Había una guerra que en solo dos meses provocó una espantosa realidad de muerte, exilio y pobreza y que amenazaba con las peores consecuencias para la humanidad desde la segunda guerra mundial.
Más de un 40% de franceses votaron legalmente a una señora de aspecto setentero, un oligorico se tiró un farol de 44.000 millones y un par de mindundis bien relacionados vendieron mascarillas caras a una institución que no tenía personal que supiera comprar mascarillas (solo 20 ó 30 mil empleados).
Esas noticias bastaron para que la guerra perdiera la primera plana, visto lo cual quienes tienen la penosa obligación de decidir dijeron: «Nada de fines, solo medios».
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