74. Japón 2015. Trigésimo tercer día de viaje. 31 de marzo, martes. Tokio día 10. Primera parte.

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Al llegar al hotel por la noche encontramos siempre el restaurante que hay al lado lleno de gente: un enigma. Sea el día de la semana que sea y eso que debe ser caro dada la cantidad de camareros y cocineros que pululan por allí. Y además es francés: “La Poupée”. Marisa dice que siempre le recuerda el nombre a una canción de su primera juventud: “Poupée de cire, poupée de son”. Te dejo un enlace a un video de France Gall cantándola, por si eres tan mayor como nosotros. Ah, y ganó el premio de Eurovisión en 1965 y su autor era nada menos que Serge Gainsbourg. A ti joven que acabas de llegar al mundo no te dice nada ese nombre pero estuvo casado con Jane Birkin quien cantó su famosa “Je t’aime…moi non plus”
Otra cosa curiosa de ese restaurante es que es muy pequeño y no tienen ninguna salita entre la sala del comedor y la calle por lo que los que esperan deben hacerlo en esa calle y de pie. Eso sería increíble en un restaurante de esa categoría en España, aunque quizás los gastrónomos sean como los asistentes a los conciertos de pop o de rock que hacen largas colas, pagan un disparate para oír, que no ver, a unos tíos desgañitándose entre nubes de humo y encima están de pie. Pues a lo mejor los de “La Poupée” eran de esos. Pero todas las noches a tope.
Camino de la parada de metro pasamos por delante de unos macizos de flores preciosos plantados en la calle. Y ya sabes qué me pregunto. No lo repito.


Otra cosa que me encanta de este país: todos los restaurantes (menos “La Poupée”) tienen los precios en la calle. Ahora con la crisis también sucede en España, pero antes no y solo los extranjeros se atrevían a entrar y mirar los precios de la carta antes de sentarse. Eso no lo habría hecho un caballero español. Una vez porque pedí la carta de vinos ante el temor de una clavada recibí una fuerte reprimenda. Pues aquí todo muy clarito en la calle. Muy clarito en japonés, por supuesto. Aunque muchos tienen fotografías de los platos o reproducciones en el escaparate.
Camino del metro pasamos al lado de un furgón de transporte de fondos. En la puerta de la furgoneta está esperando uno de los guardias. En su mano derecha lleva una especie de porra de acero inoxidable. Poco podría hacer con aquel utensilio frente a alguien con una pistola pero aquí debe ser inconcebible un asalto así. Una vez leí que este país era uno de los más restrictivos del mundo en cuanto a posesión de armas de fuego.
La guía nombra 3 ó 4 sitios que son los más importantes en Tokio para contemplar la sakura, como el parque de Ueno, por ejemplo, pero luego recomienda dos más que según dice “solo conocen los de aquí que felizmente vuelan bajo el radar en primavera”. Claro que mi traducción de “fly under the radar” debe ser una patochada. Ahora yo añadiría que “solo los conocían” porque tú recomiendas un sitio maravilloso en una guía importante y se jodió el patatar. Luego he visto que «fly under the radar» es pasar desapercibido.
La primera visita es al cementerio de Aoyama que también visité en mi primer viaje y del que tengo un bonito recuerdo.


El primer problema para llegar a él es que no aparece en el plano de mi guía y el que encuentro en la calle está al revés, que aunque sé que es una particularidad japonesa me despista bastante y tardo en darme cuenta. Me pasó como a la paloma de Alberti: “por ir al norte, fue al sur”. El segundo ha sido encontrar a alguien que supiese donde estaba aunque preguntábamos a unos 100 metros del lugar. Porque muchos no conocían la palabra “cemetery” y cuando decía “reien”, pues pensaba que esa palabra sería “cementerio” al estar detrás de “Aoyama” en la guía, no me entendía nadie, quizás porque pronuncio las erres como en castellano: “rrreien” . Pero al final llegamos a él. Como todavía era buena hora apenas había nadie y el lugar es precioso. (Después de haberlo escrito me pregunto cuando es “buena hora” en un cementerio). Nada tétrico y con unos cerezos en flor maravillosos y las tumbas muy cuidadas y algunas con bonitas flores naturales. Claro que leí que el pasado día 21 es el día en que cuidan y limpian los cementerios así que a lo mejor tiene que ver con eso.




Este cementerio al estar en medio de una gran ciudad tiene como telón de fondo grandes edificios que contrastan con la placidez del lugar.


Hay un trozo dedicado a los extranjeros que murieron aquí a finales del XIX y comienzos del XX. Se ven bastantes de curas y clérigos, muchos de ellos americanos que debieron venir para cristianizar oriente. Occidente para ellos, si eran americanos.
Un monolito dice en japonés, inglés, francés y castellano que “Que la paz prevalezca en la tierra”.


Ni idea de a cuento de qué viene esto. Cuando escribo en casa lo busco y resulta ser el tema principal de una sociedad
que ya ha colocado más de 100.000 de esos “Polo de la Paz” como los llaman ellos.

Un bonito mausoleo del Dr. Gottfried Wagener del siglo XIX. Fue un físico y químico alemán, docente en la Universidad de Tokio  que contribuyó a la mejora de la calidad de las cerámicas japonesas durante la era Meiji y al conocimiento de Japón en el mundo y de la cultura occidental en Japón.


Una gran lápida, en este caso conmemorativa de la iglesia católica de Azabu , una zona de Tokio, con 9 nombres franceses y con tumbas detrás que imitan a las medievales.




Y por allí aparecen un grupo de niños pequeños con dos profesoras como si fuesen de paseo.
Aquí los cementerios no tienen el carácter ominoso de los nuestros. Esto se confirma porque cuando se acercan las doce empezamos a ver a grupos de chicas sentadas por allí comiendo.


La sakura es la sakura y cualquier cerezo es bueno para ello. Luego se transforma en una riada de oficinistas que llegan hasta allí con sus cajitas de bento y se ponen a comer.


Desde luego el sitio es precioso aunque el tamaño de los cerezos sea menor que el de los otros sitios que hemos visitado estos días.


Camino de nuestra próxima visita nos encontramos muestras del eclecticismo arquitectónico japonés. ¿No hay un plan urbanístico? Sorprende en una sociedad tan reglada como ésta parece que cada uno construye como le da la gana.

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