Hasta hoy todos los vuelos de regreso de Delhi a Madrid los había cogido por la noche, pero éste salía por la mañana y está muy bien llegar al aeropuerto después de dormir.
El aeropuerto estaba desconocido. Han hecho obras y se nota. Yo me temía que después de lo de Bombay iba a ser un caos por los controles de seguridad. Mucho menos que antes (imagino que más eficaces) a pesar de que controlan cada equipaje de mano. El policía que me ha mirado el mío me ha dicho que revisan “el 100 por 100”. Y visto lo visto no me parece nada mal. Sí siguen teniendo “cosas indias” como que al pasar ese control me exigen que mi mochila de mano y mi riñonera lleven una etiqueta de la compañía aérea. Y como en esa zona no hay nadie de mi compañía llevo las dos diferentes y ninguna de la mía.
En la tienda libre de impuestos veo un “cava” indio. Me encantaría comprarlo pero me da miedo por los problemas de líquidos en los aeropuertos.
En una librería hojeo un libro. No solo lo han leído sino que lo han corregido: con lápiz, pero han puesto por lo menos una coma que faltaba. Eso es responsabilidad.
Me encuentro con el grupo de los cuatro españoles del viaje de ida y que ya me encontré al regresar a Delhi. Pensé que habrán tenido algún problema pues al que le habían limpiado la Nikon también le robaron el pasaporte.
Hoy hay muchos peregrinos en su “haj”, ya sabéis, el quinto pilar de la fe musulmana: la peregrinación a la Meca. Se les distingue porque solo llevan encima una sábana blanca. Las pocas mujeres que hay van vestidas normal. O no peregrinan o ellas van de negro pues en la cola ya hay alguna totalmente tapada. Lo curioso es que no les hacen levantar el velo. Y así en lugar de Martínez Soria puede pasar la tía de Carlos. O sea mucho control pero cuando te topas con la religión se ha jodido.
Los peregrinos llegan aquí vestidos normales y se cambian en la sala de espera. Si vas a los únicos lavabos que funcionan ahora te encuentras a bastantes cambiándose allí de ropa. Es sorprendente dada la pudibundez india porque lo hacían delante del lavabo de señoras.
Me sorprende lo del “haj” porque es la primera vez que lo veo y porque medio kilómetro antes de llegar a esta terminal, I.G.I., hay letreros indicando “Haj terminal”.
Le he preguntado a un indio vestido con la sábana que está a mi lado. Resulta que hay dos tipos de visados. Uno es solo para la peregrinación y los que tienen ése deben salir de la “Haj Terminal” donde solo hay peregrinos. Luego está el visado normal, con vuelos normales y pasajeros normales y éste a Riad es uno de ellos.
A gusto me iría con ellos para ver el desarrollo de todo.
Llega la hora de embarque. Tienes que llevar cada bulto personal con etiquetas y ésta sellada por el control de seguridad. Y si no te han sellado el billete –o sea tú mismo como bulto- tienes que volver a que te cacheen y te pongan el sello. Vaya, lo que me ha pasado a mí cuando iba a entrar en el avión.
Hay dos filas para acceder al embarque: una para la clase preferente y señoras con niños y otra para el resto. Cuando me va tocar –insisto, después de hacer dos veces la cola- aparecen dos jóvenes indios elegantes. Por el aspecto pensaba que llevaban clase preferente. Pues no, intentaban colarse. Los mozos del aeropuerto que controlan eso les dicen que tienen que hacer cola como todos pero ellos insisten y les van a dejar pasar. Les digo que no y los tíos encima me miran como perdonándome la vida y me dicen que “bien, que pase yo”. Como si fuese yo el que me intentase colar. Lo de la cola en este país es algo increíble.
Mi asiento es de ventanilla en una fila de tres. Cuando estoy sentado llega el pasajero del asiento del pasillo, un joven de unos 30 años, y me dice que se quiere sentar en el mío. Como insiste me tengo que levantar y señalarle el dibujito donde dice cual es el suyo. Luego como no viene nadie en el asiento del medio se levanta y se sienta a mi lado. Estoy un rato intentando explicarle que si se sienta en su sitio y dejamos el vacío entre los dos estaremos más confortables.
