¿Por qué hemos venido a esta isla?
Pues en un principio no lo habíamos previsto, pero después de la pequeña desilusión de los primeros días en Bali quisimos probar algo diferente.
La guía dice que son tres minúsculas islas, desiertas, bordeadas de playas de arena blanca y cocoteros con un mar azul turquesa. Además que su urbanización ha sido hecha con más gusto que codicia y que hay pocos monstruos de hormigón. Finalmente que cada una de las tres islas tiene su propio carácter: Trawangan es la más cosmopolita, tiene más vida nocturna y lugares de recreo, así como hoteles y restaurantes; Air tiene más carácter local y una mezcla de diversión y tranquilidad; Meno es un lugar de vacaciones casi desierto. La verdad es que la primera vez que oí hablar de estas islas fue a mi amigo Ramiro, que entre otras habilidades es un notable submarinista y que como tal visita lugares increíbles con tal fin.
Después de que ayer parase la música a las 11 de la noche en un “resort” próximo, hoy me ha despertado el cantar de un gallo. Ni idea de la hora que era pero sí de noche así que no le he hecho ningún caso. Además no tengo en mi conciencia ninguna negación de amistad para sentirme culpable al oír ese canto, aunque sí alguna decepción, pero de esas no te avisa ningún ave.
Mientras esperamos que nos sirvan el desayuno un señor recoge cuidadosamente las botellas vacías de plástico de agua mineral.
Me sorprende que las almacene y ate sin romperlas. ¿Las reutilizarán tal como está o les darán otro uso alternativo? Porque en otras ocasiones las estrujan para que ocupen menos espacio. Un misterio. Luego durante el paseo playero he visto a otro señor que llevaba paquetes de cartones a una barca. Debe ser que esta isla pequeña, pero con tanto consumo de desechos, produce un montón de basura y se la llevan a otra parte.
Después del desayuno decidimos dar la vuelta a la isla. Empezamos por el norte y seguimos en la dirección de la agujas del reloj.
La primera constatación es que aquí no se gastan mucho en arquitectos: casi todos los bungalós y cabañas tiene la misma estructura: un porche, una habitación cubierta de caña en su interior y de un tipo de paja en su exterior y lo más curioso es que el “cuarto de baño” forma la parte trasera de la construcción y que en algunos casos, como en el nuestro, la estructura sigue pero abierta por arriba cerrándola una pared de unos 3 metros de alto.
La playa es bonita para verla pero una putada para andar por ella: está llena de trozos de coral rotos.
Además los chiringuitos los han hecho tan próximos al borde del mar como han podido así que en algunos trechos casi no puedes ni pasar. De esta manera las fotografías de paraíso terrenal que ves en algunas informaciones no se corresponden con la realidad. La ventaja es que muy poca gente, casi nadie, está bañándose o tomando el sol. Esto último lo hacen en las tumbonas de los chiringuitos casi exclusivamente. Muchos de estos son continuación de los establecimientos hoteleros así que la disposición es: bungalós, paseo-carretera (generalmente una pista), chiringuito y playa.
Pasamos por uno que se llama “Gracias a la vida” donde tienen atada una maniquí a un poste. Más tarde en otro paseo por la misma zona comprobaré que corresponde en su “fachada principal” a un restaurante mejicano que tiene un eslogan a favor de los zapatistas. Intentaré fotografiarlo mañana (cuando lo vi era de noche) pero dice algo así como que parte de la recaudación va a pagar las escuelas zapatistas. Claramente ni personal del gobierno indonesio, ni de la embajada de Méjico en Yakarta han venido por aquí.
En el recorrido encontramos a un joven apoyando indolentemente en un árbol donde hay atado la mitad superior de un maniquí femenino. Una curiosa estampa.
Cuando no podemos andar por la playa vamos por el “paseo”. Esta isla tiene dos particularidades muy interesantes: hay trozos de ese paseo y de otros caminos que están malamente pavimentados pero la mayoría son pistas de arena. Ello hace que no sea muy cómodo andar por ellos, pero peor todavía lo tiene las bicis por eso algunas de las de alquiler –no he visto a ningún isleño con estas- tiene unas ruedas enormes. Para así poder transitar por la arena.
La otra particularidad es que no hay ni un coche y mejor todavía ¡ni una moto! Después de la angustia de andar por las carreteras con cientos de ellas esto es un paraíso de verdad. Una excepción: hay unas pocas pero eléctricas y van despacio y sin hacer ruido.
El transporte de turistas (vagos o impedidos) y de mercancías se hacen con unos carritos tirados por unos caballos medio enanos.
Veo un letrero donde anuncias unas sesiones de yoga. Dice que la matutina empieza a las 6:15. Esto de la espiritualidad gimnástica es más duro de lo que creía. Claro que esa sesión se llama “Slow Flow” y dice que es “Yoga with Sea View”. Yo creía que en esa disciplina se miraba uno hacia adentro pero debe ser más bonito mirar al mar. Desde luego que en muchos “adentros” no hay color en la comparación.
Pero lo realmente duro es la descarga del material de una lancha que lo hacen íntegramente mujeres. Llevan un pañuelo enrollado en la cabeza para amortiguar el peso y acarrean pesados paquetes de madera. Cuando alguien me hable del trabajo duro refiriéndose a mariconadas le recordaré este trabajo, además de los que habitualmente cito como las picapedreras de la India y los plantadores de arroz del sudeste asiático.
Por cierto, ¿por qué todos los descargadores hoy eran mujeres? ¿Será un trabajo indigno para un hombre?
NB
Al ver las bicicletas de ruedas gordas he recordado que vi un ejemplar así en el barrio de Dogenzaka de Tokio y la califiqué de “un capricho de un caprichoso”. Visto que son para circular por la arena me ratifico en mi apreciación: “un capricho de un caprichoso de Tokio”.
15/05/2016 a las 12:47
La verdad es que es un resumen muy ajustado a lo que son las islas. Un poco contaminadas por la civilización pero muy bonitas. Las playas tienen ese problema de los corales (la naturaleza es sabia para evitar al turista irreverente), y bajo sus aguas los peces tienen que convivir con bicicletas y cualquier desecho humano que se pueda encontrar. Curioso destino la verdad. Muchas gracias por la descripción.
15/05/2016 a las 20:40
Ramiro, tu comentario me muestra una faceta tuya conservacionista que desconocía.
Gracias.
16/05/2016 a las 12:37
Si yo te contara la cantidad de porqueria que veo cuando buceo, podríamos llenar un libro. Un abrazo