Y del Sahara ¿qué? Observaciones marginales.

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De la moción de censura de esta semana algo llamativo es que dos de las profesiones que viven de la palabra, políticos y periodistas, desconfían de ella. Lo menos que han dicho del acto es que es ocioso cuando no un esperpento. Pero si en un sitio al que se va a hablar (parla mento) la palabra de un anciano competente es ociosa, la representatividad del sitio queda muy en entredicho. Será quizá porque sólo se escuchan en el hemiciclo palabras de unos pocos electos y que un ciudadano está siempre de más.


Hay quien aduce que la moción de censura no es eso, no es eso, mi lectura de la Constitución no es tan exigente quizá los que lo dicen exigen que sea sacrosanta porque han leído algo más reglamentario. El artículo 113 viene a decir que es un acto para «exigir la responsabilidad política del Gobierno». Ni más ni menos. El presidente dijo que era dilapidar el dinero del contribuyente como si ese día no tuvieran obligación sus Señorías e hiciesen horas extras, que por cierto hicieron con gusto para salir a ocupar sus tiempos con, en general, reiteración y abundancia extemporánea de citas. Casi todas la citas que escuché estaban traídas por los pelos (Errejón se lleva la palma, pero el Desmond Tutu de López tampoco es manco). En un momento pensé que los parlamentarios se habían juramentado para asfixiar al candidato por aburrimiento. Éste intentó defenderse (¡es que viene Ud. con un tocho!) y la presidenta le mandó callar.

Como anciano ha sido patente para mí la condescencia con que se ha tratado al anciano candidato. Condescendencia faltona, claro es, con los primeros espadas citando sus propios méritos y reiterando sus logros hasta el hartazgo y los subalternos (Baldoví, Errejón, un López adulador y rabioso y el chulesco Rufián) atacando con ruido y furia y alusiones a un pasado «mejor» del candidato. Algunos lamentaron que empañase su reputación más que el propio empañado.

No sé si la permanente mención explícita o implícita a Feijóo. a su ausencia y a su pasado le beneficiará o le perjudicará porque tengo serias dudas de que la publicidad sea eficaz, pero estoy casi seguro de que sus adversarios no se sienten a gusto.

Desconfío por instinto de las unanimidades, lo de aplaudir orquestadamente las gracias de los míos me parece propio de regímenes autoritarios, pero está visto que un puesto de trabajo apetecible y cómodo crea lealtades incluso en personas muy desleales.

Los gabinetes de la Presidencia están llenos de personas valiosas que escriben con palabras propias e ideas ajenas. A veces me gusta lo que escriben y otras no. El Presidente utilizó contra VOX la expresión «el glutamato de la derecha» que me pareció una solemne bobada. El glutamato monosódico o ajinomoto es un aditivo alimentario que es responsable del sexto sabor o umami, que ha convertido a muchísimos españoles en partidarios de las cocinas asiáticas. Utilizarlo como peyorativo me parece estúpido e irreflexivo.

Igualar a VOX y al PP puede ser una táctica fructífera, no ver los matices puede llevar al error, como empeñarse en ignorar el «in dubio, pro reo». Tamames les echó ayer un capote gracioso, «¡llamenles neoconservadores, pero fascistas…!». Llamar siempre fascistas a la mitad de los políticos y votantes y a todas las instituciones del Estado no controladas es simplemente vanidad de creerse antifa salvador. «Manca finezza».

La brocha gorda y la caricatura feista es lo que más se lleva. «plus de brutalidad», «política de tierra quemada», «el partido por el que Ud. se presenta le metería en la cárcel»…

Tamames estuvo cortés, VOX estuvo peleón pero no radical, no sé si contentaría a sus fieles, quizá pueda conseguir algún voto de quienes vieron que proponían un candidato muy peculiar, apartidista y conocedor de los temas (lo de su charla con Hugh Thomas sobre Gibraltar no lo puede decir cualquiera).

Todo a la vez en todas partes ha conseguido el Oscar a pesar de ser un fracaso inicial de taquilla por mezclar temas queridos a las elites contemporáneas como la oda al lesbianismo, el padre tontenco, los falsos cuidado y respeto a los ancianos irrelevantes, las dificultades de la maternidad, la opresión fiscal, la quinta columna china en el mundo y muchos más que podrían citarse si uno fuese capaz de aguantar el chorreo visual de planos de 1 segundo de duración y de fugas de colorines. Todo ello en universos no se sabe si paralelos o superpuestos. En algún sentido la moción de censura se asemeja a esta peli. Hay varios universos simultáneos, en el que cada uno dice ¿qué hay de lo mío?, todos afirman que lo hecho es perfecto (aunque podemos mejorar), muchos podrían pasar de uno a otro universo sin esforzarse en tocarse el audífono y nadie responde a las preguntas de un anciano, que sin ingenuidad pensó que su perorata podría ser escuchada.

Tamames hizo preguntas que nadie se molestó en responder, algunas de ellas de mucho calado institucional y social, que en general contenían reproches a lo no hecho, más que a los posibles dislates cometidos que dejó para los jefes del partido proponente de la moción.
Como ejemplo analizó, con la cortesía añadida de ser breve:

La Ley electoral.
La división de poderes.
Lo inaceptable de aceptar el voto de quienes no condenan la violencia.
La potestad de ejercer el indulto de manera espuria. Por cierto «espurio/a» está de moda entre los políticos ahora que no se debería usar, porque ya no hay bastardos ni bastardas.
El calificar el Código Penal de la Democracia como código de la manada.
El sacar adelante 132 decretos-leyes.
La inseguridad jurídica de ciertos temas.
El cupo vasco.
La creación de dudas respecto al INE.
La falta de política industrial.
La desatención a una política de demográfica.
La no coordinación de Sanidad y Educación y la falta habitual de coordinación.
La política del agua y forestal.
El cambio de política ante el Sahara y Marruecos.
La inexistente Ley de Vivienda. Con cifras, 200.000 viviendas nuevas al año y 50% VPO como mínimo.

Y otros muchos temás más polémicos.
En el multiverso de las respuestas no hubo coincidencia.

Se puede decir con verdad que el análisis no es la acción, pero parece claro que la acción debería basarse en el análisis. Aunque triunfe lo contrario no elegimos para que nos adoctrinen sino para que hagan lo que no podemos hacer individualmente. No se puede reprochar «Ud. no tiene un programa» cuando el articulo 113 no lo exige, ni se tiene la mínima posibilidad de ejecutarlo.

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