Es una moda cargante entre los componentes de nuestro Gobierno decir que «se dejan la piel» en su trabajo. Se le atribuye a Lenin la frase «el Estado lo puede gobernar una cocinera». Los cien años posteriores parece que no le han dado la razón en el sentido que él decía de simplificación de las tareas. Los políticos actuales posiblemente utilizan esa absurda metáfora de la piel, hiperbólica en grado sumo, uniéndola al aspecto del trabajo extenuante en algunas cocinas o al sacrificio personal que hacen por nosotros. No sé si a mis conciudadanos les parece, como a mí, tan grave y tan sugerente de grandes quemados, de accidentes con fricciones con superficies rugosas o de rasgos reptilianos.
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