48. Nueva Zelanda 2017. 12 de octubre, jueves. Vigésimo cuarto día de viaje. Dunedin. Día 2. Primera parte.

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Hoy vamos a hacer vida de turista cultural y de naturaleza.
Por la mañana vamos vamos a visitar Olveston. En el camino encontramos un colegio que parece un castillo-palacio inglés. Imagino que será para los hijos de la alta burguesía local. Realmente su aspecto exterior es impresionante.

A Olveston la guía le dedica una estrella y dice que, aunque es muy joven para los estándares europeos, proporciona una visión maravillosa del pasado de esta ciudad. Yo puntualizaría que esa visión no es sobre el pasado de esta ciudad, si no sobre esta familia. Y es realmente espectacular.

Olveston. Historic Home.


De su panfleto: fue construida por David Theomin, hombre de negocios, coleccionista y filántropo de Dunedin.
Este señor tuvo una interesante biografía que daría lugar a otra crónica más, pero baste contar que su nombre original era David Ezekiel Benjamin, más tarde cambiado por David Edward Theomin. Pero el apellido realmente no se lo inventó, sino que fue una recuperación familiar: había nacido en Bristol en 1852, pero su padre había emigrado desde Prusia, donde imagino no eran muy amigables con los judíos, y se cambió el apellido Theomin, que luego el hijo recuperó.
Viajó a Australia donde se casó con la hija de un importante hombre de negocios. Se trasladó a Dunedin donde tuvo varias empresas una de las cuales se llamaba “Dresden Pianoforte Manufacturing Agency and Company”. ¿Dresden y “pianoforte” en Nueva Zelanda en 1914? Pues la cambió por “Bristol Piano Company“. Eso se llama ser rápido e inteligente.

En 1904 contrató al arquitecto inglés Sir Ernest George, al que el traducido folleto en castellano llama de forma muy divertida “Don Ernesto Jorge”. La verdad es que no lo leí estando allí,  si no les hubiese explicado las normas de traducción de los nombres actuales: “Los únicos nombres «de pila» que se españolizan son los de los miembros de las casas reales, los de los papas y los de los santos”. Y “Don Ernesto Jorge” no cumplía ninguna de estas premisas.
El arquitecto hizo una estupenda mansión que el señor Theomin llenó de obras de arte y de importantes objetos decorativos de la época.

La visita es guiada y en nuestro caso lo ha sido por una encantadora señora mayor con una dicción inglesa perfecta. Somos un grupo de 8 visitantes, cinco neozelandeses, un brasileño y nosotros. Por cierto, que el brasileño no ha abierto el pico en todo el recorrido.
Una visita muy interesante y recomendable aunque con la particularidad, comprensible, de que no se pueden hacer fotografías. Así que nos hemos limitado al precioso jardín.

Un detalle curioso es que en las sillas y sillones que hay diseminadas por la casa para indicar que no te puedes sentar en ellas en lugar del clásico cordón han colocado una piña o un ramillete de hojas de acebo en el asiento.
Uno de los muebles de la casa es un precioso bargueño español.

Pero esta familia es un ejemplo de esa máxima moral de que “el dinero no da la felicidad”. O por lo menos toda la esperada.


El hijo murió muy joven y, aunque casado, sin descendencia y la hija, no muy agraciada todo sea dicho, ni se casó ni dejó heredero, así que Dorothy Michaelis Theomin regaló su hogar “para el disfrute del pueblo de Dunedin” y de todos los que puedan venir a visitar esta ciudad. Muy bien hecho. En España se lo hubiese dejado a una sobrina que no la quería ni ver, pero que la cuidó con poco esmero y mucho interés en los últimos años de su vida o bien a la parroquia de su comunidad o a un convento de monjas de clausura para que rezasen por su alma. Y como esta era una familia judía se la dejaron al pueblo de Dunedin. Y aunque la entrada no es barata la pagas con gusto por lo bien que está expuesto todo y porque es un bien municipal.

Otra traducción: en el folleto inglés al relatar esta donación le llaman a la hija “Miss Theomin”; en el traducido al español “Madame Dorothy”, que suena fatal, sobre todo tratándose de una “señorita”.
Y más. En el inglés: “thousands of visitors who are attracted to it each year”. En el nuestro: «Olveston atrae cada año a millones de turistas”.

Cerca de la mansión un buzón de correos muy fotogénico y que extrañamente tiene como días de recogida del domingo al viernes. Me sorprende que haya todavía buzones de este tipo y más que “recojan” en domingo. ¡Y a las 6 de la tarde! ¿Será un buzón «judío»?

