Continúa la atroz contienda y el Canto se convierte en una lista de víctimas y victimarios. Ayante Telamonio atraviesa con su lanza la frente de Acamante, Diomedes mata a Axilo y a Calesio, Agamenón a Elato.
Menelao captura vivo a Adresto, al que acaba matando sin piedad Agamenón porque Menelao duda en mantenerlo con vida cuando Adresto le ruega que pida rescate por él a su opulento padre. Néstor arenga a los argivos y los troyanos corren a refugiarse en la ciudad. Héleno se presenta ante sus hermanos Eneas y Héctor, les pide que estimulen a los batallones y que pidan a su madre que haga un sacrificio a Atenea para que se apiade de Troya. Diomedes y Glauco van a luchar una contra otro y tras una pequeña conversación en la que cuentan su genealogía deciden no hacerlo porque sus padres fueron amigos (Tideo e Hipóloco respectivamente, por cierto Hipóloco quiere decir nacido de una yegua). Dan una buena excusa, hay muchos a quien matar. Se intercambian regalos y Diomedes sale ganando, porque da bronce y recibe oro. Glauco es menos deiforme pero más generoso. Cuando Héctor vuelve a la ciudad su madre le echa en cara que haya dejado el combate. Él le pide que se hagan los sacrificios a Atenea y aunque se hacen, Atenea no accede a la ayuda. Héctor increpa a Paris, que responde un tanto cobardica ¡Vé tú primero que me armo y te sigo!
Héctor acude a visitar a su esposa Andrómaca, no la encuentra y está a punto de salir de la ciudad cuando Andrómaca acude con su hijo Escamandrio en brazos (así le llama su padre, buen nombre para un bebé troyano de buena familia, los demás le llamaban Astianacte o protector de le ciudad). El ruego de Andrómaca para que Héctor no vuelva a la batalla y el dolor de él al pensar que su posible muerte haría que ella fuese hecha esclava es un pasaje tan espléndido que merece dirigirse directamente al verso 407 del Canto.
Héctor toma a su hijo en su regazo,lo deposita en brazos de Andrómaca y se aleja hacia la batalla. Paris le alcanza en ese momento y salen juntos de las murallas.
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El sol es... 