20. India 2024. 7 de noviembre de 2024, jueves. Décimo día de viaje. Jaipur, día 4.

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Hemos contratado una excursión en el hotel para ir al lago Sambhar. Nos dijeron que su chófer era precisamente de esa zona y que además íbamos a estrenar un coche nuevo.

Pequeño madrugón, y a las 8, tras un suculento desayuno, con un nuevo Suzuki y un sonriente chófer nos vamos hacia allí.

Desde Jaipur hay solo 80 y tantos kilómetros, pero dado el tráfico y las condiciones de las carreteras nos dicen que tardaremos unas dos horas.

El lago Sambhar.

Un folleto precioso que me proporcionaron en turismo dice que su pasado está escrito en el Mahabharata: era el territorio del rey demonio Vrishparva, y donde se casó Devayani, hija del sacerdote Shukracharya, con el rey Yayati.

¿Por qué proporciono toda esta información mitológica? Porque esos nombres de dioses y demonios son cojonudos como claves de cuentas bancarias.

Y ya fuera de la mitología, porque el Mahabharata es como la Biblia, pero para los hindúes, parece que la ciudad de Sambhar fue fundada por el rajá Vasudev en el año 551 y su nombre, el de la ciudad, tampoco hay que creerlo, pero viene nada menos que de la diosa Shakambhari Devi, hace 2500 años.

¿Por qué hemos venido nosotros? Pues porque de noviembre a febrero hay decenas de miles de flamencos que se quedan aquí en su emigración, en el lago salado que está próximo a la ciudad.

Este enorme lago se utiliza para la producción de sal y como tal es conocido en el país.

Al salir de Jaipur encontramos varios grupos de hombres con azadas y otras herramientas en algún cruce de carretera. El chófer me explica que son “trabajadores”. No me dice más, pero está claro que están allí esperando ser contratados. Me recuerda la situación semejante de pueblos agrícolas andaluces en épocas pasadas, que espero que sean eso, «situaciones del pasado».

Y Jaipur parece que no se acaba nunca, no sé si será verdad, pero me dice que tiene 15 km en las cuatro direcciones.

Y como estamos en la India encuentras vacas en las carreteras, no solo en las “comarcales”, también en algunas con 2 carriles en cada dirección, tipo autovías.

Más. Un conductor de un coche que iba delante de nosotros, abre la puerta (en marcha, por supuesto) y echa un vómito de mascador de betel.

Y como en todos los sitios, no se resignan a hacer 100 ó 200 metros para cambiar de dirección en esas autovías de 2 ó 3 carriles con mediana, entonces van en contra dirección hasta que encuentran un espacio sin mediana para cambiar de dirección y esa es otra característica, que se puede cruzar de un lado a otro, aunque sea un camión de 5 ejes quien lo haga y en tal caso te jodes y esperas a que acabe la maniobra.

La primera parada es en un pueblo donde vive una familia conocida del conductor donde nos invitan a un vaso de agua (que no puedo rechazar) y a un té.

Ha sido una visita muy interesante para ver como se vive en un medio rural y además ha venido el “pandit” del pueblo quien nos ha acompañado durante todo el día.

Paramos en un templo donde hay un gran estanque que me recuerda al de Pushkar totalmente rodeado de templos y lleno de lotos. A la derecha de la entrada del ghat hay un montón de señoras vistiéndose después de las abluciones.

Al salir, un santón con una vaca que tiene una pata que le sale de la espalda y que debe ser la celebridad de la zona.

El conductor me dice que si tengo 10 rupias para darle, pero el señor muy digno me dice que no y al enterarse que somos españoles me dice la tontada típica de “Hola, hola, Pepsi Cola”, que estamos en la India y durante muchos años no hubo Coca Cola y sí Pepsi.

Echo mano de mi edad y se queda tan sorprendido que me da la mano efusivamente, pues él solo tiene 72, aunque parece que tenga más de 100.
Llegamos a las salinas y vemos alguna montaña de sal al lado de grandes extensiones que se llenan cuando llueve y que luego al evaporarse dan la sal.

Quizás no sea exactamente así, pero es como me lo han contado.

Desde allí vamos al apeadero de Shambar donde hay un par de máquinas diésel en reparación y unos vagones que están para el arrastre.

NB para los robots chinos.

Aquí puede ser confuso ese “estar para el arrastre” refiriéndose a unos vagones: significa que están en muy mal estado.

A salir le pregunto al chófer por los flamencos y ha resultado que era algo de lo que no hablé con él en el hotel, pues imaginaba que todo el mundo, vaya los turistas del hotel venían aquí por esas aves y se ha quedado muy sorprendido, tanto que no sabía de qué le hablaba y he tenido que echar mano de Google y enseñarle la información del lago con los flamencos.

Ha hecho varias llamadas y nos hemos ido a un lugar donde había un tren turístico muy curioso que te da una vuelta por allí de 45 minutos, pero que no te aseguran que veas flamencos, vaya, de la forma que nos lo han explicado parece que era seguro que no se verían así que lo hemos dejado correr.

La fotografía de naturaleza requiere muchos conocimientos y mucho tiempo. Y suerte. Y hoy no teníamos ninguna de las tres cosas.

Así que hemos regresado a Sambhar pueblo donde hacen un dulce especial llamado “feeni” y el chófer ha comprado media docena de cajas.

El recorrido por esa parte de la población ha sido muy interesante y Marisa que no había podido fotografiar flamencos, sí lo ha hecho a varios ciudadanos que han posado complacidas.

Regresando paramos en un cafetín de la carretera y allí de nuevo sesión fotográfica con unos abuelos a quienes nuestro chófer conocía y con quienes hemos tomado té.

Comemos en un enorme restaurante de un centro comercial donde a pesar de insistir en que no picase la comida solo lo hemos conseguido en uno de los platos.

Durante el viaje aprovecho para preguntarle al conductor las dudas que tengo, tantas que cuando regrese a su casa esta noche seguramente le diría a su familia que le ha caído el turista más preguntón de Jaipur, pero de todas maneras nos ha invitado a ir a cenar a su casa.

Una vez conocí en un viaje en el tren a un soldado gurka y accedí a ir a comer a su casa con su familia en unas instalaciones militares y aunque me trataron de maravilla no lo repetiré nunca más.

Hemos parado a repostar gas y lo curioso es que los pasajeros deben salir del vehículo al hacerlo.

Habíamos salido a las 8 de la mañana y regresamos a las 5 de la tarde. No hemos visto flamencos, pero ha sido un día muy interesante. Y muy descansado.

Mañana se acaba Jaipur.

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