75. Japón 2015. Trigésimo tercer día de viaje. 31 de marzo. Martes. Tokio día 10. Segunda parte.

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Desde el cementerio de Aoyama nos vamos a Meguro-gawa, el otro sitio de los que “vuelan bajo el radar”. Pues será solo conocido por ellos pero aquí están los 30 millones de tokiotas viendo la sakura y todos haciendo fotografías.



Porque aquello es una locura. Es un canal con calle a cada lado con cerezos mil cuyas ramas caen sobre el canal, con algunos puentes que lo cruzan y con la particularidad de que hay un rito especial que imagino será una moda reciente: además de comer por allí como en el resto de parques, el personal, pero sobre todo las jovencitas se toman una copa de “Martini Rosé” (con burbujas) decorada con una fresa: 500¥ el precio estándar, unos 4€. Y así se pasean de esta guisa con la copa en la mano. Han empezado a caer los pétalos sobre el canal y es un espectáculo precioso verlos flotar en las aguas.



Y en medio de esta marabunta un señor sentado leyendo un libro ajeno a todo.

En el paseo veo a una guapa jovencita que lleva un bolso donde está escrito “Les pois de senteur” y debajo “Fragonard”. Ella capta mi mirada y me pregunta si somos franceses. Pues no lo somos pero charlamos con ella y su amiga. Es japonesa pero ha vivido muchos años en Francia. Entiende el español y allí tenemos una conversación de esas que me recuerdan a “El nombre de la rosa” de Eco. Ella hablaba en francés, nosotros en castellano, entre ellas en japonés y todos en inglés cuando intervenía su amiga que ha resultado ser de Hakodate, preciosa ciudad de Hokkaido que visité en el 2009.


Entramos en un supermercado donde compramos comida para comer allí debajo de los almendros celebrando también la sakura. Compruebo el precio del Martini Rosé: 1728¥. Es más barato el Freixenet semiseco: 1310¥, unos 10€.
Comemos entre el personal pero buscando un sitio donde poder sentarnos pues no sabemos hacerlo como ellos en el suelo.

Y en medio de tanta belleza y tanto glamur un puesto de chorizos. ¿Qué representará para ellos? Imagino que debe ser algo que creen típico europeo pues aquí un letrero dice “Saucisson maison” y hay pegatinas de la bandera francesa y de Paris. Aunque en otro puestecillo hay un letrero de “Lampredotto” que es una especie de bocadillo de callos típico italiano y lo que hay dibujada es una flor de lis pero lo que cuelga es una par de longanizas. ¡Vaya lío cultural gastronómico!

Para hacerlo más internacional vemos a un joven con un niqui con la bandera turca y que está enrollando en una gran espátula un helado como sirven en Turquía


Aunque el rey sigue siendo el “Martini Rosé”. Una vez le pregunté a un sumiller qué opinaba sobre ese brebaje. Bajo la voz y me dijo: “eso es un vino espumoso con vermut y yo lo hago en mi casa y mucho mejor”. “Es que a mí no me gusta mucho el Martini”. “Hombre, es que yo no lo hago con Martini”.
Pero lo dicho: aquí el rey.


Acabamos el día en Ginza viendo el lujo y los increíbles edificios y escaparates.

Cuando volvemos al hotel pienso que así es imposible la salvación del mundo. No puede haber el derroche de luz y lujo como el de Ginza y que al mismo tiempo muchas mujeres tengan que andar varias horas al día para buscar agua y luego regresar cargadas con ella hasta su vivienda. Es imposible aunque me pueda deleitar con el escaparate de Dior y la fachada del edificio de Chanel. Ya sé que si quieres compras y si no no, pero es me acuerdo de la canción de los 60 de Atahualpa Yupanki: “Y es que nadie escupa sangre, pa que otro viva mejor”.

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Una respuesta to “75. Japón 2015. Trigésimo tercer día de viaje. 31 de marzo. Martes. Tokio día 10. Segunda parte.”

  1. La otra Marisa Says:

    Bonito final.

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