59. Hong Kong-Macao-Shanghái. 2018. 18 de abril, miércoles. Trigésimo día de viaje. Shanghái, día 10.

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Hoy ha sido un día de esos de poca historia, aunque no haya dejado de ser interesante.

Intento echar una ojeada al periódico antes de empezar la vida de turista, aunque aquí tengo verdaderos problemas para hacerlo, y encuentro una noticia que no puedo leer (por esos problemas) y que dice que Starbucks cerrará 8000 establecimientos  y quiero dejar claro que no tengo nada que ver con ello, por mis críticas  del consumismo que representa ese tipo de cadenas. Tampoco con que el Sr. Trump hay decidido boicotear  a una empresa china de telefonía, HTC,  y con la que nos hicimos las fotos aquí, Huawei. Lo digo porque el editor de este blog tiene el convencimiento de que ocurren grandes catástrofes, e incluso guerras, después de que yo haya visitado esos territorios. Pues estuve por primera vez en Starbucks  en Shanghái  anteayer  y ahora sucede eso. Vaya, que no tengo nada que ver.

Hoy vamos a visitar Zhujiajiao, “Zhūjiājiǎo” en pinyin, ciudad que recomienda la guía dentro del apartado “Viajes de un día desde Shanghái”. También Marisa ha leído sobre este pueblo y tiene interés en ir así que vamos. Además ahora es más fácil, pues  hasta comienzos de este año había que ir en autobús (transporte más complicado para nosotros)  y ahora hay una nueva línea de metro, la 17, que llega hasta allí, aunque está a 30 km de distancia.

Ahora bien, aunque tengo la última versión de la guía, la de mayo de 2017, no aparece  todavía lo de la nueva línea y acudo a internet en busca de información.

Ya sabes que aquí  no funciona Google Maps, pero encuentro en un blog de viajes la información y no puede ser menos precisa: cuesta de 2 a 4 yuanes y la estación está a 1 ó 2 km del centro de la población. Pues ha costado 8 yuanes y da gusto, pues la segunda parte del viaje es con la nueva línea con trenes estupendos, poca gente  y casi toda al aire libre, lo que te permite contemplar el paisaje. Además el cambio de una línea, la 2, a la otra, la 17, se hace en el mismo andén. ¡Qué buenos son los diseñadores del metro de Shanghái!

Cuando vamos a cielo abierto descubro que hay bastantes urbanizaciones con chalets pareados y también con algunos sueltos, lo que ya no sé si serán unifamiliares o no. También algunos grandes bloques de pisos.

Y vemos campos cultivados y bastantes cursos de agua, que no sé si serán ríos o canales.

Algo sorprendente del metro es que hay muy poca publicidad y si hay alguna pantalla suelen proyectar cosas de tipo de comportamiento cívico en el metro. Sí hay publicidad en algunos tramos de los túneles donde parece que la proyectan en la pared del túnel desde el vagón mismo.

En todas las entradas del metro hay un control de equipajes. Es un poco, pero poco, molesto, y a cambio te da una seguridad adicional.

Llegamos al destino y al preguntar en el metro   por la salida hacia el pueblo un joven empleado, con un inglés sencillo pero suficiente, me ha dicho que “Salida 1” para que allí cogiese un autobús para ir al centro de la población. Y eso hacemos, pero entonces nos topamos con la China de verdad: los autobuses solo tienen números en chino, que yo no sabía ni que existiese esa numeración, pues hasta ahora siempre habíamos encontrado los “números buenos”. Pues no, que también hay otros.

Gracias a otro joven que nos ha ayudado hemos podido coger el autobús correcto y aunque hay lectores de tarjetas de transporte  como en el metro, nada más entrar se nos ha echado encima una cobradora. Afortunadamente se puede pagar con la tarjeta de transporte que tenemos de Shanghái.

Nos hemos bajado cuando lo han hecho los viajeros chinos que tenían aspecto de turistas.

Y preguntando, preguntando,  hemos llegado a la oficina de turismo.

Por si vienes: hay cosas que son visitas de pago, e incluso parece que en algunas ocasiones han cobrado por entrar en la zona turística, así que los de la oficina de turismo ofrecen tres paquetes con todas la visitas de pago incluidas y además si eres mayor, pero bastante, el segundo paquete a mitad de precio. Yo te aconsejaría que no cogieses ninguno, pues el interés de este pueblo es el pueblo en sí y no esas cosas adicionales que te enseñan. También que vinieses por la tarde, aunque a partir de la 4 muchas tiendas empiezan a cerrar, pero por la mañana es un infierno de visitantes.

