
Y seguimos en la feria de Pushkar y encontrando cosas que solo te puedes encontrar aquí, como un camioncito cargado de pienso que sobresale por todas partes.
He hablado del tema fotográfico con los mismos calcutanos con los que me encontré anteayer y con un fotógrafo profesional de Gujarat del que he descubierto que tenía un ayudante que le llevaba la mochila con el equipo.
Lo de Gujarat me está dando bastante juego porque cuando me preguntan por mi procedencia y yo entonces por la suya, los de este estado dan por supuesto que no lo conozco y cuando les nombro media docena de sitios se quedan muy sorprendidos, tanto es así que hoy durante la comida se me han acercado un par de niños de ese estado y al rato vuelven y me dicen que el primer ministro de mi país había visitado su estado hacía poco. Les he contestado que ya lo sabía porque el primer ministro de la India también es de Gujarat. ¡Qué cosas!
Hay jóvenes que pasean a caballos con una bonita estampa, imagino que para que los vean los posibles compradores, aunque a veces estos animales están muy nerviosos y les cuesta sujetarlos.
Creo que la sección de los caballos es la que está más cuidada y la que más ha crecido, pero me parece que son ejemplares para paseo y boato, y no sé si en este país habrá sitios como los de las ferias andaluzas para lucirse.
Sigue habiendo puestos de adornos para caballos y camellos y también algunos de herramientas para el campo y de cocina, pero hechos por herreros.
Marisa se sorprende que haya furgonetas de “Horse Ambulance”, pero ninguna para humanos.
Regresamos al pueblo con un rickshaw y nos pasa la máxima de Marisa: “En la India no te pasará nada malo, no te robarán, no te agredirán, pero te engañarán”. Y yo añado que por lo menos lo intentarán.
Le digo al conductor que nos lleve a Pushkar y el me pregunta si vamos a “the lake”. “Sí, al lago”.
Cuando llevamos un rato, para delante de un templo y me dice “Brahma temple”. Le digo que no, que aquello no es el templo que dice. Sigue y al rato me para en otro sitio y me dice que “lake”. Como había unos policías les pregunto y me dicen que el lago está a unos 500 metros. Así que nos bajamos del motocarro y no le pago nada. Y a pesar de que allí estaba la policía el tío no ha dicho ni una palabra.
Entramos en un pequeño templo y a la salida un grupo de jóvenes señoritas le piden a Marisa fotografiarse con ella y sigo sin comprenderlo: ¡qué raros nos deben ver a pesar de nuestro aspecto nada interesante, ni llamativo!
Marisa aprovecha para fotografiarlas también a ellas.
Siempre andamos con miedo a las comidas, pero nos decidimos a comer en un restaurante en la calle y ha sido muy agradable. Además, Marisa ha hecho una sesión de fotos con la señora que hacía los chapatis y que cuando ha hecho nuestro “naan” (siempre que podemos pedimos ese tipo de pan) nos ha sonreído sabiendo que era el nuestro e incluso nos ha levantado el dedo pulgar lo que siempre indica algo positivo.
Yo me he elegido un “special thali” que estaba estupendo.
Por si vienes por aquí y te decides (y no temes al picante, aunque te aseguren que no lo tienen) te pongo la composición: lentejas fritas, mezcla de vegetales, garbanzos (del infierno directamente), raita (“one time”), papad (“one time”), arroz, ensalada, chapati y encurtidos (no del infierno, pero de cerca).
Escribo lo de “one time” porque los demás los puedes repetir, si eres lo suficiente valiente.
Recuerdo que hace años había sitios donde especificaban “thali limited” o “thali unlimited” y si estaba comiendo en uno de estos últimos y no pedía que me volviesen a rellenar el hueco que había dejado, alguno llamaba al camarero y le reclamaba que lo hiciese. Lo que pasaba es que a veces picaba tanto que no quería repetir, pero insistían y me partían el alma pues no podía rechazar tanto interés porque comiera.
Al lado otro restaurante de nombre curioso: “Kakas’s Kitchen”. Me he quedado con ganas de explicarle lo del nombre en castellano: “La cocina de la mierda”.
Entramos en el patio de otro templo y hay un grupo de hombres sentados y todos vestidos de rajastaníes. Les pedimos permiso para fotografiarlos, les encanta y acabo sentado con ellos. ¡Lástima de la barrera del idioma!
Vamos a la zona de los ghats y de nuevo te encuentras con una fanática que en cuanto te ve te dice que te quites el calzado. Le digo que ni hablar, que veo gente india que los lleva. ¡Estos zelotes son la leche!
Descanso en los ghats y regresó a la feria. Llegamos a la zona de los camellos a esperar la puesta de sol que ayer fue magnífica y hoy no tanto.
Resumen de la feria.
Estuve en 2005 y viendo las fotografías de entonces y leyendo los artículos que publiqué en este blog creo que ha cambiado tanto que quizás ya no merece la pena. O por lo menos no repetirlo otro año.
Aunque sigue habiendo paseos con camellos y hoy hemos visto a bastantes turistas indios haciéndolo en esos carros, también hay paseos en quads por las zonas de las arenas.
Y me ha parecido que había muy pocos camellos en relación de lo que recordaba.
Quizás no haya que volver a los sitios donde has sido feliz. (Creo que esta frase es de algún literato que no recuerdo).
NB
Pues yo no lo recuerdo, pero sí Google: del poeta Félix Grande al que una vez oí recitar en un festival de flamenco en Fuenlabrada.
Con un rickshaw regresamos a Pushkar, pero no logramos saber si hay autobuses, ni el sitio donde cogerlos y es de noche así que negocio con un taxista y volvemos a Ajmer.
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