
Estas últimas crónicas, que intitulo “finales”, son un conjunto de consideraciones y pensamientos de este año, 2014, que no incluí en mis escritos diarios por falta de espacio o por el tema que trataban.
Las fotos que acompañan el texto en estas crónicas están obtenidas de las publicadas por Marisa en Flickr, pero no siempre son la referencia exacta del tema tratado, aunque lo intento.
El dolor, el placer y la escritura.
Leí hace tiempo una entrevista a Caballero Bonald que hablaba de como utilizaba sus propias vivencias para escribir sus novelas y que había creído que tenía que vivir intensamente para poder escribir y de lo romántico que le había parecido esa actitud. Y ponía como ejemplo a Rilke, que según él decía que hay que haber oído los alaridos del dolor en la noche antes de escribir el primer verso de un poema.
Pues lo mío no es nada romántico: escribo mis vivencias, pero no las novelo. Y no he oído los alaridos de dolor en la noche. Ni quiero oírlos: ni en la noche, ni en el día. No quiero que haya dolor y que los únicos alaridos que oiga sean de placer, aunque no sean motivo de inspiración de ningún poema.
Beria.
Cuando escribí sobre la catedral de Tiflis dije que se había levantado donde había habido un antiguo cementerio armenio con su iglesia que fue destruido por orden de Beria.
Y este personaje de triste pasado, mano derecha de Stalin, y georgiano como él, posteriormente fue juzgado y ejecutado a instancias de Jrushchov.
Pues bien, hay una interesante novela, que te recomiendo, “La octava vida”, donde Beria es un personaje decisivo.
(Esta, obviamente, no es la “iglesia” de arriba, pero sí armenia, aunque en Turquía. Curiosamente ya no está así, porque la foto la tomé en 2007 y ahora está totalmente restaurada según compruebo en la web, aunque también me entero de que fue confiscada por el gobierno en 2016).
El inglés.
En mi búsqueda de información sobre los lugares que voy a visitar a veces descubro verdaderas joyas lingüísticas y esta vez ha sido, como en otras ocasiones, con una palabra inglesa: “suffragan”.
La encontré por su abreviatura, “suffr”, lo cual fue otro descubrimiento.
Significa nada menos que “obispo sufragáneo”, “suffragan”.
Lástima que no creo que pueda utilizarla jamás, aunque nunca se sabe.
(La foto no es de un obispo, pero sí del “coche de un obispo”, aunque en la India).
Contrastes.
Cuando escribo estas crónicas, junio del 2021, visito el museo del Prado y descubro una exposición temporal de las obras del “Legado de Carmen Sánchez”.
Son obras adquiridas con la pasta que esta señora legó al museo con tal fin.
Fue una visita muy interesante, pero donde me sorprendió que colocasen juntos un cuadro de José del Castillo cuyo título y tema era “La estigmatización de San Francisco” y a su lado uno del taller de François Clouet, “Mujer en el baño”.
El primero muestra al santo con unos recios y austeros hábitos y con un aspecto demacrado y macilento con los estigmas en manos y pies (solo se le ve uno, pero se supone que puestos a “estigmatizar” tendría los dos) y parece que también el del pecho y la señora en el baño es el típico cuadro francés del XVI de una señora estupenda de turgentes senos con un clavel en la mano y teniendo detrás a una nodriza amamantado a un bebe (también con un estupendo pecho) cuya simbología dicen que es el amor y la fecundidad.
No podían haber colocado dos obras más dispares, aunque ambas dignas de ser compradas con esa donación.
NB
Sobre los estigmas, para los que no han sido educados (?) en colegios religiosos.
Son señales sin causa conocida que aparecen sobre el cuerpo de personas elegidas imitando las padecidas por Cristo durante su crucifixión. Así las típicas son marcas en manos y pies y en el costado derecho.
Explicación antropológica-teológica: a los esclavos se les marcaba para significar su pertenencia a un dueño. Aquí el devoto que las sufre (o las goza) señala de esta manera su pertenencia a Cristo.
