar.


Al final damos con Yanaka Ginza, lugar de pequeñas tiendas y aspecto de barrio de otras épocas.


Nada que ver con “nuestro barrio”, Nihonbasi, con lujosos grandes almacenes, caros restaurantes y edificios iluminados para la sakura.
En resumen, un día muy interesante.

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