48. Hong Kong-Macao-Shanghái. 2018. 12 de abril, jueves. Vigésimo cuarto día de viaje. Shanghái, día 4. Primera parte.

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Hoy nos hemos encontrado con algo especial y diferente de todo el viaje hasta ahora y quizás hasta el final. Es algo muy sencillo, pero que para nosotros es la primera vez y quizás no lo volvamos a ver: un señor que dibuja en el suelo con agua. Realmente no dibujaba, que escribía, pero es que para mí el chino es como un dibujo.

 

¿Conoces alguna actividad artística o similar  que sea tan efímera? Quizás hacer volar una cometa, aunque esto lo he visto muchas veces y lo de hoy nunca.

 

Lo hemos encontrado en el parque de Guchang, por donde pasamos ayer camino del jardín de Yuyuán: un señor de unos 60 años con un pincel como los de la caligrafía china, pero en grande, con un recipiente de plástico con agua y que en su mano derecha llevaba un libro con escritos en chino que iba copiando con gran arte en el suelo.  Y como este era de cemento desaparecían en un momento. ¡Cuánto me hubiese gustado poder preguntarle por su actividad y su motivación! Puede que sea algo habitual y que hay señores así por todo el país, pero es  tan extraño…

Como nos ha visto tan interesados nos ha preguntado por nuestra procedencia y ha escrito España en chino y luego me ha dejado el pincel para que yo lo escribiese en castellano. O eso he entendido y eso he hecho.

Un encuentro muy sorprendente.

Hoy amanece nublado y según una web de meteorología puede que llueva por la tarde con bajada de temperaturas, así que paraguas y nos lanzamos a la dura vida del turista y más temprano que estos días, pues queremos ver a las señoras bailarinas matutinas.

Hemos encontrado a 2 o 3 grupos de bailadoras, uno de ellos dirigido por un abuelito que lo hacía muy bien y a un grupo de practicantes de taichí (¿se llamarán “taichireros”?) todos vestidos para la ocasión y que también lo hacían muy bien.

Antes de las 9 ya estamos en el Bund y aprovecho para grabar las horas del “Big Ching”, como dice la guía que llaman al reloj del edificio de la “Casa de Aduanas”. Las campanas y los mecanismos de este reloj fueron hechos en Inglaterra siguiendo el diseño del famoso Big Ben de Westminster en 1927 y es el reloj más grande de Asia.

Una nota adicional: en la Revolución Cultural su música fue cambiada por “El este es rojo”, el himno nacional chino durante ese periodo. La letra le encantaría al editor de este blog pues está dedicada a Mao y dice de él cosas como que  “lucha por la felicidad del pueblo / es  el salvador del pueblo”. Y estas dos estrofas hay que repetirlas.

Aunque la sintonía musical sigue oyéndose y es popular, la letra dejó de utilizarse cuando llegó al poder el presidente Deng.

Por el río no paran de pasar gabarras cargadísimas y sorprende ver el bordo tan alto cuando regresan vacías.

Hay muy pocos paseantes a esta hora, pero aparecen una pareja de jóvenes occidentales corriendo, vestidos de corredores (eso es muy importante para esta actividad) y al poco se paran, se abrazan  y se dan unos besos apasionados. O es puro teatro o andaban más salidos que un joven español en los años 60. Vaya, que yo no me lo he creído, porque ¿tú llevas  corriendo 10 km, estás sudado y cansado y lo único que se te ocurre es pegarle un repaso a tu pareja? Hombre, no te digo yo después de ducharse, o incluso en la ducha ¿pero en medio del Bund? Unos exhibicionistas.

En el camino veo un gran luminoso que anuncia el tráfico, todo en chino, otro de los motivos, como dije hace unos días, para no conducir tú.

Vuelvo a comprobar en un paso de peatones como en la dotación de los que controlan el tráfico no hay armas, ni otros elementos disuasorios, pero sí una botella de agua.

También que hay calles donde las bicicletas tienen prohibida la circulación. Y algunas motos parece que lleven incorporada una bata  de boatiné para superar las inclemencias del tiempo.

Hoy vamos a hacer un trayecto a pie que recomienda la guía;  este tipo de recorridos  intentamos hacerlos siempre que podemos, pues te suelen llevar  por sitios no muy habituales, aunque su duración estimada nunca coincide con la nuestra, dada la velocidad de crucero que llevamos: lentísima por el tema fotográfico.

Así la primera visita es a un monasterio cerca del bazar y jardines de Yuyuán donde estuvimos ayer y lo hacemos andado desde nuestro hotel, pasando por el Bund y luego por los jardines del parque de Guchang donde como ayer hay un grupo de gente bailando. A veces son parejas de señoras, a veces mixtas, pero hoy hay una pareja de señores estrafalarios que lo hacen fatal. Luego nos encontramos con el señor que escribió con agua en el suelo  y llegamos al monasterio de  Chenxiangge.

En este lugar conviven monjes y monjas aunque las que limpian son ellas y lo hacen como unas posesas. Es de pago y muy interesante.

Durante la revolución cultural fue destruido en parte y convertido en una fábrica.

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