Advertencia: deben ser de origen natural, vaya, que no vale hacérsela uno mismo como los que se tatúan o se agujerean la nariz.
Gentilicios.
Suelo ir a la caza de esos adjetivos y encontré uno especial, mejor dos, sobre los de Tiflis.
(Claro que no soy yo a la búsqueda de gentilicio, que era un joven birmano enfrascado en la lectura).
De su historia marginal di con una información que me encanta: el nombre de sus habitantes. Resulta que su gentilicio sería teflisense o teflitano, por el nombre una archidiócesis que existió en los siglos XV y XVI, pero de la que dice la web episcopal que ahora está suprimida.
Y una curiosidad: los obispos que lista esta web de esa archidiócesis eran todos de la misma ciudad alemana. ¡Qué casualidad!
¿Se lo pasarían de padres a hijos?
Lonely Planet.
Cuando estoy escribiendo estas crónicas en primavera del 2021, descubro en casa, en una caja olvidada, una guía de “Lonely Planet” del año 1990 titulada “Europa del Este”.
¡Una guía de 700 páginas para que puedas viajar desde la República Democrática de Alemania hasta la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas! O desde el Mar del Norte hasta el Mar de Bering y el Mar Negro.
NB
Aunque la guía es de 1990 fue una versión española de la original australiana de 1989 y la caída del muro de Berlín fue en noviembre de 1989, o sea que todavía no habían corregido la versión original.
La verdad es que no había antes muchos países bajo esa clasificación de “Europa del Este”: República Democrática de Alemania, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia, Albania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Pues bien, decido echarle un ojo a lo que dice de Georgia.
Como tal ni la nombra, aunque por el índice veo que la incluye en “Transcaucasia” con Armenia y Azerbaiyán (a las que tampoco nombra).
Sí hay un pequeño apartado dedicado a Tiflis.
Te copio su descripción: “La pintoresca Tiflis, situada en el valle del río Kura, es la capital de Georgia desde el siglo VI. Desde el monte Mtatsmida se disfruta de una buena vista sobre las características iglesias georgianas, escondidas entre las casas de tejas rojas y los modernos bloques de viviendas. En Mtskheta, la antigua capital de Kartli, a 23 km al norte de Tiflis se encuentra el templo de Dzhvari y la catedral de Sveti-Tsjoveli”.
Nada más.
Claro que a Bakú le dedica el mismo espacio y a Jerevan el doble.
¿Tú podrías recorrer este país con tan magra información?
Tengo que reconocer que este libro no me lo compré; lo que no sé es como llegó hasta mi biblioteca.
Yo y Stalin.
O mejor “Stalin y yo”.
Resulta que leí algo sobre el personaje a raíz de lo que escribí de Tiflis y descubrí que tenía sindactilia. Como yo.
Y él también tenía dos dedos de un pie unidos por una membrana.
(Ya ves que Buda no tenía esa tara).
Alguna vez ya he escrito que en el caso de un accidente aéreo a mí me localizarían por mi pie. Vaya, identificarían mi pie, que el resto lo tengo todo muy del montón y siempre que describen un accidente aéreo dicen que “los restos están diseminados por las laderas de una zona de difícil acceso”. Vaya, que es mejor qua vayas a parar al mar y allí la sindactilia ya no es una ventaja identificatoria.
NB
Hay una divertida peli británica sobre la muerte de Stalin titulada así “La muerte de Stalin“, donde por cierto a Beria, del que he escrito más arriba, lo ponen bastante mal. Y se lo cargan al final.
NB
Por si me leen en algún país lejano sabed que su distribución estuvo prohibida en Rusia, Kazajistán y Kirguistán.
17/11/2021 a las 21:31
«No quiero que haya dolor y que los únicos alaridos que oiga sean de placer, aunque no sean motivo de inspiración de ningún poema.»
-preciosa frase-