Normalmente escribo este borrador por la noche en el hotel con la ayuda de las notas que tomo en algún papel a lo largo del día. Hoy el papel me sirve de poco pues está lleno de palabras como “sillón”, “llave”, “yave”, “té”, “ocho”, “giro”, “ça va”, “saint”, “el foso del castillo”… ¿Por qué? Pues porque hemos estado todo el día con nuestro amigo Hiro y por lo tanto ha sido algo atípico dentro de la vida de un turista y porque hemos visitado lugares fuera del circuito habitual.
Hoy habíamos quedado en que vendría a recogernos a nuestro hotel para ir a hacer un recorrido en barco por el río. Como estos días son de gran afluencia turística teníamos que llegar pronto al embarcadero, pues los grupos suelen copar muchas salidas. Y aunque los japoneses son gente puntual nuestro amigo ha llegado con mucho retraso: un accidente en la línea de tren en la que venía. Me ha dicho medio en broma que quizás ha sido porque alguien se ha tirado a las vías lo que parece una forma habitual de suicidio además de que así el suicida le hace la pascua al personal. Así que vamos al metro y estamos media hora sin salir. Me dice que nunca le había pasado dos veces en el mismo día. Nuestro vagón va lleno de señores con traje oscuro y corbata y allí, a pesar de la espera, nadie levanta la voz ni se pone nervioso. La verdad es que no paran de hablar por la megafonía y quizás dan explicaciones muy convincentes (no como en el metro de Madrid) o bien recitan algunos haikus que sosiegan al personal. Pero ni un “¡qué vergüenza como nos tratan!”, o “la Botella debería viajar en metro y ver como nos informan”, “diga que sí, que nos tratan como animales”,…Aquí nada. Quizás lo piensan igual pero lo guardan en el fondo de su inescrutable alma.
NB. Por si me lee Hiro utilizando un traductor automático: “Botella” o sea “Bottle” es el nombre de la anterior alcalde de Madrid”.
Llegamos al embarcadero, cola como siempre y precioso recorrido por el río. Y a un precio razonable. De vez en cuando pasamos por paseos o pequeños parques llenos de cerezos en flor. Yo aprovecho para preguntarle a mi amigo todas las dudas sobre este país y el comportamiento de sus gentes.
Ha sido un trayecto con mucha arquitectura y preciosos puentes.
Así este amarillo:
O este rojo con uno azul de fondo:
Llegamos al final del recorrido y de nuevo vamos al metro. Hiro nos lleva por una galería comercial con restaurantes que es única o casi en esta ciudad pues ha permanecido como hace 50 años y no se ha remozado como las otras. Está limpia pero es vieja, vieja.
Y luego nos conduce al lugar más bonito de Tokio para ver la sakura.
Marisa está entusiasmada. Grandes, enormes cerezos dejan caer sus ramas casi hasta las aguas de un pequeño lago donde algunos reman en barquitos. Hay mucha gente viendo aquello como nosotros pero el sitio es espectacular y curiosamente no lo menciona la guía o por lo menos no lo he visto. Hiro nos dice que estará más bonito dentro de 3 ó 4 días cuando empiecen a caer todos los pétalos. Será precioso pero ahora, hoy, es algo fuera de serie.
Lo debe ser incluso para los propios japoneses pues hay legión haciendo fotografías.
24/12/2015 a las 14:58
¡Qué bonitas fotos! Y qué apacibles lucís Hiro y tú
24/12/2015 a las 15:14
¡Qué terrible lo de los suicidios en el metro!
Lo comentas con una naturalidad que impresiona.
24/12/2015 a las 16:15
Quizás es que Hiro me lo comentó así, sin ningún dramatismo y así lo escribí yo. Pero ahora que me lo dices sí que debe ser algo terrible eso de echarse a las vías del metro.