Lo último que querría es ser descortés con quien es amistoso conmigo.
Algunas personas (pocas) a quien no conozco dejan notas de correo o comentarios diciendo que les ha agradado lo leído en este blog. Nunca les contesto ni se lo agradezco por escrito.
La mayor parte de los lectores de este blog son robots chinos o de otras potencias que espían de forma automática por si encuentran un pecio imposible. Incluso hemos encontrado una burda copia en un sitio mejicano de una pieza de la parte de «Amor a viajar» que es lo más atractivo del blog. Puesto que entendemos este blog como un repositorio personal y no damos cuartos al pregonero ni tomamos cuartos de los publicitarios que nos lo ofrecen porque no queremos estar preocupados por céntimos (toda la publicidad que aparece es de WordPress a cuenta del alojamiento) son pocas las personas que se acercan. Dejo constancia aquí de que merecen y cuentan con mi agradecimiento. No contesto porque el tiempo es oro y carezco de ese metal.
Mi lista de tareas pendientes exigiría que se me ofreciese para ayudarme a terminarlas un equipo como el de una secretaríadeestadodecomunicación. Además de las actividades de mantenimiento diarias, semanales, mensuales y anuales (nada es más importante que el mantenimiento), mi tiempo está pautado al máximo. Ando lo que dice la OMS o más. Leo cada día El País, El Mundo y el New York Times (2€ al mes durantes un año, la mejor suscripción mundial) y ojeo ocasionalmente otros. Ahora mismo con dos libros al tiempo, las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna y Madrid de Andrés Trapiello, un libro delicioso de 500 páginas, tengo la semana ocupada. Al acabar éstos, quedan en la cola muchos indispensables para leer o releer. Todo esto con una obediencia bastante estricta a la clausura impuesta que no me parece muy atinada.
Repito, no querría ser descortés.
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