Es un conjunto de calles estrechitas con muchos canales que las cruzan y con preciosos puentes sobre esos canales y con una especie de góndolas que llevan a los turistas de un lado para otro.

Nosotros nada más llegar nos hemos encontrado con un grupo de acuarelistas al lado del río en un tranquilo rincón que invitaba quedarte allí viendo como lo hacían. Porque a mí eso de la acuarela me parece algo casi milagroso. Tengo un amigo, Miguel, que las hace y es un prodigio.

Luego nos hemos metido en el tráfago de las callejuelas, aunque en la primera visita del paquete que hemos comprado, los jardines de Kezhi, estábamos casi solos.

Estos jardines han sido lo más bonito e interesante de las 8 visitas que comprendía el paquete de la oficina de turismo.

Otra de las visitas es a un templo budista. Cuando llegamos allí en uno de los pabellones suena una música celestial. De repente aparece un viejecito con una flor de loto de barro en sus manos en plan oferente. Se acerca al altar, desconecta otra flor semejante y pone en marcha la primera que traía: es la fuente de la música y además con una gran placa solar. ¡La tecnología celestial no descansa!

Muy cerca de este templo está el dedicado al dios de la ciudad. Vaya, no sé si escribirlo con mayúsculas o minúsculas.

Pues bien, en este templo taoísta hay un señor que tiene mucho interés en darte dos palitos de quemar y que entres en una capillita de al lado. Y es que los que lo hacen son captados por dos adivinos que les leen el porvenir. No entiendo que pensaba ese señor que haría yo si cogía los palitos, cosa que obviamente no hice.

En este pueblo, como hacían en algunos de Corea también la gente se disfraza de “antiguo”, pero en mucho menor número que allí.

Acabamos la visita y volvemos a hacer lo de la mañana, en este caso preguntando a unos policías para coger el autobús para ir al metro. Mira que es fácil; solo son dos palabras que parecen internacionales: bus y metro. La segunda ya he descubierto que no me la entiende  casi nadie y lo que hago es sacar un plano de metro y enseñárselos. Aquí he descubierto que la palabra clave es “17”, que es la nueva línea: “Autobús al 17”. La putada es que los planos del metro con caracteres latinos son antiguos y no aparece, pero al final todo ha salido bien.

Vuelvo a lo del comienzo: para mi próxima visita a la China tendré que aprender sus números.

En el metro de regreso compruebo que hay muchos señores mayores de 60 que llevan chaqueta, que me recuerdan a la España de los 50.Y entonces me pregunto que cuánto tiempo hace que yo no la llevo fuera de tres bodas y algún funeral.

Como el recorrido de vuelta en metro nos coge de paso volvemos a Carrefour a comprar algunas cosas. Le pregunto a una “encargada” (o por lo menos lo parecía) por el Nescafé. Pues como antes, mira que es fácil: “Nes-ca-fé”. No había manera. Entonces le digo que “café”, que “cofi” y alguna tontería más y al final me lleva a la sección del café. Entonces le enseño lo que buscaba y le repito varias veces: “Nescafé, Nescafé, Nescafé”. Espero que no lo olvide.

Así que acabo con los consejos: sí que hay que visitar  Zhūjiājiǎo, pues es muy interesante, pero la gran aglomeración de gente y la alta densidad de tiendas hace que por la mañana sea un poco decepcionante, al menos para mí lo fue. Volveremos a visitarlo, pero por la tarde y sin ninguna visita adicional al paseo por los canales y los puentes. E iría en metro sin ninguna duda.

PD.

En el viaje matutino del metro veo a uno que lee con mucho interés un libro en papel (cosa que no hace casi nadie)  y que también toma notas en él: “Principles Ray Dalio”.

No tengo ni idea de que se trata pero busco sobre él y resulta ser un libro muy vendido en todo el mundo.

El libro se titula realmente “Principles: Life & Work”  y veo en Amazon que hay versión electrónica, en papel y en CD. Lo más curioso  es que hay una oferta de este último soporte como una opción de “usado” y siendo el precio del nuevo de 36€, el del usado es de 100€ y encima te cobran 3€ de gastos de envío. Aquí el robot que controla esto de los precios no ha estado muy fino.

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