Kairaku-en.
El diseño del jardín lo comenzó Nariaki Tokugawa, señor feudal, daimyo, del dominio de Mito y se abrió en julio de 1842. Su nombre viene de una cita del libro de Mencius, gran filósofo confuciano, que dice que si compartes los placeres con la gente (con el pueblo), tus placeres serán más saludables y profundos. De esta manera este jardín no fue construido solo para el señor feudal y sus guerreros sino también para la gente corriente, la plebe, vaya. El Señor Nariaki incluso invitaba a los siervos de más de 80 años y a los plebeyos de más de 90 a una de las principales habitaciones de su mansión feudal, Kobuntei, para que se divirtiesen con él y hasta componía versos “shi” y “tanka” con ellos. ¡Mira que eran buenos los señores feudales de Mito! Porque yo me pregunto si en una ciudad de unos 20 mil habitantes habría muchos viejecitos. ¿Te imaginas a un abuelo de 94 años del siglo XIX oyendo recitar versos chinos a su señor? Eso es lo que tiene los seguidores de Confucio: bondad a raudales con los ancianos, mucho mejor que ahora que no nos quieren más que para cuidar a los nietos. Voy a ver si hago a mis hijos confucianos.
Hay 3 mil ciruelos de 100 diferentes tipos que florecen en primavera e incluso hay uno llamado “rin-chigai” (omoi-no-mama) que tiene cada rama con flores de diferente color.
Este jardín fue afectado el 11 de marzo del 2011 por el que se le conoce como el “Great Eastern Japan Earthquake”, para que nos entendamos: el desastre de Fukushima. Inmediatamente comenzaron los trabajos de reparación y se pudo volver a abrir antes de un año.
La primera agradable sorpresa es que los mayores de 70 años tenemos la entrada gratis. ¡Bien por Confucio y su discípulo Mencius!
NB
Para los confucianos que me lean: ya sé que Mencius no fue un discípulo directo de Confucio, pero sí lo fue de su nieto Zisi.
La segunda ya no es una sorpresa pues los ciruelos florecen bastante antes que los cerezos y es un poco tarde para los primeros.
O sea que hay flores pero no es espectacular como debió serlo una o dos semanas atrás. Pero es tiempo todavía del “Mito Plum Blossom Festival” o “Mito Ume Matsuri”, que tiene lugar del 20 de febrero al 31 de marzo. Eso quiere decir que nada más entrar encontramos unos puestecitos con comida, uno de ellos con unos pescaditos artísticamente atravesados por un palo mientras se cuecen con las brasas. Un espeto hermoseado a lo japonés.
Luego encontramos a unas agradables jovencitas vestidas de falleras japonesas e imagino que formando parte del atrezzo de la oficina de turismo local pues te piden que te pongas con ellas para las fotografías de rigor y además llevan una banda cruzándoles el pecho tipo “Miss Ciruela 2016”.
También hay un abuelo con ellas y lo curioso es que este me pide que para la foto enseñe una especie de placa que no sé si será de policía o de discípulo confuciano. La verdad es que no me pude negar al posado pues eran realmente simpáticos. Por fortuna vi que a los japoneses también les hacían posar con la placa así que no era nada tipo “maldito extranjero”.
El paseo por los ciruelos una maravilla pues además algunos cerezos estaban en su apogeo.
Y ya estando allí visitamos la casa de estilo japonés del señor feudal, Kobuntei. Otra maravilla.
Aquí la “sorpresa” humana fue una pareja de viejecitos occidentales vestidos de la manera más estrafalaria que puedas imaginar. Y además él parecía una copia del mago Tamariz. Visto nuestro interés por ellos la señora se molestó pues pensaba que los había fotografiado. Tú imagínate que vas vestido de penitente de Semana Santa el mes de julio por la Puerta del Sol de Madrid y quieres que la gente no se fije en ti, e incluso se molestan si lo haces. Lamento que mi falta de inglés no me permitiese la sutileza suficiente para hacerle ver a aquella extraña pareja su comportamiento.
