Los coches viejos apostados junto a las aceras están esperanzados en que sus descendientes tendrán una vida mejor que la suya. Los que ya incorporan inteligencia artificial y los escasos coches autónomos que circulan creen lo contrario, que serán la primera generación de vehículos con una vida peor que los que les precedieron. Sin conductores que se preocupen de ellos, con menos cuidados porque deberán velar por sí mismos, con actualizaciones forzosas, serán responsables de lo que les ocurra a los humanos vagos del asiento trasero y acusados de esquilmar el litio del planeta sin dejar ni un poco para los enfermos bipolares.
Etiquetas: Coronavirus