Volvemos a la entrada sureste del parque y vuelvo ver a los amantes del rockabilly. Y digo «vuelvo» porque son casi los mismos que encontré en el 2008 y que ya fotografié entonces, aunque hay algunas diferencias.
La primera es que no hay un grupo de chicas disfrazadas de jóvenes americanas como en «American Graffiti», ahora solo hay un par que visten como ellos aunque no pueden disimular que no son tan «duras» como ellos y una incluso es mamá.
Entonces, en el 2008, bailaban en grupo todas ellas y ahora es un baile de exhibición de «macho a macho», a ver quien lo hace más difícil. La segunda diferencia, quizás debido a la edad o a la moda, es que los tupés son más discretos.
Y hay algo que no recuerdo de la otra vez así que no sé si es diferencia o que los zapatos se les han hecho también más viejos: antes de «actuar» se forran los zapatos con una especie de cinta aislante pues los tienen machacados. Imagino que será una pose, no que no se los puedan comprar nuevos y «fardan» más con zapatos machacados. De cualquier manera un espectáculo que no te debes perder.
A su lado, con tanto color negro y tanta dureza en sus rostros esculpidos unas jovencitas disfrazadas y muy rosas ponen un divertido contrapunto.
En un recinto cercano vemos multitud de jóvenes y muchos de ellos haciendo una larguísima cola. Indago y resulta que intentan comprar una camiseta, imagino que de algún ídolo. Quizás haya algún concierto además. También exponen unos coches y una joven azafata disfrazada de tripulante interestelar posa sonriente.
Todas las jovencitas estrafalarias de Tokio se han dado cita allí. Y digo «jovencitas», porque ellas son el 97,3% del total. ¿Será que a ellos si no son estrafalarios (también hay alguno) les da vergüenza acompañar a una rara?
Pero todo aquel entorno, llamado Jingumae, no es solamente el parque y las jovencitas raras. Hay una calle, Omotesando, llena de tiendas, restaurantes, y por lo menos hoy, domingo, con mucha, mucha gente.
Es la hora de comer y buscamos un restaurante. A pesar de que ya es muy tarde para ellos, sigue habiendo largas colas delante de los establecimientos. De casi todos. Pero además ¿tú entrarías en uno que no hubiese cola si todos la tienen? Pues lo mismo nosotros. Pero al fin conseguimos comer bien y sin mucha espera pues no te puedes imaginar lo raudo que trabajan estos camareros y cocineros.
Encontramos una tienda que no sé si será una franquicia pero lo debería ser: «Condomania».
Dice que están hechos en Japón y luego pone un número que no sé qué querrá decir: 0,01. Y debajo «ZERO ONE». ¿Será el número de veces que falla el producto de esa marca? Si es así quiere decir que has debido utilizarlo diez mil veces para que te falle una. ¿Cómo lo habrán probado? Porque en las estadísticas serias los test deben realizarse en las mismas condiciones. Así que habría que haber cogido a la misma pareja en las 10 mil ocasiones. Eso da 33 veces cada día durante 300 días o mejor tres veces al día durante 3.333 días o sea unos tres años. Difícil lo del arte de la estadística y sus pruebas.
Otra interpretación sería que falla el usuario del adminículo el 0,01%. Y eso aún me lo creo menos.
Al final será solo un mensaje de marketing que no se puede probar.
En una peluquería con un aspecto muy «posh» y con grandes vidrieras a la calle hay una lista de precios: corte de pelo incluyendo champú y «finish» no llega a 5 euros, y si pone champú es que te lavan la cabeza (no creo que sean tan cutres que cuando te vas te den una bolsita como la de los hoteles) y además también está incluido el «finish» que no sé lo que es pero algo será. Una ganga.
Por si quiere ir te dejo las coordenadas: 35°40’9″ N 139°42’13» E. ¡Ah y los hombres más barato! La putada es que no te entiendas y cuando te digan en japonés: «Al señor le iría muy bien una cresta de color violeta», tú solo sepas contestar «hai», o sea que sí.
Volvemos al parque y nos encontramos con los tocadores del tambor que esta vez han aumentado pues se les han añadido un pequeño grupo de negros y también a los músicos de viento, solitarios como un saxofonista o en trio de dos trombones y una trompeta. Pero siempre sin pedir nada.
Por megafonía advierten que hay actividades que están prohibidas como patinar porque no solamente son peligrosas sino que además pueden molestar a otras personas. Eso es civismo.
Regresamos en el metro y en uno de sus interminables pasillos me encuentro con un fenómeno nuevo para mí: veo a unos jóvenes haciendo cola delante del póster que está en la pared de una guapa joven. Yo también la hago y resulta que cada uno cuando le llega su turno le hace una foto al póster y se va. ¡Una foto de un póster de la pared! Y hacen cola para eso. No me lo podía creer.
Cuando llego al hotel pregunto por ese fenómeno y no se quedan extrañados. Sí aprovecho para conocer a la joven: se trata de Ikuta Erika famosa porque pertenece al grupo Nogizaka 46. ¿Por qué es famoso este grupo? Pues porque es el principal rival del AKB48.
Tengo que confesar que he intentado investigar sobre ellos pero eso dará para una licenciatura de cinco años, de las antiguas. Solo decirte que he descubierto una palabra que no está en el diccionario de inglés aunque aparece como tal: «kennin». Un miembro de un grupo de este tipo en Japón que pertenece a dos grupos al mismo tiempo. No sé si eso aquí será peyorativo.
NB
Viendo a la agraciada joven del póster me percato de que casi todas las chicas llevan flequillo o por lo menos cubierta parte de la frente. ¿Será un hecho cultural o será porque tienen la frente muy ancha?