67. Nueva Zelanda 2017. Notas finales. II.

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La salud.

Cuando describo las características del país suelo incluir los datos que proporciona la Agencia sobre la cantidad de gordos que hay. De gordos y de gordas. Porque ¿te has percatado que en la reclamación del lenguaje feminista sobre el género que solo se hace referencia a las cosas buenas o todo lo más a las neutras? Nadie se queja cuando dices que en tal sitio son unos guarros. Deberías decir que son “unos guarros y unas guarras”. Lo mismo aquí: los gordos y las gordas.

Pues bien, al escribir la parte final de estas crónicas leo un artículo titulado “Derribando (o abordando) las desigualdades para mejorar el bienestar en Nueva Zelanda.

Este país tiene la tercera tasa de obesidad entre los de la OCDE. (Te recuerdo: los 36 países más desarrollados del mundo). Un tercio de los adultos eran obesos en 2016-2017. Es mucho mayor entre los adultos “pacíficos” (68,7%) y maoríes (50%) que entre el conjunto de la población (32,2%). De la misma manera el 32% de los maoríes y el 21,8% de los “pacíficos” son fumadores comparados con el 13,8% de la población general”.


O sea obesos y fumadores. Y obesas y fumadoras. ¡Pobre gente!

La gaviota.

En otro viaje hablé sobre la gaviota y como esta ave, aunque era (¿lo es todavía?) el “representante” del PP, parecía que a este partido no le gustaba mucho dada su condición de animal “oportunista” y carroñero con todo lo que esos adjetivos representan en el mundo animal.

Pues bien, cuando estuvimos en la península de Otago vimos unos pocos ejemplares de una especie de esa ave: Larus dominicanus. O mejor gaviota cocinera o gaviota dominicana. Allí la llamaban “black-backed gull “ pues tiene la parte trasera negra. Y lo de “dominicanus” parece que es por su semejanza con el hábito de estos frailes que es blanco y negro.

Larus dominicanus.

Cuando tuve que buscar el nombre para ponérselo a las fotos de Marisa me encontré con un apartado de su comportamiento y es terrible.

Si me leyera, que no me leen, algún dirigente del PP seguro que lo cambiarían ahora mismo, aunque fuese por el pingüino, que es más simpático, aunque no pueda volar.

Megadyptes antipodes.

NB
Por favor, lee lo de Wikipedia en ingles, porque en castellano no han traducido lo del “comportamiento”. Así te dejo un avance: se alimentan de las ballenas haciéndoles escarificaciones con su pico en la piel que pueden llegar a medio metro de diámetro.

Siempre el inglés.

En mis viajes siempre me surgen dudas y problemas con las palabras inglesas.
Leo a veces con mis nietos, y eligen el tema de lectura. Así he sabido de temas ocultos para mí hasta ahora como Lego, “El caballero oscuro”, “Cristopher Nolan” o las sirenas.

Pues bien, raíz de este último tema surgió el problema “¿existen las sirenas?”.

Intenta explicarle a una niña de siete años que se ha formado cinematográficamente con Bob Esponja que antes había unas señoritas artistas que eran como “sirenas” y especialmente una llamada Esther Williams que hizo una peli llamada así, “Escuela de sirenas”. Imposible. Claro que los abuelitos americanos lo tienen peor, pues allí el film se tituló, vaya, su nombre original, “Bathing Beauty”.

NB

La de arriba, obviamente, no es  Esther Williams, ni tampoco una sirena, que todavía no hemos podio fotografiar a ninguna.

Solución: como siempre la Wikipedia.

Tengo un amigo que dice que preferiría dejar de desayunar todos los días (bueno eso de “todos” creo que no lo dice) antes de dejar la suscripción de Spotify.
Pues yo me pregunto de esa manera, que como podíamos vivir antes sin Wikipedia. Bueno, algo parecido se preguntarían los del siglo XIX: “¿Cómo podíamos vivir antes sin Diderot?”.
E imagino que esta pregunta se puede ir retrotrayendo hasta el comienzo de los siglos.


Y tú te preguntarás que qué tiene que ver un confesionario con este tema. Pues poco. O nada. Pero es que busco en Flickr fotografías nuestras de peces con ese argumento “pez” y me aparece esta iglesia que es de “La Peza”. Ya ves.
Así que en lugar de “sirenas” un “gabinete de reconocimiento de los pecados”.

Vuelvo a mi moderna enciclopedia y descubro que hay dos tipos de sirenas: las antiguas que eran (o son) “seres híbridos con rostro o torso de mujer y cuerpo de ave” y que “a partir de la Edad Media adquirieron apariencia pisciforme”.
Porque tú piensas en sirenas y te acuerdas de la preciosa pintura (y más preciosa sirena) de John William Waterhouse
o si eres más joven (pero no mucho) en Daryl Hannah en Splash. O sea siempre “pisciformes”.
Pues bien, nosotros en castellano solo tenemos una palabra, “sirena”, pero los británicos tienen dos: “siren” para las antiguas y “mermaid” para las modernas.
Interesante, ¿verdad?
Es que siempre nos llevan ventaja.

PD
Temblaba pensando en que mi nieta me preguntase por la forma reproductiva de las sirenas, pues en castellano no hay “sirenos” y no podría decirle lo de que las traen las cigüeñas.

Pues los abuelitos anglófonos lo tienen mejor ya que existe la palabra “merman”, vaya, hasta tienen “merboy”, que ya es tener.

Intenté llevarla al mundo racional y explicarle lo de los sirénidos, pero en cuanto leyó en Wikipedia que “pertenecen al superorden de los afroterios” y vio una foto de un manatí, perdió todo su interés.

Y también el castellano. O el español.

Estando en la catedral católica de Auckland y viendo aquella fuente que parecía que sustituía a la pila de agua bendita me preguntaba por las cualidades sagradas de esa agua y si esa sustitución también tendría los mismos efectos. Y de repente me di cuenta de que no tenía ni idea de esos efectos miríficos (¡mira que es difícil encontrar acomodo a esta palabra!). Los busco y doy con una palabra que me sorprende por su significado, porque era la primera vez que la veía y porque me extraña que siga en el diccionario: “reato”.
Según el DRAE: “Obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, aun después de perdonado”.


¿Y cómo se soluciona lo de ese saldo pecaminoso? Pues claro, con el agua bendita, por ejemplo.

Acabo la información semántica religiosa: el agua bendita es un sacramental.
La diferencia entre “sacramento” y “sacramental” será para un próximo viaje a un país cristiano.

Lorem ipsum.

He comprado por internet el billete para ir desde Wellington a Picton por barco y antes de salir compruebo en casa si tengo bien la reserva. La primera sorpresa es que está en castellano. La segunda y gran sorpresa es encontrarme después de muchos años con el texto que empieza por “Lorem ipsum dolor sit amet” en lugar del texto que debería explicar cómo se comprueba la reserva.
Y es que no me lo podía creer.


O bien creen que hablamos en latín (y además del de Cicerón, nada menos) o que todos estamos metidos en el negocio del diseño gráfico de textos.