En vez de división (viejos-nuevos, arriba-abajo) ahora toca suma (encorbatados+descorbatados, enchaquetados+deschaquetados, matices+colores puros, instalados+asaltantes del Palacio de Invierno, etc.). Como siempre, de la calidad, coherencia y resultados de la «política de alianzas» dependerá el futuro electoral.
Ciudadanos ha acertado al dar un tono general («nacional») a su campaña y Podemos no ha acertado al apoyar una patulea de nombres dispares con cabezas dispares trufadas de independientes que es posible que se hayan aprovechado de la marca pero que no sean amables en el futuro. Además la excusa de no hacer daño a la marca Podemos por apresurarse a sacar un producto inmaduro se ha revelado poco útil porque de todos los infinitos verbos en plural que se han presentado se dice que son Podemos lo sean o no.
La desaparición del bipartidismo ha sido una exageración interesada. Salvo escasas situaciones los nuevos partidos solo pueden aspirar a ser bisagras y ya se sabe que las bisagras son lo primero que chirría.
A todos los partidos, pero en especial a los nuevos se les tendrá muy en cuenta su definición y coherencia a la hora de prestar votos y apoyos a los dos «grandes», por lo que es posible que su mayor ganancia en las siguientes generales tenga origen en su sensatez en este primer escollo con el que van a encontrarse.
Todos los partidos deberían abandonar la estúpida idea de que las siglas ganan. Cuando aparecen en las cabezas de las listas personalidades atractivas (Carmena, Colau…) se llevan votos impensables. Para que no se diga que una vez visto es muy fácil reconocer una personalidad atractiva véase una nota mía de febrero de 2013 que demuestra sin vanidad que muchos nos dimos cuenta hace tiempo. El encabezar las listas con amigos obedientes (incluso amigos obedientes pasados por primarias) debe erradicarse y sería bueno que se instalase en los partidos una cierta meritocracia. La circunscripción uninominal haría aparecer muchas personalidades atractivas. Veamos en qué sentido empujan los nuevos partidos la ansiada reforma de la ley electoral si es que se mantiene en la agenda de lo que queda de año.
En las Comunidades y Ayuntamientos en los que haya vuelcos hay que esperar que los nuevos gestores investiguen y limpien con mucho interés la abundantísima corrupción que no sólo afecta a los cargos políticos sino que ha alcanzado a parte del funcionariado. Al mismo tiempo quienes hayan hablado de austericidio se darán cuenta de que la austeridad en la gestión de lo público no sólo es una virtud sino que es rigurosamente obligatoria salvo que su único interés sea acumular una deuda impagable (¡más que la actual!) y hacer una quita.
Los partidos que hayan gastado con liberalidad encontrarán en los recien llegados (espero) a gente que mirará los derroches con ira y que tendrá actitudes insultantes con quienes continúen tratando con arrogancia a sus adversarios.
La desaparición o casi de IU y UPyD puede tener poca importancia, o sólo sentimental, porque es evidente que IU forma parte real o simbólica de Podemos y que UPyD, escasamente apreciada por los restantes partidos, ha permeado con algunas de sus ideas a todos los demás.
Etiquetas: elecciones
26/05/2015 a las 13:37
Podríamos tener confianza en los pactos si todos los intervinientes fueran de la brillantez y sensatez de Ada Colau y Manuela Carmen, y los partidos tradicionales o nuevos tuvieran la inteligencia y la flexibilidad para pactar.
Como no parece ser el caso, veremos caer a los mejores aplastados por los peores.
Pienso en el apoyo del PSOE que necesita Manuela Carmena y que, de no producirse, nos colocaría a la condesa en la alcaldía de Madrid.
27/05/2015 a las 08:51
Piensa también en como Echenique en Zaragoza y Oltra en Valencia parece que no lo tengan claro tampoco.