Y es que donde hay indios la India no se acaba nunca aunque estés sentado en un avión finlandés. Muchas veces me pregunto cómo se comportará (o cuánto tiempo sobrevivirá) un conductor indio en Europa. El vendedor que conocí en el viaje de tren a Delhi me decía que uno de los grandes problemas de la circulación en la India era que éste es el único país del mundo donde el 90% de los conductores no son los propietarios de los coches. Yo pensaba que sería al contrario, que eso era una ventaja, porque si yo llevo chófer le digo: “Bautista, ni saltarse un semáforo, ni una línea continua, que quiero vivir muchos años”. Pues parece que es al revés: “Baustista, a ver si me liquidas pronto y de paso matas a un par de peatones”. Porque hay muy pocos pasos de peatones con semáforos en Delhi, por lo menos en el centro. Para acceder a C.P. yo solo conozco uno y además está en mi camino. Cuando se pone verde para los peatones, los coches y motos siguen pasando hasta que los peatones se lanzan, con peligro, poniendo el brazo horizontal al suelo por el lado por donde viene la circulación. Así la masa logra parar el tráfico y pasar al otro lado. Insisto: con el semáforo verde. Cuando no funciona no te cuento como se atraviesa al otro lado por ese paso cebra porque no vendrías a Delhi.
El paisaje.
Después de la gran llanura, poco habitada, te encuentras una gran zona deshabitada y árida. Luego llegan las montañas. Debajo de ti una cordillera seca, sin una hierba (el word considera que esta palabra debe ir con uve) ni un árbol. Los picos más altos con algo de nieve. Y más lejos el Himalaya. Estos sí todos nevados. Es como los Pirineos pero enorme. Y sin ningún signo de vida.
El muchacho que intentaba sentarse a mi lado ahora intenta hablar conmigo. Es de Punjab, pero no lleva los signos sij. Va a Italia a trabajar por nueve meses en el campo. Me enseña su pasaporte, visado italiano y una especie de permiso de trabajo. ¡Qué dura es la vida para algunos! Me pregunta si soy agricultor. Es gracioso porque es la primera vez que me lo preguntan en mi vida. Le pregunto si es musulmán pues no parece hindú. Salta como un muelle: es sij y no le gustan los musulmanes. En ese momento estamos sobrevolando Pakistán pero él no lo sabe; aprovecha mi pregunta para decirme que ese país es el responsable del atentado en Bombay. Si fuésemos capaces de entendernos…Porque ¿cómo acaba un muchacho de Punjab de 28 años yendo a trabajar a Italia?
En las pantallas del avión un film americano con subtítulos en finlandés. Para esa gente que dice: “yo las pelis en V. O. con subtítulos, que me gusta oír la voz de Georges Clooney”. Me acuerdo de un comentario de mi amiga Carmen después de ver «Good Night and Good Luck». Yo la vi en versión doblada y me encantó. Realmente mi conversión a las versiones dobladas vino después de ver “Tormento” de Pedro Olea en la tele de un hotel de Londres en V. O. con subtítulos. Un largo párrafo de Galdós se quedaba en “Of course”. Y entonces me percaté que si sabes el idioma –que no es mi caso- para entender las películas sin subtítulos pues es mejor, pero que si no los doblajes españoles son estupendos y los dobladores unos verdaderos artistas. Pero aquí, en este avión, los fundamentalistas de la V.O.S. estarán encantados.
Seguimos atravesando grandes extensiones desnudas. Enormes ríos las cruzan. Son algunas de las antiguas repúblicas soviéticas asiáticas.
Entre la prensa que he cogido en el avión hay un artículo de un periodista que escribe su experiencia en hoteles de lujo y llega a unas conclusiones muy interesantes.
1-Los grandes y lujosos hoteles de los países pobres parecen (y son) un santuario protegido pero por lo mismo se han convertido en la diana preferida por los terroristas. No ha sido solo ahora en Bombay, antes lo fueron en Islamabad, Kabul, Ammán y Yakarta.