Pero la visita de la casa fue muy interesante pues las habitaciones aunque decoradas con la austeridad japonesa (¿zen?) tenían preciosos dibujos en las paredes y con el adecuado letrero informativo también en inglés.
Así me enteré de que un tronco de pino había servido para colgar el “atuendo celestial”. Que primero me dejó muy mosqueado pues solo entendí las palabras “colgar” y “celestial” y así pensé que allí habían ahorcado a alguno y me pareció una muestra atroz del poder del señor feudal: no solo ajusticiar a un reo sino además guardar un trozo del árbol y mostrarlo a sus súbditos. Cuando supe que “Raiment” no era el nombre del ahorcado sino que significaba “atuendo” me quedé más tranquilo pero sigo sin entender el significado a no ser que el Señor Nariaki tuviese el tratamiento de “Celestial” y esa era su percha. Lo tendré que consultar con mi amigo Hiro.
NB
Mis pesquisas han tenido éxito. O por lo menos encuentro una explicación: en 1902 el emperador Taisho siendo príncipe visitó esta casa y más tarde el emperador Showa (el que nosotros conocemos como Hiro Hito) también estuvo aquí o sea que lo de “celestial” se debe referir a uno de ellos. Recuerda que la dinastía imperial japonesa desciende de Amaterasu, la diosa del sol en el sintoísmo.
Pues bueno las habitaciones tienen nombres como “Ciruelo, “Arce”, «Crisantemo”,…
En el exterior un gran pedrusco, Kairakuen Ki no Hi, con inscripciones de las que una placa informa que fueron escritas a mano por el propio Señor Nariaki y donde explica que este parque no fue diseñado para su propio placer, sino para ser compartido con la gente de su dominio, para descansar y alimentar la mente y el cuerpo (con las ciruelas imagino) después del duro estudio y de la práctica de las artes marciales. Acaba diciendo que el mismo Señor Nariaki le puso el nombre de Kairakuen para expresar su deseo de “mucha gente gozando del parque juntos”. ¡Viva Confucio! (Esto último es mío).
Cuando vamos camino de la salida nos volvemos a encontrar con las misses y tenemos una nueva sesión fotográfica a la que añadimos a una simpática pareja de abuelos japoneses encantados de posar.
Regresamos al hotel dando un paseo por el lago Senba y de nuevo encontramos cisnes y en este caso algunos negros y uno de ellos con un polluelo gris casi blanco y alguno más con nidos donde parece que están empollando. Y otra vez la envidia de ver que aunque estén al lado de un camino asfaltado nadie los molesta y mucho menos destruye los nidos o mata a los polluelos.
También volvemos a ver la defensa territorial de un cisne negro atacando con dureza a otro que se acerca mucho a su entorno.
Llegamos al hotel y la misma estupefacción de otras ocasiones al ir al lavabo de la recepción: imposible saber dónde está el botón de descarga de la cisterna a pesar de que en esta ocasión hay un panel explicativo de cada una de las funciones de aquel aparato. ¡Todas en japonés!
En el tren una joven con el teléfono. La primera vez que veo algo así. Habla bajito, bajito, pero habla. Y es que los del teléfono son como los fumadores y los ciclistas: no tienen remedio.
Ya en Tokio damos un paseo por “nuestro” lujoso barrio, vaya, el del hotel y ya están anunciando la sakura en las calles, si no los cerezos, sí la iluminación.
Mañana última etapa del viaje: Tokio durante 12 días, que parecen muchos pero que seguro que se nos harán cortos. ¡Es tan apasionante esta ciudad!
28/12/2016 a las 10:55
Éste es un día que da envidia. Preciosas fotos, preciosa jornada.
28/12/2016 a las 13:19
Marisa, muchas gracias.
Realmente fue una etapa muy interesante a pesar de que los ciruelos, la estrella del jardín de Mito, ya estuviesen casi sin flores.