Teoría sobre los profetas y los zapatos.

¿Por qué todos los profetas de los tiempos antiguos han tenido tanta manía a los zapatos?
Porque eso ha sido una cosa de los profetas y no de los dioses.
Yo no creo que un ser omnipotente y omnisciente, que debe preocuparse de todo, lo del más aquí y de lo del más allá, y que su mayor desvelo sea el que yo, pobre mortal –más mortal que pobre, todo hay que decirlo- pues que me descalce antes de entrar en uno de los lugares en los que se le adora. Que no me lo creo.
Aunque yo de los profetas me lo creo todo.
La mayoría ayunaron demasiado tiempo y vivieron en lugares secos, pedregosos y con un sol de cojones y eso afecta profundamente a las funciones cerebrales.
Y si además ibas descalzo y has sido pobre de niño y no tenías ni sandalias, pues cuando eres poderoso y te siguen legión de fieles dices: “¡todos descalzos!”.
Y dos mil o tres mil de tus seguidores orgánicos, o sea los que mandan en tus iglesias o templos pues dicen que sí, que todos descalzos.
¡Y mira que les cabrea que no lo hagas!
Una vez en Diu, ciudad india que fue colonia portuguesa, a pesar de su nombre de método de contracepción, tuve una bronca descomunal con un fanático musulmán porque pisé un trozo de acera de una calle donde según él no se podía pisar.
Lo que ocurre es que en ese país tengo una metodología de discusión infalible para esto casos: “Si no te gusta la India, vete a Paquistán”.
Me miran con ojos asesinos, pero se callan.
NB.
A esta joven sí tendrían que haberle prohibido los zapatos.
Star Wars.
Las señoras que vimos en Mtskheta me recordaron a los guerreros de las galaxias cuando se hacen viejos.
Aunque ¿quién me dice que no lo eran y estaban en Georgia en un dorado retiro después años de increíbles epopeyas galácticas?
Rarezas.
En una exposición de la Biblioteca Nacional hay un «bote para serum» de la “Botica del Escorial” con esta leyenda:
«Bote para Serum castrati, suero o semen de castrado, utilizado como antiséptico en intervenciones quirúrgicas».
Menos mal que se ha inventado la mercromina.
¡Y los colutorios!
(Lo siento, pero no logro encontrar una foto para acompañar a este texto).
El Roto.
Tendría que escribir “El Gran Roto”, porque mira que es grande.
Por si no te funciona el enlace:
Hay dos políticos sentados y uno le dice al otro:
“Si no podemos llegar a acuerdos de gobierno, por lo menos pactemos los insultos”.
A lo que el otro le contesta:
¡Y una mierda!
El español.
Que no siempre es el inglés el idioma que me sorprende con nuevas palabras.
En este caso me he encontrado con el verbo “trucidar” del que dice el DRAE que significa “Despedazar, matar con crueldad e inhumanidad”, aunque advierte que está en desuso. ¡Afortunadamente!
Me topé con él al leer sobre la muerte de Kitbuqa Noyan.
Te copio la información de Wikipedia para que veas que significaba entonces lo de “trucidar” a alguno.
“En 1260 un ejército cristiano (cuando aún gran parte de los turcos y mongoles se adherían al cristianismo «nestoriano») túrquico-mongol liderado por el líder cristiano nestoriano Kitbuga trató de recuperar la «Tierra Santa» para la cristiandad, pero Kitbuqa fue derrotado por los musulmanes en la Batalla de Ain Yalut y luego de ser apresado fue ejecutado (según varias fuentes fue trucidado), es decir, puesto su cuerpo entre dos planchas de madera y luego aserrado por los musulmanes”.
NB.
No creas que solo “trucidaban” los mahometanos, por el ejemplo de arriba, que se practicaba por todo el orbe. Te dejo el enlace para satisfacer tus impulsos “gore”. (Redirigido desde «Trucidación»).
