Abandonamos la plática del “He is the former Prime Minister of Tibetan Exile Government. Prof Samdhong Rinpoche” y nos vamos a la plaza principal del complejo. Una maravilla. No es la fachada más espectacular que hemos visto pero está muy bien proporcionada. En una casita al lado de la puerta principal del templo hay una habitación con varios molinos de oración muy grandes.
Los hacen girar tirando sin parar de unas correas al mismo tiempo que rezan en voz alta un grupo de niños y ancianos. Cada uno tiene delante de sí un montoncito de billetes de 10 rupias. Vemos a un señor que ha ido dejando un billete encima de cada uno de ellos. Puede ser una forma de ganarte el cielo y un poco de dinero (suponiendo que sea para ellos) pero me ha parecido una forma de trabajo infantil y además dura. Y tampoco es para viejos.
El monje de los quinientos me informa del plan de cada día: diana a las 3 de la mañana; rezos de 3 y media a 6; desayuno a las 7 y a las 8 comienzan las clases; a las 12 comida; a las 2 y media biblioteca; a las 5 cena y luego estudio. Se me ha olvidado preguntarle la hora de silencio. La guía dice que si quieres verlos rezar debes venir de 4 a 5 de la mañana. Claro que el problema sería tener un chófer que te quisiera traer aquí a esas horas, y más si tenías que explicarle que era para ver rezar a los monjes.
Una cosa curiosa es que otro monje que me ha dado más explicaciones y que se ha prestado a enseñarme la gran sala de rezos me ha dicho lo de los 500 monjes igual que mi primer informante. Y otra particularidad es que todos los monjes que hay aquí son monpas, que es el grupo étnico predominante en el oeste de Arunachal Pradesh. He insistido, pues me parecía que iba contra el ecumenismo de los budistas, y me ha dicho que no había ni nepalíes ni tibetanos, aunque ellos aprenden el tibetano y rezan en esa lengua.
Nos encuentra un señor de los que nos hemos encontrado a lo largo del viaje y me saluda muy afectuosamente. Me explica que ellos van a visitar Bumla, que según él es el lugar por donde pasó el Dalai Lama cuando se escapó del Tibet hacia la India. (¡Vaya peladilla que les cayó a los indios encima!). Más tarde me entero que no fue por allí pero sí que es uno de los dos pasos que hay entre los dos países. Hay 15 km de una carretera de la que me dice que es peor que la de Dirang hasta aquí, lo que me parece imposible, y además ellos necesitan un permiso especial. No quiero ni pensar qué necesitaremos nosotros.
Nada más entrar en el templo un joven y guapo monje nos dice que nos lo va a enseñar. La verdad es que enseguida ha perdido su interés en nosotros y nos ha abandonado pero hemos encontrado otro que apenas hablaba inglés pero era muy simpático y además tenía la edad de nuestra hija. (Estos detalles siempre me desarman).
Este templo tiene por encima un deambulatorio (seguro que hay una palabra exacta para este espacio) que te permite ver muy bien la gran figura de Buda. Allí nos encontramos a un oficial militar que lleva detrás un servicial soldado. Y no sé como trabamos conversación. Me sorprende que siendo tan joven, 28 años, lleve tres estrellas y pienso que quizás en la India la graduación militar se mide de otra manera; pues no, como en España y es capitán. Pertenece al regimiento “Assam” y está dando una vuelta por Tawang con sus soldados pues su destacamento está en un sitio alto y como siempre en este país me lo dice en pies y no me entero: a más de 15.000. Y eso es importante pues según la altitud tienen más o menos días libres: más de 15 mil, dos meses de cuartel y 15 días de permiso. Entre 13 y 15 mil, tres meses y 15 días. La putada es que te toque a 14.950 pies. ¿Recuerdas la bonita y simpática película “El inglés que subió una colina, pero bajó una montaña?”. Pues algo parecido, aunque en Gales el tamaño mínimo de una montaña eran 1.000 pies.
Le digo que si con 28 años ya es capitán seguro que llega a general. Se ha mostrado muy complacido con mi observación. Además es sij lo cual, imagino, también es algo a tener en cuenta.
Vemos un pequeño museo y hay una serie de fotografías de personalidades que han visitado el monasterio y entre ellas hay dos que me llaman la atención: una de Ravi Shankar del 2008 en la que parece un demente y otra de Indira Gandhi, llevando ese gorro tradicional mompa que también le da un aspecto muy excéntrico a tan importante y sensata señora.
Entramos en una “lamp house” donde un par de monjes están limpiando las lamparillas que luego ofrecen los fieles. Les pregunto por el combustible: “¿mantequilla?”. Pues no y me enseñan un paquete: “Ruchi Vanaspati”. No sé qué palabra es la marca y cuál el producto, aunque aquello parece grasa vegetal. “¿Es para comer?”. “¡Nooo!”, contestan asustados: es para las lamparillas. “¿Pero se puede comer?”. Que no. Pues me extraña porque en el paquete pone que está enriquecida con vitaminas y no creo que a Buda le preocupe esos complementos nutricionales. Al final leo la composición: aceite de sésamo, semilla de soja, salvado de arroz y nuez de palmera.
