30. La India 2013. 14 de octubre. Tawang. Primera parte.

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Estoy escribiendo en una gran mesa que hay enfrente de nuestra habitación. Son las 6 de la tarde, es noche oscura, hace fresco y no consigo que la puerta que da a una terraza se quede cerrada. Cada vez que pasa un huésped bengalí   se la deja abierta. Y es que acaba de llegar un grupo que ha ocupado las dos habitaciones que quedaban libres en esta planta; hay cinco habitaciones en todo el hotel.  Y es que su concepto de privacidad no coincide con el nuestro. En primer lugar hablan a gritos y dejan la puerta de su habitación abierta, y así un señor se ha quitado los pantalones y se ha quedado con los calzoncillos pero parece que no le importa. Además por la manera en que tratan a los del hotel me da la impresión –solo la impresión pues mi conocimiento del bengalí se limita a decir “Kolkata”, “pandal” y “Rabindranath Tagore”- que son bastante exigentes, por no decir impertinentes.  Además como suelen ir en grupos familiares de dos parejas o más, con hijos, suegros,…pues se alojan en más de una habitación y el trasiego entre ellas es continuo. Pero si quieres tranquilidad y comidas suaves, no vengas a la India.

Hoy como estaba previsto ha amanecido nublado. Hace días ya leí que se esperaban nubes y algunas tormentas.  Creo que esto es debido a un ciclón tropical que hay en el golfo de Bengala. El único problema es que nos caiga la tormenta en el camino de regreso en alguna de esas travesías jodidas que pasamos al venir. Pero hoy, por lo menos, no ha caído ni una gota.  Lo que sí se nota por la noche y la madrugada es la altitud pues la habitación estaba helada.  Aunque tenemos una estufa eléctrica ésta no sirve de mucho si no hay electricidad. Sí tenemos agua caliente en el cuarto de baño de la habitación, pero no ducha, así que lo hacemos a cubos.

Hoy es el último día de la Durga Puja, el día en que yo creía que se acababa toda la fiesta hasta que me dijeron que no, que las vacaciones continúan hasta el Diwalli, que este año es el 3 de noviembre. Así que seguiremos compartiendo el  viaje y las visitas con asameses y bengalíes.

En el solar contiguo al nuestro están levantando otro edifico; aquí la construcción es caótica, me recuerda a Pelling. La terraza nuestra está  enfrente del piso donde están trabajando los albañiles que son jóvenes y sonrientes.

 

Damos una vuelta por el centro antes de empezar el recorrido turístico pero casi todo está cerrado.

Comprobamos el desastre urbanístico de esta ciudad: cada uno levanta su edificio donde y como quiere; algunas casas las dejan sin acabar en los pisos superiores (cosa normal en la India) y las calles están hechas unos zorros.
Sí se ven algunas muestras del fervor popular religioso como algún molino de oración y hornos donde queman por la mañana algunas hierbas con fines auspiciosos, supongo.


También nos encontramos con un buzón de correos muy fotogénico con una información muy útil que aquí deberían incluir los nuestros: el código postal.

La altitud se nota –estamos a 3.000 m- aunque menos que en otras ocasiones, quizás debido a la aclimatación que ha supuesto venir desde Tezpur en dos días.

Ayer vi a una señora dentro de un coche con una especie de tirabuzones que le daban aspecto como de estar loca. Hoy he comprobado que realmente se corresponde a un gorro negro como de pelo del que salen cuatro rayos. Es de  lo más raro e inútil que he visto en mi vida.

Tenemos un pequeño desacuerdo con el chófer pues intenta una martingala que no le sale bien y se pone un poco de morros pero ese es su problema.

Por fin vamos a visitar el monasterio de Tawang. Desde lejos es impresionante y de cerca todavía más.  El único problema es que las fotografías que lo mostraban a lo lejos estaban tomadas en días de una claridad excepcional y con el cielo azul, y hoy no es el día adecuado.

