14. Japón 2016. 7 de marzo, lunes. Séptimo día de viaje. De Kioto a Ichinoseki.

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Ayer, al final del día, cayeron cuatro gotas. Hemos tenido una gran suerte con el tiempo y se nos ha hecho demasiado corta la estancia en esta ciudad.

Como dije, la guía sitúa a Kioto junto con París, Londres y Roma como las cuatro ciudades que todo el mundo debería ver por lo menos una vez en su vida. Así que tengo la suerte de haber visto las cuatro y varias veces, pero pienso poder seguir visitándolas. Al marcharme pensaba en ese folleto de un viaje a Japón de 6 días, 9 noches que le dedica a Kioto solamente un día. A mí no solo me quedan muchas cosas por ver, sino que no me importaría volver a ver todas las que he visto.
Vamos a coger un tren tipo AVE.


Con nuestro Japan Rail Pass se pueden tomar todos los trenes excepto los Nozomi y los Mizuho, que deben ser la “crème de la crème” de la alta velocidad ferroviaria. Nuestro primer tren irá desde Kioto hasta Tokio y en los 25 minutos que esperamos han pasado tres Nozomi que hacían ese trayecto. El personal va casi uniformado de traje oscuro y alguna gabardina. ¡Qué pena que se haya dejado de utilizar esa prenda en España! A mí me gustaba mucho y casi solo por llevar esa prenda me gustaría ser japonés.
En la espera compruebo el estado de las vías: todo inmaculado.
Aparece un grupo de unos 30 occidentales. Tres de ellos van vestidos de forma rara. Quizás sean monjes budistas. O como sugiere Marisa “monjes caolines”. ¿Por qué se disfrazarán? Lo curioso es que aquí no parece que dirijan el grupo si no que son uno más entre los otros.
Nuestro tren es un ”Hikari”. Mira que tienen nombres bonitos los de la Renfe japonesa. Es una maravilla y va casi vacío, quizás porque el personal con más prisa ha cogido los “nozomi” que han pasado.
Delante de mí un viajero lee un libro y el del otro lado del pasillo se ha quedado dormido con la mano derecha encima del ordenador.


O es para que no se lo roben (aquí nadie roba) o bien tiene el dedo encima de la tecla el cero y es un empleado del PP japonés y así está escribiendo ceros en el fichero de la contabilidad del portátil del tesorero del partido. Alguno a eso le llaman “sobrescribir”, pero es que no conocen que en el mundo digital la escritura es siempre como un palimpsesto. Vaya, que es más práctico que lo de formatear el disco 34 veces. ¿De dónde sacarán a esos informáticos?

A pesar de que tenemos los asientos en el “lado monte Fuji” el día ha estado nublado y neblinoso y no lo hemos visto.

En Tokio cambiamos a otra estación. Aunque también es de alta velocidad quizás se deba a que la “Japan Rail” está regionalizada y así pasamos de una “autonomía” a otra. Cuando llegamos al nuevo andén hay otro tren a punto de salir y lo forman dos convoyes de diferente color. Tenemos la fortuna de ver la unión de ambos y es una magnífica composición pictórica.


Aquí en los andenes está marcada la posición exacta donde se situará tu vagón. Y para que no haya dudas marcan una línea para que los viajeros hagamos la cola siguiendo esa línea.


Somos los primeros y veo en el suelo escrito un “First” y un “Second”. Creo, equivocadamente, que son las clases del billete y prudentemente me sitúo en el “Second”. Al poco rato hay una docena de personas detrás de mí. Y entonces me percato que las marcas son para que se hagan dos colas, empezando obviamente por la “First” y cuando esta se llene y para no obstaculizar el paso del personal por el andén se empiece por la “Second”. Hoy estaban todos en la “Second”. Es que no se puede ser más educado.


