Te Anau.
La guía dice que tiene casi 200 habitantes y que es el lugar ideal para visitar el “Fiorland National Park”, sobre todo para hacer excursiones a pie y también para ir a Milford Sound.
Pero es que además está situado en un entorno privilegiado: a orillas del lago del mismo nombre. Este lago tiene 342 km² de superficie, 483 de costa, está a 200 m de altitud y con una profundidad de 386 m, siendo su punto más profundo de 417 m. Mi guía, destinada al mundo anglosajón, dice que es dos veces la profundidad del lago Ness.
Nada más llegar lo primero es ir a buscar el alojamiento que está cerquita de la parada del autobús. Siempre llegamos a mitad de tarde, pero como hoy llegamos tan pronto no nos dan la habitación hasta el mediodía.
La joven de la recepción, amable y servicial, nos informa de las posibles excursiones a Milford Sound, así como una que se hace aquí mismo, en el lago, para visitar una cueva con gusanos de luz.
Tengo un amigo, Miguel, gran científico marino, al que le pregunto por los extraños seres que me encuentro por los mercados de pescado asiáticos. Después de las cuestiones sobre los mercados de Corea le dije que en el próximo viaje, este, como sería a Nueva Zelanda no creía que le tuviese que preguntar nada. Me contestó que en este país podría ver “las larvas fosforescentes de las “glowing caves” en la isla Norte”. Nosotros estamos en la Isla Sur, pero imagino que serán algo semejante.
Echamos un vistazo a las zonas comunes y resultan ser más pequeñas que las de otros establecimientos de este grupo, pero la cocina está muy bien surtida y muy limpia. Porque en estos sitios se supone que tú friegas los cacharros que has utilizado, los secas y los recoges; pues hay guarros (o como dirían los de Podemos, PSOE, IU y políticos vascos y catalanes: guarros y guarras) que se dejan los utensilios sin fregar y en algunos casos llenos de la comida que les ha sobrado, que ni siquiera echan los restos de comida a la basura.
Pregunta.
¿Las feministas y los políticos antes mencionados dirán en situaciones como las de arriba “guarros y guarras” o solo “guarros”?
Nos vamos a dar una vuelta por el pueblo y a visitar el centro de información turística, el “I-Site». Estos lugares además de proporcionar información también se dedican a vender viajes y excursiones y a realizar reservas de hoteles. La joven de hoy estaba más interesada en “vender” que en informar.
Este es un pueblo extraño con una calle principal que se llama así “Town Centre”, que es perpendicular al “paseo marítimo”, “Lake Front Dr”, y con calles formando una cuadrícula con respecto a estas dos.
Las pocas casas particulares son de una planta, de madera, y el resto son hoteles, restaurantes, tiendas de recuerdos y de cosas de lana, pues aquí hay por todos los sitios propaganda de la lana merina que, como el conductor nos ha informado, aunque en su origen era española está de aquí ha llegado desde Australia.
Y algunas de estas calles, con apenas casas, son tan anchas que no te lo creerías. En la nuestra hay además un enorme parque con una gran zona infantil, el “Lions Park”. Aquí el letrero de las prohibiciones se complementa con el de la información de lo que hay en el parque: agua potable, parque infantil, mesas y servicios. No se pude acampar, ni aparcar autocaravanas, ni perros. Y enfrente del parque la iglesia católica de San Bernardo.
Al final de la tarde pasamos por allí y vemos al cura en la puerta y a una docena de feligreses charlando. La mayoría mayores o muy mayores. ¿Desaparecerán los católicos en 20 años?
También en esta calle hay un bonito minigolf con un negocio de alquiler de bicicletas. No tenía ni idea de los precios, pero me han parecido carísimos: medío día 45$ y 90$ todo el día. Eso sí, te dejan gratis la sillita para el niño. Claro que son “e-bikes” y no sé que abarca lo de la “e”, quizás por eso tienen esos precios, que quizás hasta te dan fibra de Movistar.
Tienen un cuatriciclo que es la primera vez en mi vida que lo veo y creo que no debe ser nada fácil moverse con él pues un letrero te advierte que no te subas hasta que no te den las instrucciones: es una bicicleta con 4 ruedas y 7 asientos. Si lo llevasen a Madrid se hincharían de alquilarlo a las locas (“las locas y los locos”) que contratan los artilugios esos para pedalear y gritar su felicidad (no sé si también su cerveza) por el paseo del Prado.
Este negocio tiene una casita poliédrica de vidrio donde guardan las cosas del golf y las bicicletas. Al pasar por la tarde y encontrarla cerrada me he preguntado cuanto tiempo duraría en mi pueblo. O en el tuyo. O en el de al lado del tuyo. Quizás hasta que llegase el primer atardecer y el delito se ocultase. O quizá antes, porque ya sabes que a muchos bárbaros lo que les gusta (lo que “les pone” se dice ahora) es que el resto del mundo sepa de su cafrez. Lo dicho, unas horas. Pues aquí la tienes al alcance de cualquier bárbaro y nada. ¿Es que no hay bárbaros en Nueva Zelanda? ¿Es que los vándalos cuando llegan aquí se convierten en ciudadanos responsables?
Al lado del lago hay unos árboles con unas preciosas flores amarillas y con unos no menos preciosos pajaritos alimentándose de ellas, o con ellas. Gran sesión fotográfica.
La guía recomienda para comer (ya sabes “una estrella”) un garito llamado “Better Pies”, y eso de “Better” es toda una declaración de principios. Es realmente pequeño, pero no paran de servir “pasteles”. Seguimos la recomendación de la guía y nos los vamos a comer a un banco del cercano “paseo marítimo”. Nosotros y otros dos bancos más llenos de gozosos jubilados disfrutando de aquellos deliciosos “better pies”.
Yo, como puedes imaginar, he elegido uno de “venison”, aunque dada mi falta de discernimiento con las clases de carne me lo podían haber dado de puerco espín y no me habría enterado, pero estaba delicioso.
La guía también recomienda un café llamado “Sandfly”, que por si no lo sabes, querido lector, quiere decir “tábano”. No parece un nombre muy atractivo para una cafetería de éxito, pero desgraciadamente se nos acerca la hora de la excursión y no tenemos tiempo de probarlo. Mañana.