Desde allí nos vamos a visitar la iglesia presbiteriana de Knox. Un letrero te recibe al entrar en su recinto ajardinado: “Para garantizar la seguridad de los peatones no se permiten los perros, las bicicletas, los patines, ni las motos “.


¡Bien por los presbiterianos de Knox!

En la placa de entrada te enteras de que el “Minister” (que no sé cómo traducirlo, tanta es mi ignorancia en el tema de las religiones) es el Reverendo Dr Keryy Enright y tiene un montón de títulos: LLB, BD, ThM, Dmin…Que no sé qué significan, pero me parece un exceso de pavo real. Claro que a lo peor es una orden de sus superiores y debe hacerlo así. Me recordó que en mi trabajo durante muchos años en la tarjeta de visita profesional tenías que poner con tu nombre tu titulación académica y a mí me obligaba a dar continuas explicaciones al no tener relación con el trabajo que realizaba.

En esta iglesia tienen además un “Director of Music” que solo tiene tres títulos: MuscB, MA, LTCL. Pero está muy bien que tengan contratada a una persona así porque ya te hace pensar que son gente interesada en el arte y la cultura.

Y finalmente otro aspecto que deberían incluir todas las iglesias católicas de España si no quieren quedarse sin fieles en 10 años: “Knox Presbiterian Church is KIDS FRIENDLY”. Así escrito con estas dos últimas palabras en mayúsculas. Y no se trata de la enseñanza de Jesús, que es una herramienta de marketing.

 

 

 

 

Esto me hizo recordar un sucedido a una pareja de emigrantes españoles en los años 60 en Suiza. Trabajaban en Ginebra y vivían en condiciones algo precarias de manera que solo tenían un dormitorio para el matrimonio y una hija. Esta niña iba todos los domingos a misa, momento que aprovechaba la pareja para quererse. La niña se hizo mayor y un buen día les dijo a sus padres que no quería ir más a misa. Aquella pobre pareja luchó denodadamente para que su hija recuperase la fe perdida, pero fracasaron en su intento. No se cómo acabó la cosa al final, porque en las series americanas la pareja se va a un hotel, pero aquellos emigrantes no creo que pudiesen hacerlo.

Knox Church.


Fue construida en 1876, en estilo gótico del siglo XIII y costó 18.383 libras. ¿Tú sabes cuánto ha costado cualquier edifico religioso del siglo XIX en España?

Este tiene un curiosa historia de egos de arquitectos (eso no es nada difícil) cuando empezó su construcción.
El primer presupuesto era de 5.000 libras y fue elegido para llevarla a cabo Mr. Lawson. Este dijo que con esa pasta no podía hacer su diseño y lo cambiaron por Mr. Ross al que le adjudicaron 7.200 libras de presupuesto. Pero este no se puso de acuerdo con el comité de la iglesia sobre la piedra a utilizar, así que al final le ofrecieron una generosa compensación para cambiarlo por otro. Fue a juicio y salió trasquilado: la Corte Suprema lo indemnizó con 40 chelines. Y peor todavía para su ego: le dieron la obra de nuevo a Mr. Lawson.


Lo más notable de su exterior es la aguja de su torre de 50 metros de altura.

La iglesia está vacía, aunque de vez en cuando pasa alguien por allí y nos saluda con un “Buenos días”.


Tiene un techo de madera precioso y, de acuerdo con su política de niños, un apartado cerca del alta mayor como si fuese una guardería.

Y de nuevo vidrieras y Marisa hace fotografías a placer.


Aquí hay una especial: está dedicada a un aviador “who lost his life in action on 27th April 1944”. Siempre encontramos recuerdos y honores con los muertos de la Gran Guerra, pero esta es de la segunda y me sorprende que fuese de un aviador.

Son dos figuras, una del arcángel San Miguel como guerrero y otra de un aviador actual.

El pobre murió con 23 años y sus apenados padres le dedicaron la vidriera.

Una placa explica esta dedicatoria y tiene una preciosa referencia a su muerte y a su vida futura con el salmo 139:9:

“Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!”

Imagino que fue el único consuelo que les quedó a sus pobres padres.
¡Malditas guerras!

Desde la iglesia nos vamos en busca de un restaurante y si ayer fueron las “fish & chips” hoy nos decidimos por otra cosa típica del país: una hamburguesa. Tengo que reconocer que estaba muy buena, pero yo no acostumbro a comer cosas así y me mostré bastante torpe: acabé con las manos llenas de salsa y casi también los pantalones.

Y por la tarde toca naturaleza.

3 respuestas to “48. Nueva Zelanda 2017. 12 de octubre, jueves. Vigésimo cuarto día de viaje. Dunedin. Día 2. Primera parte.”

  1. Carmen Says:

    Impresionante gracias por conpartir tan bellas historias🤞😀

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