También puedo ser demagogo en agosto del 2020.

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Voy en el coche escuchando a Harry Belafonte, que cada día canta mejor, para mí canta mejor que Caetano Veloso el Cucurrucucú e incluso su versión de «the first time ever I saw your face» es mejor que y previa a la de Roberta Flack, y veo pasar lentamente la España de los arbitristas vulgares, de los animalistas que odian a los toros, de los ministros de consumo anticonsumista, de los viajeros pertinaces que odian los coches y los aviones, de los que odian el turismo ajeno, de los amigos de la bicicleta eléctrica, de los antinucleares que sólo pagan energía verde, de los que van a cambiar el modelo productivo ya mismo y, en resumen de los fervientes amantes de la España que debería ser, no de la que es, de la España inmóvil y de la China hacendosa.

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