36. Nueva Zelanda 2017. 7 de octubre, sábado. Decimonoveno día de viaje. De Queenstown a Te Anau. Primera parte.

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Estoy escribiendo en la tranquila (“muy tranquila” comparada con la de Queenstown) sala de estar-comedor del albergue de Te Anau.
Hay una música de fondo, pero muy de fondo, que me suena a china y curiosamente, aunque son las 8 y media de la tarde, solo estamos Marisa y yo y una francesa que lleva media hora hablando por teléfono, imagino que por algún medio barato, vaya, gratuito.
¿Sabes cómo hablan los franceses? ¿Esa cadencia y tono cantarín que emplean? Pues así esta chica, pero solo se notan las subidas y bajadas. Por cierto, que la misma joven me ha dado un susto de cojones esta tarde.

Estábamos sentados Marisa y yo y también la misma francesa, pero más cerca de nosotros. En la habitación hay solo una percha y quiero pedir otra en la recepción y no tengo ni idea de como se dice en inglés; me imagino que como son tan prácticos con su idioma no tendrán una palabra “percha”, si no que utilizaran algo derivado del verbo “colgar”, pero por si las “flais” lo busco en mi diccionario de referencia y efectivamente es “hanger” y entonces busco la pronunciación, (tengo el volumen del ordenador muy, muy bajito para no molestar) y en aquel mismo momento en que hago clic y espero oír como en un susurro algo así como “jang”, la francesa tose como un hético a punto de expirar y a mí me parece que ha sido mi ordenador quien lo ha hecho y me quedo acojonado. La verdad es que mi estupor ha durado una centésima de segundo, pero ha sido sobrecogedor.
Pero ahora está sala es apacible y tranquila. ¿No llegan los chinos, ni los indios hasta aquí? Porque preparaos cándidos europeos cuando los mil cuatrocientos millones de chinos y casi otros tantos de indios empiecen a invadir vuestras, nuestras ciudades. Porque no se tratará de las hordas occidentales (llamadlas “horditas”, en comparación) visitando el Taj Mahal o la Gran Muralla, es que será terrible, porque ninguno de sus códigos de conducta y culturales, o bueno, muchos de ellos no coinciden con los vuestros. Os vais a enterar.
Ayer en el salón del hostal de Queenstown había una familia india, o paquistaní, o bangladesí, en resumen, indostanos, que habían ocupado los sillones y el sofá cercanos a la tele y se habían echado largos allí. Todo para ellos.
Hoy esperando el autobús en Queenstown había una pareja india de unos 60 años. Se acerca un autobús, nos aproximamos los que esperamos para ver si es el nuestro, pero el indio se pasa a todos y se dirige el primero al conductor avasallando a los que encuentra delante de él. La operación la repite otras veces.
En un hotel me explicaron que tenían más problemas con ellos que con los chinos, pues los indostanos que vienen a este país suelen ser de clases medias con buen poder adquisitivo allí, y su comportamiento no es el que esperan en este país.
Así que temblad.

Hoy hemos venido desde Queenstown a Te Anau, lo que nos ha obligado a pegarnos un buen madrugón. Ambas ciudades no están lejos, un poco más de 2 horas de autobús, pero explico la situación por si vienes.
El viaje típico es de Queenstown a Milford Sound, pasando por Te Anau, y haciendo el crucero por los fiordos de Nueva Zelanda y regresando por la tarde a Queenstown de nuevo. Esto hace que el autobús tenga que salir muy temprano. Y es que nadie se queda en Te Anau. Hoy de nuestro autobús, y era de los grandes e iba lleno, solo nosotros.
La sorpresa matutina es que antes de las 7 de la mañana ya hay mucha vida en las calles de Queenstown. Pero no había nadie en la famosa hamburguesería donde estos días había una cola enorme, pasases a la hora que pasases.

NB.

Retiro lo de la tranquilidad escribiendo este borrador en Te Anau. Acaban de aparecer un grupo de tres chinos y cenan dando gritos. Afortunadamente hay dos parejas más cenando, pero son silenciosas.

Nuestro autobús antes de salir de la ciudad hace un recorrido por varios hoteles recogiendo pasajeros. En una de las paradas veo a un joven con una tabla de snowboard. Cuando llegamos a esta ciudad vimos a uno con un par de esquíes. O son unos exhibicionistas, o es que la temporada de nieve todavía no se ha acabado.

Antes de empezar el viaje les reparten a los pasajeros chinos unos auriculares por lo que imagino que la charleta que nos dará a nosotros el chófer a ellos se las darán en su idioma, pues llevamos una azafata china. A nosotros no nos los ofrecen, pero pienso que si este conductor es como los otros me daría lo mismo en chino que en neozelandés. Pero no, el chófer de hoy tiene un fuerte acento alemán y le entiendo más a que a los otros, lo que pasa es que he dormido menos de 6 horas y a veces el sueño me vence, pero no deja ser sorprendente que el chófer te dé una charla de botánica, de paisaje, de historia, de geología, de …casi todo, a lo largo del viaje.
Le pregunto por su origen y me dice que es suizo alemán pero que lleva aquí más de 25 años.

A la salida pasamos cerca de los montes “Remarkables”. Extraña denominación. Lo busco en Wikipedia y dice que es porque Alexander Garvie en el siglo XIX les dio este nombre por ser una de las dos únicas cordilleras en el mundo que van de norte a sur.

Veo en el camino bastantes granjas de ciervos, además de prados y pastos con ovejas y vacas. Quizás por eso en muchos restaurantes aparece la palabra “venado” en su carta, aunque en inglés es mucho más elegante: “Venison”.
Curiosa palabra. Ciervo en castellano es sinónimo de venado y en inglés se traducen ambos como “deer”. Pero “venison” se refiere solamente a la carne del ciervo o venado. Esto según el diccionario, pero investigo más a fondo y me encuentro esta más exacta apreciación: “‘Venison’ es la carne de cualquiera de las 55 especies de rumiantes que pertenecen a esa familia de los cérvidos”. Así por ejemplo el alce. Pero en una web en castellano encuentro otras diferencias que me parecen más notables. Te dejo dos como ejemplos.

“-El venado es el que no come ningún tipo de derivado animal, en cambio el vegetariano no come ningún tipo de carne animal, pero puede comer leche
-La gran diferencia es que el ciervo tiene cuernos y el venado es un tío que también tiene pero que no son innatos ya que despuntan con el tiempo es decir después de ponérselos la susodicha. No los usa como luchadera para imponerse y crear su harén de ciervas ya que salen por todo lo contrario, perderlas. Tiene efectos colaterales como cogerse un rebote de tres pares… y se vuelve loco. ejem «ese tío está venado, se quiere tirar por un puente»”.

Aparece una cordillera nevada y entre explicaciones y cabezadas llegamos al destino.