Esta noche pasada han cambiado la hora en España y ahora en lugar de 8 horas de diferencia ya solo hay 7. Y además es Domingo de Ramos. Hace un rato pongo la radio en el hotel y conectan con Sevilla y empiezan a hablar del “fervor” de la Semana Santa. Que si no es que tengo que dar fe de vida cada año para cobrar la pensión me quedo a vivir aquí y cambio para siempre el bocadillo de jamón por el sushi y la tortilla de patatas por el sashimi. ¿Hay alguien que se crea que la Semana Santa en España es una fiesta religiosa? Pues como la Navidad. Pero ¿dónde está el adviento? ¿Y la cuaresma? ¿Es que en el mundo católico español solo hay Navidad para gastarse lo que uno no tiene o Semana Santa para disfrazarse y hacer ruido? Pues aquí no tendrán “fervor” pero dejan en la puerta de su casa o de su establecimiento una maceta florida por la mañana y a las 24 horas sigue en el mismo sitio y con las mismas flores. Solo ha faltado que el periodista radiofónico ha calificado al Sr. Banderas de “español universal”. Hombre “español universal” era Don Jacinto Benavente que recibió el premio Nobel hace más de 90 años y a quien nadie recuerda ahora. Y por cierto, el actor no me cae mal.
Hoy se ha roto la buena racha climatológica: ha amanecido con sol, luego se ha nublado y a las 6 de la tarde como ha previsto el servicio meteorológico japonés se ha puesto a llover.
Ayer Marisa se quedó tan impresionada con la visita nocturna al parque de Ueno que hoy hemos decidido volver para verlo de día.
Antes de ir al parque busco en internet un par de sitios a los que quiero ir y que no aparecen en mi guía. Como en la recepción del hotel hay un par de ordenadores portátiles y una impresora voy allí dispuesto a ver el mapa y llevármelo en papel.
¿Sabes lo que es teclear en un PC japonés? No te lo puedes ni imaginar. Al fin descubro la banderita española y pulso sobre ella.
Pregunta: ¿qué harán los nacionalistas de las nacionalidades históricas y algunos progres multiculturalistas que tienen alergia a la bandera? Me refiero a la española que las banderas regionales son materia sagrada e intocable. Pues se joderán con el teclado japonés. Por lo menos con “nuestra” banderita te sale una pantallita y con el ratón vas tecleando. Horrible pero al fin sale el mapa. Luego lo imprimes “a palpote” pues todas las ventanas que te salen lo hacen en japonés y así esperas acertarlas o repetir la operación con otra opción. Y al final tienes el mapa. Perfecto. Todo perfecto excepto que todo me ha salido en japonés en la impresora aunque en la pantalla me salía en caracteres latinos. Seguramente no he acertado con la opción adecuada. Y un mapa así te sirve para…nada.
Salimos del metro de Ueno entre una multitud y hablamos de lo esbeltas que suelen ser las japonesas y como esa circunstancia les permite llevar las minifaldas que muchas jovencitas llevan. Y entonces nos adelanta una verdadera tanqueta occidental. Creo que nunca había visto un ser humano tan cúbico. En estos casos de un volumen fuera de lo habitual siempre me pregunto cómo viajarán, cómo se moverán, se sentarán o llevarán el equipaje. Un misterio más.
Entramos en el parque de Ueno y es una locura de gente y de lo bonito que está. He leído esta mañana en ”The Japan News” que en este parque hay 800 cerezos y que el pico de la floración será el lunes. Pero es que no son cerezos normales. En primer lugar todos son grandes y algunos enormes. Y en segundo lugar es que deben ser variedades que además de no dar frutos dan mucha flor.
El paseo principal está rebosar y aunque todavía es pronto la mayoría de las “parcelas“ ya están ocupadas, en algunos casos por un grupo y en otros por un “guardián” que protege el territorio. No sé si por la noche se quedará alguno a dormir aquí o cada noche se levanta el campamento y luego madrugan para coger sitio. Pero además de estos lugares delimitados también hay mucha gente en cualquier lugar donde se pueda colocar un plástico. Porque todo el mundo tiene uno. Y a pesar de la hora (10 de la mañana) ya hay grupos que están comiendo y bebiendo cerveza.
Y los paseantes no paramos de hacer fotos a las flores.
Una joven más osada coge una rama y se la acerca a la cara para que su amor la fotografíe así. Una pareja de vigilantes que pasa por allí le advierte que las flores no se pueden tocar y la suelta rápidamente y sin rechistar. La verdad es que más tarde otras señoritas –siempre ellas- han vuelto a coger esa misma pobre y sufrida rama.
No se ven demasiado palos autorretratadores, vaya muchos menos que el domingo pasado.
Veo a una joven que se mira en la pantalla del teléfono y se graba, ¿Qué hará al llegar a casa? Porque la madrastra de Blancanieves aún hablaba al espejo pero si te grabas y luego te ves por la noche ¿hablarás también con tu otro yo? Porque a la malvada madrastra le contestaba el espejo pero la pantalla del teléfono no creo que lo haga, aunque pensándolo mejor quizás algún emprendedor dotcom haya sacado una aplicación y te das conversación a ti mismo. Estas actitudes narcisistas siempre me recuerdan a una escena de una peli de Belmondo (¿se habrá muerto?), de la que no recuerdo el título. Está el simpático actor tocando el piano con el toroso desnudo y al alargar el brazo sobre el teclado se ve el hombro y no pudiendo resistir la tentación de encontrase tan atractivo se da un beso.
Para compensar esa tontez veo a un par de señoras que tocan un tronco con devoción y luego se tocan la cara. Debe ser alguna raíz animista del shinto. De todas maneras tiene más vida un cerezo de Ueno, y más estos días, que un pie de Cristo doliente al que besábamos con devoción infantil o que una columna de mármol (cf. El Pilar de Zaragoza).
A pesar de las multitudes de ayer por la noche, los paseos y jardines vuelve a estar limpios, lo mismo que los contenedores de basura.
Hay una parcela delimitada en el suelo con media docena de mesas altas. Un letrero dice que aquella es una zona de picnic durante la época de la floración de los cerezos y que debes seguir las siguientes normas de uso: el área está abierta de siete de la mañana a 8 de la tarde; la duración de su utilización es de una hora; no se puede guardar el sitio; no lleves plásticos para el suelo ni sillas; limpia el lugar después de usarlo. Acaba diciendo que las mesas han sido diseñadas y construidas por alumnos de arquitectura de la universidad de Tokio. ¡Son increíbles!
De todas maneras es muy difícil plasmar con palabras o imágenes el ambiente humano que hay y la belleza del lugar.
Dejamos el parque de Ueno y nos vamos a visitar un santuario shinto en el que estuve en el 2008 y al que se accede por un túnel de “toriis” que quiero que Marisa vea.