Es cada vez más frecuente que los escasos peatones que vamos quedando nos encontremos, al intentar cruzar un paso de cebra, con automovilistas amables. Sueltan por un momento la mano derecha del volante, la mantienen vertical con la palma hacia nosotros como en un espontáneo saludo y siguen veloces para no afrontar el dilema moral de frenar en un sitio innecesario.
19/12/2006 a las 12:21
Cierto