11. Hong Kong-Macao-Shanghái. 2018. 23 de marzo, viernes. Cuarto día de viaje. Hong Kong, día 3. Segunda parte.

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Vamos a visitar el templo de Pak Tai y en el camino encontramos un mercadillo donde venden durian y su inconfundible aroma inunda todo el ambiente. Yo solo lo he comido una vez, pero recomiendo probarlo a todo el mundo. Por lo menos una vez en la vida.

 

Esta fruta no es barata, pero ese aspecto tan popular contrasta con un escaparate donde hay una botella de “Château Petrus” del 2010 por 37.440HK$, otra de “Château Le Pin” de 2009 por 40.630KH$ o la última de “”Remy Martin Louis XIII Time Collection V” por 62.800HK$, casi 7.000€.


Claro que a lo mejor eres un sibarita y hasta te parecen baratos: “¿Qué me dices un Chateau Petrus del 2010 por algo más de 4 mil euros? ¡Una ganga!”.


A mí es que hay veces que me da vergüenza pertenecer a la raza humana.

Otro fuerte contraste: un mercadito con un puesto de carne en la calle con piezas que no podrías imaginar que se vendan y con un letrero pintado en la pared que dice: “Fresh and Organic”.


Los clientes de este entorno no creo que se preocupen por los precios de los “Châteaux” franceses.

Cerca del templo debe haber un reducto especial de reparación de coches de alta gama pues vemos bastantes de ellos que no pegan en ese vecindario. Así hay un Lamborghini con un joven casi metido dentro del habitáculo del motor.


¡Hay que ser tonto para tener un coche así en una ciudad como esta! O un fantoche. O ambas cosas. Y muy rico.

Cuando estuve en Ibiza se me ocurrió la frase de “¡eres más tonto que tener un deportivo en Ibiza!”. Pues lo mismo en Hong Kong.

Templo de Pak Tai.

La guía dice de él que es un templo taoísta de 1863 levantado en honor del dios del mar Pak Tai. Y que es el más grande de la isla de Hong Kong. El tejado tiene piezas de cerámica con escenas de la opera cantonesa y que es un bonito ejemplo de la arquitectura Lingnan.

También he encontrado en internet que a este Pak Tai se le llama “Emperador Supremo del Cielo del Norte o del Cielo Misterioso”. En francés mucho más bonito: “Empereur suprême du paradis du nord ou du paradis mystérieux”.

Lo que no me gusta nada es esa “o”. ¿En qué quedamos? Eres emperador de una cosa o de otra. A no ser que en la cosmogonía taoísta el “norte” sea “misterioso”.

Y entonces te das cuenta de que qué poco sabemos (sé) de las religiones que no sean la verdadera.
Porque soy capaz de distinguir a San Roque de San Cristóbal o de Santo Tomás de Aquino. Incluso de San Pascual Bailón. Y a Santa Águeda, de Santa Lucía, pero entro en un templo taoísta y no entiendo nada. ¡Qué pena!

Por lo menos distingo un taoísta de uno budista: en los primeros los santos llevan barbas y bigotes “chinos” (ya me entiendes, tipo “Fumanchú”) y no está gordos, ni tienen la cara de felicidad de los budistas.


Y este templo, e imagino que sucederá en todos, hay ofrendas sencillas como frutas y similares y muchas flores. Y una cosa especial que no sabía que gustaba al olimpo taoísta: caramelos sugus.


Y también velas y palitos de incienso que aquí tiene una carateristica especial: son espirales planas bastante grandes que cuelgan del techo y de esa manera se transforman en conos humeantes que llenan por completo una habitación.


Dejamos ese templo y camino de la segunda visita pasamos por una tienda de Rolls Royce. El lujosísimo escaparate contrasta con una señora, quizás una sin techo, que contempla detenidamente los vehículos.


Volvemos a encontrar otro templo con la misma profusión de espiras de incienso. Marisa les dedica una sesión monográfica.


Y finalmente damos con el templo Hung Shing.

La guía dice que es un templo budista pero no lo veo tan claro. El interior es muy parecido al anterior y además fue construido en 1850 en honor de un funcionario famoso por su virtud y su aptitud para hacer predicciones para los comerciantes. Ya sabes: compra barato y vende caro. La guía también dice que en el piso superior hay un adivinador del futuro por 880HK$. Pero que te lleves un intérprete.


En una web tipo “Descubre Hong Kong” no dice nada de esto sino que Hung Sing es el dios que protege a los pescadores y hombres del mar. Y desde luego los personajes sagrados de su interior tienen pinta de ser de los del bigote.

De todas maneras la parafernalia es idéntica a la de Pak Ttai: ofrendas, inciensos y demás.

Y durante el recorrido por las calles bonitos reflejos en las moles de vidrio y acero.


Llegamos al hotel y aquello es un oasis en el tráfago hongkonés. Que parece mentira.

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