Nos encontramos luego con un grupo de chicas escolares. Son de un colegio de aquí y han ido las de su clase a oír el sermón pero ellas son hindúes y una cristiana y se han quedado a pasear por allí. “¿Qué se habla en Tawang?” Pues hindi, mompa, tibetano, bhoti e inglés. Así que me ha salido otra lengua: el bothi. Tendré que investigarla.
Paseando por allí volvemos a encontrarnos con el monje simpático del templo. Nos lleva a la cocina y nos invita a té (era tan bueno que repetimos) y a un plato de galletas marías. “¿Qué queréis comer?”. Y aunque ya era la hora de hacerlo hemos rechazado la oferta. El no era cocinero pero su amigo era el jefe del negocio. Marisa ha aprovechado para hacer unas bonitas fotos de tan singular lugar.
Vemos a un viejo monje viejo recogiendo unas hierbas puestas a secar y luego lo volvemos a encontrar moliéndolas en un molino de piedra con un gran palo que hacía de mano de almirez. Sesión de fotos.
Regresamos al centro de Tawang y al mismo restaurante de la cena y también ha sido una estupenda comida pero he cometido un error para mí imperdonable: me he dejado un plato casi entero. Y es que hemos pedido dos platos como siempre pero la dueña muy obsequiosa al ver que habíamos vuelto se queda allí después de pedir la comida como diciendo “¿y nada más?”. Y pido un tercer plato. Imposible acabar con los tres.
Por la tarde visita a un centro de venta de artesanía donde es difícil comprar nada pensando en los días en que todavía nos tocará cargar con ello. Pasamos al lado de un grupo de picapedreras. ¡Qué trabajo tan inútil y duro e imagino que mal pagado! Todas llevan un pañuelo en la cabeza pero una de ellas lleva además el tocado típico mompa debajo, el de los cuernos. ¿Qué les hará llevar eso? Porque mira que es poco útil. Y encima en aquel ambiente con polvo. Al lado están levantando un edifico y el hormigón lo trasladan entre dos en una manta con unas parihuelas. Bien raro. ¡Con lo fácil que sería utilizar una carretilla!
Después vamos al “War Memorial”, un gran “chorten” que se ve desde todos los sitios y que está dedicado a los que murieron en la guerra chino-india de 1962.
Está delante de un cuartel y hay un montón de soldados por allí preparando una ceremonia. En la entrada un joven y apuesto soldado nos dice en un perfecto inglés que nos puede enseñar el monumento y que es gratis. No sé qué pinta el chorten budista dedicado a un montón de soldados que serían sij o hindúes. Nos explica detalladamente todo el conjunto y acaba con la descripción de la batalla sobre un gran mapa en relieve con todas las posiciones de unos y otros y por donde está situada ahora la que él llama “línea de control” (LOC) en lugar de frontera.
Acabada la explicación me pregunta que qué significa “¿Cómo estás?”. Es que lo ha oído en las películas (imagino que en la tele). Me pregunta que de donde somos y que él es un seguidor del Barcelona y que le gusta mucho el fútbol. ¡Menos mal que no me ha preguntado por la tomatina!
Ha resultado llamarse Martin, ser de Nagaland y católico.
En la base del monumento del ” War Memorial” de Tawang una placa dice: “How can a man die better, than facing fearful odds, for the ashes of his fathers and the temples of his Gods?”
Finalizamos el día intentando buscar un sitio con internet pero a pesar de que son las 5 de la tarde o están cerrados o no funcionan. Nos dicen que mañana por la mañana, pero nos iremos ya de Tawang.
Hoy ha resultado ser un día de encuentros muy agradables e interesantes y curiosamente de gente muy guapa.
Sobre los “machacas”.
La palabra “machaca” es una forma acortada, coloquial y militar de la palabra machacante que según el DRAE es “Soldado destinado al servicio de un superior”, lo que también se llamaba un asistente.
Me he acordado de los machacas hoy al ver el soldado que acompañaba al joven capitán.
Durante mi servicio militar ellos se reconocían así, con esa palabra: “soy el machaca del comandante González”, aunque era un poco despectivo el término pues en definitiva eran unos criados. Y a los 20 años nadie quiere ser un doméstico.
Cuando estudiaba en Zaragoza tenía una compañera de curso que tenía los mejores apuntes de todos. Su padre creo que era general y tenía un machaca cuyo único trabajo era ir a buscar cada día al final de las clases los apuntes que tomaba la niña y pasárselos a limpio. Nada comparable con limpiar letrinas, pelar patatas para todo un campamento o descargar sacos de víveres de un barco, labores propias de la milicia en aquellos años.
Etiquetas: Tawang
19/03/2014 a las 12:58
No comentar no significa no leer. Pues eso que siempre divertido, bonito, instructivo y agradable. Las fotos increíbles y los retratos dejan sin aliento.
Besos
21/03/2014 a las 08:25
Gracias Marisa por lo de los retratos, es que siempre me saca favorecido y al lado de alguien más pequeño.
21/03/2014 a las 09:27
¿Por qué te «desarma» encontrar a un monje que tenga la misma edad que tu hija?
21/03/2014 a las 21:30
Lo lamento Ángel, pero tengo que aclararte que no es tu cara la que me produce admiración y no son precisas más explicaciones.