La guía define a este monasterio como  una ciudadela medieval y el segundo complejo monástico budista más grande del mundo y realmente su aspecto es de ciudad medieval aunque fue fundado en 1681. Un monje nos ha dicho que aquí viven 500 monjes. ¿Alguien se puede creer esa fe ciega del budismo tibetano en los múltiplos de cien? Me gustaría encontrarme con alguno que hablase castellano perfectamente para que me lo explicase. Ya he escrito en otras ocasiones sobre este tema, especialmente en mis viajes a Sikim. Pues bueno, aquí hay 500. Ni más, ni menos.  De ellos 230 son estudiantes y 270 monjes. “Seniors”, me ha subrayado el que me lo explicaba. Pues lo mismo sobre los múltiplos de 10. Pero no me he atrevido a decirle que no me lo creía, porque no vas a ser un preguntón y encima descortés.

Cuando estamos subiendo hacia el centro del monasterio nos adelanta un nutrido grupo de monjas.  Le pregunto a un de ellas y me dice que van a una reunión.

Por la megafonía exterior se oye una especie de oración que sale de un precioso edificio al que nos dirigimos.  Viene bastante gente ataviada con vestidos típicos y en la puerta un señor nos invita a entrar.  (Pienso que para estos casos deberíamos llevar en la mochila  el traje típico nuestro pues entonces estaríamos “comme il faut” y no desentonaríamos del entorno. Claro que entonces es mejor ser maorí, por ejemplo, que con un taparrabos y una faldilla de paja tendríamos bastante).

Nos encontramos con muchas aulas pequeñas y vacías y Marisa aprovecha para hacer unas preciosas fotografías.
  Son unas habitaciones sencillas y austeras pero limpias y con buen aspecto. Nada que ver con algunas de las de Sikim, como las el monasterio de Pelling que tanto nos impresionaron. Acabamos la “inspección ocular” y vamos a una gran sala donde está teniendo lugar la reunión.   Apenas hay asientos vacíos pues está lleno de monjes, monjas y muchos seglares monpas.  En el estrado un monje mayor (pero no un abuelo como he visto en casos parecidos) con aspecto elegante y con buena dicción: parece como si estuviese dictando una conferencia. Nada que ver con la melopea tibetana de Ralang  que seguían los budistas occidentales. 
Este habla de vez en cuando en inglés pero lo debe hacer en plan resumen pues cada 10 minutos de tibetano se transforman en un minuto en inglés. A lo mejor es que los tibetanos tienen las sílabas muy largas. Luego me he enterado que también hablaba en hindi así que el resumen no era tan comprimido. Y de paso me percato de que me da lo mismo que me hablen en hindi que en tibetano: no entiendo nada.

Le pregunto al que controla la puerta el nombre del predicador  y como no entiendo nada le pido que me lo escriba: “He is the former Prime Minister of Tibetan Exile Government. Prof Samdhong Rinpoche”. ¡Mira que me encuentro con gente amable!   Y así aprovecho para preguntarle por el monpa: se escribe con los caracteres tibetanos pero el habla es ligeramente diferente.

En la pared frontal, detrás del conferenciante varias estampas que imagino que son de Buda y la inevitable gran fotografía del Dalai Lama, “como no puede ser de otra manera” como dicen ahora “como no puede ser de otra manera” (y aquí entraríamos en un bucle como los dibujos de Escher o los sistemas operativos de Microsoft) los políticos españoles.

Mi inglés.
Hoy he comprendido porqué a veces no entiendo la respuesta a mi pregunta, pues a veces me contestan con toda la frase y yo espero solo una palabra. Así cuando he preguntado por el nombre del conferenciante esperaba que me dijera  “Samdhong Rinpoche” por ejemplo, y me habrá dicho lo que luego me ha escrito: “He is the former Prime Minister of Tibetan Exile Government. Prof Samdhong Rinpoche” y yo pensaba que eso era el nombre, que parecería un Borbón que además de un montón de nombres suelen acabar “y Todos los Santos”, además de varios tipo “Dos Sicilias”.

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