
Estoy escribiendo después de cenar en el comedor de la casa donde nos alojamos en Kazbegi.
(La foto se nota –o eso espero- que no se ha hecho por los autores del artículo y las fotografías que lo acompañan).
Tras entrar en internet en un ordenador de verdad Marisa se ha ido a dormir, pues está hecha polvo.
Digo “ordenador de verdad” pues hasta ahora en Estambul y Tiflis lo había hecho en un engendro que llevo que funciona con Android y no es lo mismo. Así tengo que escribir en el “asunto” un resumen de mi nota pues no funciona la parte del texto.
Mi amigo Ramiro, que es lo más parecido a un “hipster” que conozco, me dice que eso me pasa por no llevar un “iPhone”. No sé si me tendré que comprar uno.
Este es el lugar más remoto al que vamos a llegar en este viaje y casi nos sucede como en el de Tawang en octubre pasado, pues hemos estado a punto de no poder venir: Marisa ha pasado una noche fatal y yo estaba con un fuerte resfriado nasal. Pero es la única opción que teníamos para venir aquí, pues la previsión meteorológica había anunciado hace un par de días que mañana domingo sería el único día con sol y luego empeoraría y ayer ya anunciaban nieve para el lunes.
O sea, que hoy o nunca.
En este país el método habitual de transporte interurbano son las furgonetas que aquí llaman con una palabra rusa: “marshrutky”.
Así que esta mañana nos vamos a coger la “marshrutka” (plural “marshrutky”) a la estación de autobuses de Didube, que afortunadamente tiene estación de metro. De esta manera podré probar dos nuevos medios de transporte, para mí, en este país.
El metro y el autobús utilizan la misma tarjeta de transporte, pero no sé si se puede sacar el billete directamente.
Hemos hecho un solo equipaje entre el de Marisa y el mío, pero como vamos a un sitio donde parece que hace frío no lo hemos reducido demasiado, pero siempre se viaja mejor con una mochila que con ella y una maleta.
La primera sorpresa es la escalera mecánica que baja hacia las profundidades. Y digo “profundidades” porque no he visto en mi vida una escalera así de inclinada y de tan largo recorrido. Y veloz.
Una vez un compañero de trabajo tuvo un accidente pequeño, pero un buen golpe, porque una escalera mecánica, aunque de corto recorrido, se paró de golpe y él salió despedido. Si la de esta mañana lo hace así y llevando yo la mochila no creo que hubiese sobrevivido.
De verdad que si vienes a Tiflis debes probarla: es la de la estación de Tavisuplehis.
Todas las estaciones tienen un ambiente tristón, aunque quizás por ser sábado no iba demasiado lleno.
Marisa se ha podido sentar al lado de la mujer más grande que he visto en mi vida; a su lado parecía una enana. Si hubiese tenido tiempo me habría quedado hasta su parada para verla de pie y cómo se desplazaba.
Otra de las características es que todos iban de negro, aunque en general son muy monocromos en sus vestiduras. Y cuando estaban juntitos en un vagón de metro parecían a los malos de Matrix, pero con narices caucasianas y anorak.
Me percato que llevo atado por la parte exterior de la mochila el paraguas que me dejaron en el hotel de Estambul y que dado su tamaño no lo puedo ocultar dentro: es azul y trasparente y parece el paraguas de una princesita de ballet.
Una vergüenza por mi parte en aquel ambiente sobrio. Me temo que en cualquier momento se me acercará un recio georgiano y dándome unos billetes me dirá: “Tome 40 laris y cómprese un paraguas de hombre”.
Afortunadamente nadie me da nada, pues en georgiano solo sé decir “lari” y no habría sabido contestarle, ni siquiera agradecérselo.
Sales del metro y te encuentras una estación de autobuses. Por si vienes te digo que esa no es, que está dedicada a distancias medias y largas, que es la siguiente.
Dices “Kazbegi” y te dirigen a una furgoneta que en cuanto subes sale pitando. Y digo “pitando” porque no he visto conducir con tal celeridad. Y con una sola mano, que la otra la utiliza para fumar o para hablar por el teléfono celular.
De Tiflis a Kazbegi hay 150 km y la guía dice que se tardan 3 horas aunque este conductor lo ha hecho en 2 incluyendo unos 5 minutos que ha parado en un pueblo, Gudauri, que tiene una estación de esquí. Y allí ha ocurrido una situación muy graciosa.
En la furgoneta de 18 plazas, más conductor, viajaba un señor con perro en la última fila, otro señor, un joven alemán, una señora mayor que se ha apresurado a ponerse una mascarilla la primera vez que he estornudado (voy con un fuerte resfriado nasal) y una joven rubia en la primera fila que hablaba (¿coqueteaba?) con el chófer.
Paramos en Gudauri y se bajan la abuela y la joven. A los 5 minutos vuelve esta con una bolsa con algo que había comprado. Sube y salimos a toda leche. Cuando llevamos un kilómetro el chófer dice algo así como “¡los donuts!” y allí mismo pega un frenazo y aunque estamos en una curva cambia de dirección y volvemos a Gudauri.
Se cruza con un coche que le toca el claxon y entonces vuelve a hacer la misma maniobra. Llegamos hasta donde está el otro coche parado y sale de allí la abuela con una bolsa.
O sea que el grito de lo de “¡los donuts!” había sido en georgiano “¡Hostia, la abuela!”: se la había olvidado y ella ha cogido un coche y salido en persecución de la furgoneta.
Consejo de viaje.
Si compartes un trasporte con una joven rubia vigila lo que hace esta en las paradas porque si no corres el peligro de quedarte en tierra dado que nadie (o por lo menos el chófer) se fijará en ti y no te echará en falta.
Paramos a repostar gasoil: 2,02 laris el litro.
Addendum.
Hoy es 22 de octubre del 2021 y esta crónica se publicará mañana día 23.
He comido con mi amigo Ramiro, al que hago referencia al comienzo de este escrito, y he comprobado que ya no es el “hipster” que era en el 2014, pero me ha despedido con esta frase que me ha dejado muy preocupado: “Te tienes que comprar un ‘iphone’”.
Casi me caigo de la impresión al oirle repetir lo que me dijo hace 7 años.
Y me quedo con la duda de que si a mi amigo lo han sustituido por un replicante los de “Apple, Inc.”.
Etiquetas: 2014, Georgia, Kazbegi, Marshrutky, Tiflis
23/10/2021 a las 09:11
Querido Ángel, te gusta tanto demostrar tu riqueza lingüística que, a veces, metes la pata hasta el corvejón, como dicen en mi pueblo.
Veamos, dices «coger la «marshrutka»» y aclaras que es un plural y no lo dudo, pero lo que no entiendo es cómo alguien, tan versado en ortografía pone el artículo en singular y el sustantivo en plural.
25/10/2021 a las 18:18
buenísima crónica, me he reído una «jartá»
un beso
04/11/2021 a las 10:07
En mi fervor por entrar al trapo, me doy cuenta que entro, aún cuando no tengo ningún señuelo delante.
Vuelto a leer, he de decir que retiro, ruborizada, mi anterior comentario; eso sí, aclarando que no había bebido cuando lo hice, ni ahora tampoco.
¿Se puede añadir aquí «Un beso»?
04/11/2021 a las 10:30
Sí, se puede añadir un beso y una copita de Calisay.
Muchas gracias.