Nuestro tren viene de otro destino pero acaba aquí así que cuando salen los pasajeros se coloca una limpiadora delante de cada puerta con una bolsa de plástico y todos los que salen educadamente van echando los restos del viaje. Inmediatamente suben al vagón el grupo de limpieza, lo cierran y en 5 minutos lo dejan como los chorros del oro.
Por supuesto cuando acaban se ponen todos los limpiadores delante del convoy y nos hacen una reverencia a los pasajeros que estamos esperando.
Nuestro tren es semejante al anterior pero ahora se llama “Yamabiko”. Tiene una novedad con respecto al anterior: una nueva recomendación en el respaldo del asiento: “Por favor, sea considerado con los otros pasajeros mientras esté utilizando el ordenador (ruido del teclado, etc.)”. ¿Se puede pedir algo más?


El tren va casi lleno y pronto el personal se dispone a dar cuenta de sus “bentos”. Y no hay occidentales. No es que fuésemos legión en Kioto pero aquí han desaparecido.
Y así llegamos a Ichinoseki.
Esta ha sido una parada no planificada. Queríamos ir a Hiraizumi, donde estuve en el 2009 y quedarnos a dormir allí pero al final hemos decidido quedarnos aquí que está a 10 minutos de tren de Hiraizumi y además tenemos un hotel de nuestra cadena favorita a 2 minutos de la estación. Lo malo es que es una ciudad tan poco turística que ni siquiera aparece en nuestra guía con lo que no tengo ninguna información al respecto pues lo que he encontrado en internet no dice apenas nada de él. Pero a pesar de no ser turístico en la estación hay una pequeña oficina de información y una amable empleada nos surte de folletos de Hiraizumi y de un plano hecho a mano de Ichinoseki. Sí que hay bien impresos pero solamente en japonés. El hotel como todos los de esta cadena es sencillo pero con todo lo necesario. Tengo un problema con las reservas de otro hotel pero la recepcionista no habla ni una palabra de inglés y eso que es un establecimiento con un trasiego constante de clientes pero todos son japoneses y todos “de negocios”. Ni una familia.
Os recuerdo algo que escribí el año pasado: la cámara que graba el interior del ascensor del hotel tiene una pantalla situada encima de la puerta del ascensor en la planta baja, así que cuando esperas ves quien hay dentro y qué hace.
Como hoy apenas hemos andado nos decidimos a dar una vuelta por el pueblo. Tiene unos 100.000 habitantes pero deben estar todos trabajando o metidos en sus casas. Las calles rectas, vacías y de una limpieza inmaculada: ni una colilla, ni un papel, ni un maldito chicle en la calzada.
Vemos en el mapita que nos han proporcionado que hay un jardín, el de Urashima, y vamos hacia allí. Parece que era una antigua residencia de un samurái pero está un poco triste y además se hace de noche. Dentro una especie de casa de té de madera de las que suele haber en muchos parques. ¿Cuánto tiempo durarían las ventanas de vidrio en un parque español?
En una tienda compramos una botella de té que dice que es de Nuwara Eliya, precioso lugar de Sri Lanka que visitamos el año pasado y que nos gustó muchísimo. Y pensamos que nos gustaría volver de nuevo allí. Pero es que siempre regresaríamos a los mismos sitios.


Encontramos un restaurante de los que debes elegir el menú en una máquina antes de entrar: bastante difícil la elección.


El ambiente es fresco y ha llovido un poquito. Esperemos que mañana, que volvemos a la vida del turista, la meteorología nos respete.
NB
Hoy con el tren hemos pasado por Fukusima. Me he intentado asomar a la estación cuando hemos parado y una señora ha visto mi interés y me ha dicho que en las montañas nevadas que había al fondo se veía un conejo. “¿Hay muchos conejos por aquí?”. “No, solo uno”.
Vaya conversación sin sentido.

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Una respuesta to “14. Japón 2016. 7 de marzo, lunes. Séptimo día de viaje. De Kioto a Ichinoseki.”

  1. Guía de etiqueta para que no te odien en aviones, trenes y camiones – ASÍ NOTICIAS Says:

    […] ¿Sabías que en Japón hay carteles en los trenes que recomiendan tener cuidado con el ruido que haces al teclear en tu portátil? Quizás llegue el día en que estos mensajes no nos parezcan una marcianada. De momento, si vas en […]

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