Las fotos no son de “trucidamientos”, que son de exposiciones de La Tabacalera, aunque la segunda sí podría ser una máquina de “trucidar” y la primera el resultado de esa acción.
Coincidencia.
Este año, 2014, he leído la “Historia de los musulmanes de España” de Dozy.
Este fue un arabista neerlandés del siglo XIX y quizás por su origen y el tiempo en que vivió escribió sobre cristianos, judíos y mahometanos sin temor a decir cosas que molestasen a unos u otros.
Copié esta historia: “Después de la partida de Ibn-Hafzun, Sauwar, que se había dejado tomar en una emboscada, fue muerto por los habitantes de Elvira. Cuando se llevó su cadáver a la ciudad, resonaron los aires con gritos de júbilo. Sedientas de venganza, las mujeres echaban miradas de fiera sobre el cuerpo del que les había arrebatado sus hermanos, sus esposos y sus hijos, y, rugiendo de furor, lo hicieron pedazos y se lo comieron…”
El autor dice que en siglo XIX, cuando escribe este libro, esas andaluzas habían hecho algo parecido con los soldados franceses de Napoleón.
(Sí, ya sé que la foto no es de las andaluzas del siglo XIX, que es de Calcuta y la vengativa Kali, pero es que no tenemos fotos tan terribles).
Otra palabra.
El día antes de empezar el viaje comencé a releer “Una música constante” y de nuevo me encontré con la frase que le contesta uno de los personajes, el del violonchelo, al primer violín cuando le dice que debería comprarse un móvil: “¿Por qué tendría que llevar un móvil? No soy ni un macarra ni un fontanero.”
(Lo curioso es que ya lo escribí en un viajé a Turquía en 2006 –también en un “Final, unas cuantas palabras como despedida”, cuando debí leer por primera vez esa novela de Vikram Seth).
Pues bien ahora ha aparecido una palabra nueva: “nomofobia”.
Fundeu la define como “el miedo a estar sin teléfono móvil”. (Piensa que esto lo escribo en marzo del 2014 y la entrada de Fundeu es de febrero de ese año. Por cierto, en 2021 todavía no está incluida en el DRAE, pero casi, por una letra, porque sí está nosofobia: Fobia a la enfermedad, especialmente a la infecciosa).
No todo fue trucidar en la España musulmana.
En la misma obra Dozy escribe sobre Said, noble cordobés muy enamoradizo y del que cita: “El momento más dichoso de la vida es cuando se bebe en ronda, o más bien, cuando, después de un desavenencia, uno se reconcilia con su amada, o mejor aún, cuando el amante y la amada se lanzan miradas embriagadoras: es, en fin, aquel en que se enlaza en los brazos a la que se adora”.
(La secuencia de las fotos no es real, que la primera es de una sesión de fotos de Shanghái, y no estaban enfadados, aunque me imagino que sí hartos de posar, y la segunda es de otros novios en el palacio de Carlos V de Granada).
Final.
El libro de Vikram Seth, “Una música constante”, empieza con una cita de John Donne: “y por esa puerta entrarán, y en esa casa morarán, donde no habrá ni nubes ni sol, ni oscuridad ni deslumbramiento, sino una luz constante, ni ruido ni silencio, sino una música constante…”
Final final.
La frase la leí en una revista fotográfica donde comentaban los peligros de que te robasen la cámara y otro material en los viajes.
El autor acababa diciendo: “El mundo, en general, es un buen lugar para viajar… y es el único que tenemos para hacerlo”.
Así que seguiremos haciéndolo. Mientras las piernas aguanten. Y tú que lo veas. Y que me lo leas.
Gracias por haber seguido hasta aquí.
13/11/2021 a las 10:09
Gracias a ti.
19/11/2021 a las 15:48
MAGNÍFICA CRÓNICA (con mayúsculas)
Y por favor sigue regalándonos estas apasionantes , interesantes y documentadas crónicas hasta el fin de los tiempos, qué suerte tenemos de tenerte/teneros (Anjo y Marisa), qué maravilla!!!
Gracias, un beso