
Este alojamiento bien cuidado sería un lugar precioso, pues dispone de un gran jardín y las instalaciones estarían muy bien, pero hacen las cosas sin pensar en el mantenimiento y si lo piensan tampoco lo hacen. Son pequeños detalles que estropean el conjunto.
Hoy es un día de esos raros, pues nos vamos a ir a Delhi en avión y tenemos que esperar hasta la tarde.
El propietario de la tienda de artesanía, Khan, que siempre intenta ayudarnos nos recomienda que vayamos al “Shanganj market” y eso hacemos con un rickshaw.
Es un mercado de frutas y verduras y especias, aunque hemos encontrado una carnicería con trozos de vacuno colgados y un par de pollerías y por primera vez en este viaje 3 o 4 puestos de pescado seco.
Charlamos con el de un puesto de especias sobre unos extraños dátiles secos, que me invita probar. También tenía un barreño lleno de unos líquenes de los que desconozco su uso. Me ha explicado que estaban en una “gran piedra”, hasta ahí llegan mis “conversaciones” con los vendedores.
Un vendedor de hojas de betel ante mi interés me quería dar una. Le he dicho que producía cáncer, pero ceo que no me ha entendido.
Hay puestos ambulantes sobre una plataforma con cuatro ruedas que los llevan de un lado para otro, aunque algunos se han quedado varados parece que desde hace unos años.
Algunos de los puestos de vegetales son “mixtos”, pero la mayoría son de un solo producto, como por ejemplo preciosas granadas que se muestran abiertas o apetitosas papayas también abiertas y alguno que tiene higos secos a 100 rupias el kilo, que no sé si es el precio habitual o solo para mí, pues nadie los compraba y no podía comparar.
Por supuesto no nos hemos podido sustraer a las fotos que una pareja de jóvenes nos ha pedido que les hiciésemos mientras otro nos estaba fotografiando un poco a escondidas.
También otra escena que no debía suceder en un país como este: un niño de unos 10 años en un puesto de ropa, pero no ayudando a su quizás necesitado padre, es que estaba solo.
Lo que más me ha sorprendido ha sido una niña de unos 6 o 7 años que iba comprando ella solita. Se acercaba a un puesto pedía lo que quería y lo pagaba. En el último no le cabían las cosas en las bolsitas de plástico que le iban dando y se le caían los tomates, así que le hemos dado una bolsa de las que llevo en la mochila para proteger la cámara en caso de lluvia.
Parece mentira una niña tan pequeña haciendo ella sola aquella tarea. Y es que la vida puede ser muy dura para algunos.
Desde allí nos vamos paseando hasta el “City Chowk”, lugar también recomendado por Khan, pero que ha resultado ser una calle ancha con tiendas sin demasiado interés, aunque mucho más tranquila que la zona de la estación donde estamos alojados.
Regresamos al hotel a esperar descansando en el jardín a que llegue la hora de la comida.
Etiquetas: Aurangabad, Delhi, India











