Museo Nacional de Tokio. II.
Salimos del edificio del arte asiático y nos vamos al del arte japonés, “Honkan”. Entre un edificio y otro hay bastantes abuelos haciendo acuarelas y además muy bien. Marisa fotografía a algunos de ellos y una que se da cuenta de que va a retratarla, para su actividad, se coloca bien el gorrito de lana para poder posar mejor y encima le da las gracias.
La primera sorpresa es que en la planta -1 hay un distribuidor hacia los lavabos y algunas salas donde hay unos asientos y máquinas expendedoras de bebidas y helados. Y como siempre en Japón los precios de las máquinas son más baratos que en una cafetería y además en todos los lugares tiene el mismo precio, sea la calle más turbia o el principal museo de la capital: 130¥ una lata caliente de café con leche.
Estos días hay dos exposiciones temporales y una de ellas está en esta parte del edificio. Además tienen una tienda con cosas preciosas y caras. Pero también venden algunas cosas para comer tipo galletas y similares que por supuesto has de ingerir en un sitio dedicado a ello. O sea que se trata de hacer de este lugar un sitio donde estés a gusto y que no te peguen una clavada si quieres tomar un café o un refresco.
Aquí ya hay más gente que en el edificio del arte asiático pero se sigue pudiendo deambular con facilidad y lo mismo que en el anterior todas las piezas están expuestas e iluminadas perfectamente.
Y como estamos en Tokio (o quizás sea en Japón) nos encontramos en un banco a una pareja joven que se han quedado dormidos los dos. ¿En el Prado te dejan dormir?
Hay una exhibición temática con el título “La belleza de los cuentagotas de agua”. ¡Qué bonito! Se trata de utensilios para fabricar la tinta que utilizaban los dibujantes y calígrafos en sus obras. Debe ser muy interesante pero no tenemos tiempo de verla.
La visita a este edificio la acabamos con un apartado que se llama “yoga”, que en japonés quiere decir “pinturas al óleo al estilo occidental” realizadas durante la época Meiji (1868-1912). Y digo “acabamos” y debería decir “empezamos” pues me he equivocado en el orden a seguir y hemos empezado por el final.
Todas las piezas que tienen que ver con el florecimiento de la primavera tienen una marca especial: cinco pétalos rojos formando un pentágono, o un letrerito que dice “Cherry Blossom Viewing at theTokyo National Museum”.
En una vitrina hay una explicación en la que dice que la obra está hecha con un papel grueso conocido como papel blanco “dabi”: de este papel se decía que contiene polvos de los huesos de Buda. ¡Mira que dan de sí algunas reliquias!
Para los seguidores de estos mitos un desengaño pues durante los trabajos de restauración se ha comprobado que lo que hay procede de la corteza de un árbol del género de los husos (ni idea del árbol), llamado Eunonymus sieboldianus. ¡Qué poco cuidado tienen esos científicos con la fe del personal! Podían haber dicho que había restos de huesos y todos tan contentos.
Como complemento final en este edifico hay un jardín precioso en la parte posterior pero no hemos podido pasear por él pues cierran a las 4 y hemos llegado tarde.
Así que vamos a acabar con el último edificio visitable: la galería de los tesoros de Horyuji. Es un edificio de 1999 que alberga los objetos donados por la familia imperial al templo de Horyuji en el siglo XIX.
Tiene un bonito jardín delante de él y un estanque con unos reflejos preciosos. Está a punto de cerrar y solo podemos echar una rápida ojeada.
La presentación todavía mejor y más bonita que en el resto, lo que ya es decir.
Al salir unos camelios preciosos. ¡Cómo puede haber flores tan bonitas y que sea gratis su contemplación!
Después del museo nos vamos a ver el templo Toshogu también dentro del parque de Ueno pero que también acaban de cerrar. El acceso es por un bonito paseo con linternas y farolillos que ahora está horrible pues lo han ocupado con puestecitos de comida y bancos, imagino que con motivo de las fiestas de estos días. Regresamos al paseo principal del parque y para compensar un letrero da consejos para llevar bien estas fiestas y el último me parece el mejor: ”Acaba tu fiesta a las 8 de la tarde”. ¡Cuánto añoraré estos comportamientos! Sobre todo en mi pueblo donde las fiestas se acaban doce horas más tarde: a las 8 de la mañana.
Como ya casi es de noche acaban de encender todos los farolillos del paseo: una maravilla. Y el personal no roba las bombillas: en el bloque donde vivo después de más de 25 años hemos desistido de colocar bombillas en el descansillo de la entrada pues las roban cada vez que las reponemos: desde el primer día.
El personal coloca sus plásticos en el suelo y van ocupando los espacios para sus cenas aunque no son todavía ni las 6 de la tarde. Se ven algunos “sin techo” recogiendo latas de los contenedores, que imagino luego venderán.
En este viaje he visto muy pocos “sin techo” en comparación con mi primer viaje. No sé si los habrán recolocado en algún otro sitio o bien se han ido muriendo y como la mayoría procedían de la crisis de los 90 no ha habido reposición.
Acabamos el recorrido en los mismos árboles floridos donde comenzamos esta mañana y sigue lleno de gente haciendo fotografías. Es un lugar francamente bonito. Y aunque ya ha empezado oficialmente la sakura la noche es fresca. Marisa dice que con esta temperatura no vamos a ver los árboles floridos antes de marcharnos. Espero que sí.
PD
Hoy he leído una noticia de las bicicletas municipales de Madrid:
“Arrancadas 450 bicicletas públicas en Madrid en lo que va de año”. Y estamos a 27 de julio.