2-El sur de Asia, más que el Cercano Oriente, es el centro del problema.
3-Los terroristas que han atacado Bombay intentan provocar una guerra entre India y Pakistán. La frase clave era algo así como “el terror disfruta con los conflictos”. No quieren que se solucionen. (“Terror thrives off conflict”).
Parece que hemos llegado al mar de Aral. Me recuerda a los Monegros atravesados por el Ebro: la misma desolación teniendo el agua tan cerca.
Y para los amantes de las VOS una nueva película: en hindi con subtítulos en inglés.
Charlo un rato con los cuatro españoles. Se nota que llevo un mes sin hablar con nadie. Intercambiamos experiencias. Es muy interesante y siempre aprendo algo y conozco otros puntos de vista sobre el país.
Atravesamos Rusia y en el cristal exterior de la ventanilla aparecen pequeños cristales de hielo. Pero las nubes impiden ver el territorio.
Cuando ya estamos en Finlandia se ven trozos de costa y por fin bosques y vestigios de población pero una masa compacta de nubes bajas impide de nuevo ver nada hasta que estamos aterrizando.
Al llegar al aeropuerto me pasa lo que me ocurre de vez en cuando y mira que tengo cuidado. De mis diversas experiencias he sacado la conclusión de que las cosas sospechosas, si las llevo, hay que situarlas lo más arriba posible de la mochila. Claro que no siempre sabes que buscan los sabuesos. Antes en la India estaban muy preocupados con que no te llevases ningún tesoro artístico y si veían alguna escultura te las hacían enseñar, por muy bien envueltas que las llevases. En Turquía una vez me hicieron deshacer toda la mochila grande en búsqueda de una cosa que había comprado en una ferretería. Y yo creía que ahora no llevaba nada por lo menos para los finlandeses. Error. En Helsinki después de pasarla por los rayos X me han hecho vaciar todo lo que llevaba en la mochila pequeña que llevo encima. Pero todo. Ponerlo en bandejas y pasar éstas una por una de nuevo por la máquina. Y es que llevaba una mochila perfectamente llena. No cabía ni un alfiler. La “sabuesa” cuando ha comprobado que no llevaba nada peligroso, prohibido ni pecaminoso me ha preguntado si necesitaba ayuda para llenarla de nuevo. Menos mal que en este tránsito tenía bastante tiempo y el aeropuerto es una enanez porque me pasa en alguno de los grandes y estoy perdido porque he estado mucho, mucho rato. Imagino que si encima les dices que tienes prisa como para que te miren menos aún eres más sospechoso. Así que la próxima vez llevaré la mochila menos llena y más desordenada.
Este percance me hace recordar mis clases, no sé si de geología o de física, donde estudiábamos la isotropía y los cuerpos amorfos. Y no recuerdo cual de los dos era más rentable desde el punto de vista de la entropía. En este caso lo que está claro es que una mochila “amorfa” es menos sospechosa. Que la mía, de bien ordenada, debía parecer un cristal isótropo a través de los aparatos. Y eso debe mosquear a los guardianes del orden estelar.
Y ya estás en Europa. Todo precioso y carísimo.
El avión de Helsinki a Madrid va bastante vacío y todo es muy tranquilo. Estás ya en occidente y ¿qué te puede pasar? No recuerdo haber tenido un vuelo tan horroroso en mi vida. Te dicen que van a venir turbulencias, que te sientes y te abroches el cinturón. Eso en otras ocasiones han sido cinco minutos. Esta vez unos 45 y con unos saltos horribles. Creo que no me he sentido tan cerca de poder tener una catástrofe como entonces. Y no es una exageración.
Y llego a Madrid donde me espera mi hijo. Como siempre. Mañana acabo con el “Final”.
28/03/2009 a las 00:15
Hay que ver qué bien aprendiste en los escolapios y lo que da de sí una mochila…
Muy bello y gráfica esa sencilla descripción por mças de la mitad del planeta.