34. Hong Kong-Macao-Shanghái. 2018. 4 de abril, miércoles. Decimosexto día de viaje. Macao, día 3. Segunda parte.

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En Coloane también he visto como una sacristana recogía las manzanas que algún donante había colocado en un altar. ¿Qué harán con ellas? No creo que se las coman, o por lo menos no todas. A lo mejor las venden a los restaurantes o  a las pastelerías.  Y me pregunto si habrá que rezar alguna oración especial antes de comerlas.

Porque antes en mi pueblo había algunas festividades de santos en los que se bendecían algunos alimentos, los cuales antes de comerlos tenías que rezar algo. Así como de niño padecía anginas con frecuencia me comía por iniciativa materna algún dulce que era bendecido el día de San Blas (3 de febrero). Tengo  que reconocer que con pocos resultados.

NB

Ese santo tan gracioso podría ser San Blas, pero no creo.

Encontramos un cementerio, e iba a decir que “un  cementerio chino”, pero eso es lo normal aquí.

Está situado al final de la población en la ladera de una montaña,  pero solo he husmeado en la parte más cercana a la entrada. La instrucciones que hay en la puerta (en chino y portugués) son de lo más curioso.

Así se prohíbe la mendicidad y la venta ambulante, prácticas ambas que parecen de extraña realización en un cementerio.

Y casi todos los enterramientos tenían una forma parecida: un semicírculo muy grande, “defendido” por dos dragones y sobre montado por un círculo de granito rojo. Y en algunos una mesa con banquetas. Todo de piedra. Desconozco el uso de la mesa.

Regresamos al centro y en la plaza del pueblo hay un monolito  con una corona de laurel y una placa.

Esta dice: “Combates de Coloane 12 e 13 de julho de 1910”.  Y ninguna explicación adicional a tan importante evento, que obviamente se produjo en la época de la colonia portuguesa. O sea que fue una hazaña de los lusos.

Se hace la hora de comer y encontramos un agradable restaurante en los soportales de la plaza.

Compruebo que en la mesa de al lado han pedido muchísima comida  y que efectivamente se dejan la mitad. Quizás sea una práctica china y no está bien dejar los platos pelados como hago yo. Y es que en mi infancia la comida era sagrada, pero estos chinos se han olvidado enseguida de su pasado.

Nuestra comida más sencilla, pero buenísima.  Y no nos hemos dejado nada.

Un cocinero de ese restaurante está  picando carne a mano con dos grandes cuchillas. Así que nada de robots chinos. Y delante de él cuelgan dos hermosos manojos de apio.  Parece una mezcla de  Sánchez Cotán y de Bacon.

Una de las cosas que remarca la guía son las casas pegadas al mar y construidas sobre pilotes.

Están un tanto decrépitas, pero una de ellas tiene un agradable salón y nos sentamos al lado del mar a tomar un café. Veo en la carta “Té con café”, que ya había visto en Hong Kong y decido probarlo.

Hace algún tiempo en un vuelo cuando la azafata pasaba con la pregunta de si “Té o café”, mi vecino de asiento pidió una mezcla de ambos. Luego hablé con la azafata y le dije que era la primera vez que lo veía y me contestó que ella también.

Pues aquí está en la carta de los restaurantes. La verdad  es que  además de té y café también han puesto leche  y no está mal la mezcla.

Una curiosidad de este y de otros establecimientos semejantes  es que misma bebida cuesta un poco más si está fría. Así aquí el mío 13 si caliente y 16 si fría. Bueno no “un poco más”, un 23%.

En el bus de vuelta suben cuatro pasajeros en sillas de ruedas. ¡Qué gente más valiente! Aunque llevan dos que les ayudan no dejan de tener mucho mérito. Así cuando llegamos a nuestra parada, que es la suya, me percato que la acera estaba rebajada en un lado del paso cebra, pero no en el otro, lo que les obliga a dar una buena vuelta.  Al urbanista diseñador de aquel atropello la haría yo hacer ese recorrido en una silla de ruedas 100 veces cada día  durante un año.

Regresamos al hotel para un breve descanso y luego nos lanzamos de nuevo a la vida del turista.

Paseamos por el barrio de la iglesia de San Lázaro y nos gusta tanto que regresaremos  otro día.

Desde allí llegamos hasta la fachada de la iglesia de San Pablo ya de noche. Sigue habiendo turistas en su escalinata aunque nada comparable a lo de ayer.

Una joven china que está haciendo  fotos con un trípode nos oye hablar  y nos dice que ella también habla español. Ha estado 10 años en España y ahora vive en Macao. ¡Qué encuentros proporcionan estos viajes!

Acabamos el día turístico en el “Largo  do Senado”  camino de regreso al hotel: una plaza preciosa.

Combates de Coloane

He buscado y he encontrado información histórica sobre este suceso.

Parece que así como los británicos controlaban realmente Hong Kong casi desde el principio, no ocurría lo mismo en Macao y tan tarde, o tan cercano a  nosotros como en 1910 Coloane era un lugar favorito para los piratas y en ese año raptaron a un grupo de niños, lo que obligó a las autoridades portuguesas a entrar en acción.

El 12 de julio enviaron tropas  pero no les fue demasiado bien, vaya  tan mal que los piratas se apoderaron de la batería y giraron el cañón  contra los soldados portugueses.  Entonces estos pidieron ayuda a un barco de guerra y este bombardeó los pueblecitos cercanos e incluso incendio uno de ellos. Como consecuencia los raptados fueron liberados, pero los habitantes de allí tuvieron 38 bajas. Y lo que es la historia, los portugueses lo vieron como una victoria y levantaron ese monumento en la plaza de este pueblo, aunque en otros sitios se conoce a esta batalla como la “Masacre de Coloane”. Además el monolito lleva a confusión como si hubiese sido una fulgurante batalla y victoria pues dice 12 y 13 de julio, pero realmente acabó el 29 de ese mes.

Después de este hecho se levantaron cuarteles y se enviaron tropas (espero que en este orden)  y Coloane se convirtió en una verdadera parte de Macao.

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