23. Nueva Zelanda 2017. 30 de septiembre, sábado. Duodécimo día de viaje. Christchurch. Primer día. Segunda parte.

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El “Christchurch Farmers’ Market” solo funciona los sábados de 9 de la mañana a 1 de la tarde, y un letrero en la entrada dice que “no perros en la zona del mercado los sábados de 8 a 1”. Y debajo te advierten de que como los árboles de este parque (imagino que solo algunos) fueron plantados entre 1850 y 1870 están en la última etapa de su vida y que, aunque son cuidados con regularidad, se corre un riesgo de que alguna rama te pueda caer encima sin ningún aviso. Esto de “sin aviso” es una melonada, pero todo sea por la previsión británica.

Y un último letrero para las advertencias:
-No perros en la zona del mercado.
-No se puede fumar en esa zona.
-Eche las basuras en los cubos dispuestos para tal fin
Y la nueva para mí: todos los “músicos callejeros” deben dirigirse a la oficina del edifico principal para firmar en su sesión de “busking”. A eso se le llama estar organizado. Imagino que les van dando un horario para que no se mezclen y todos tengan su oportunidad. Porque piensa en lo que ocurre por ejemplo en el centro de Madrid: se coloca un grupo de mariachis y tú, un virtuoso del arpa celta, ya te puedes ir a lo más profundo de una estación de metro, cerca del núcleo de la tierra porque en la superficie no hay nadie que te pueda oír. Pero ya sabes que ese núcleo está compuesto de hierro y de níquel y esa mezcla es muy poco aconsejable para la interpretación musical.
Por cierto, eso del núcleo ¿es una mezcla o una aleación?

Y allí nos encontramos un mercadillo nada exótico (ni lo esperábamos), muy bien organizado, donde por un lado te vendían cosas para comer en tu casa como algunos vegetales, mermeladas, embutidos…y por otro algunos puestos de comida, la mayoría de tipo nacional, quiero decir “japonesa”, “italiana”, ….

Los vegetales bastante caros: un kilo de tomates 10$.

Pero algunos ejemplares parecían que los había colocado el mismo Sánchez Cotán.

Nosotros hemos aprovechado para comer alguna cosa especial como unas brochetas de unos enormes mejillones envueltos en panceta que estaban buenísimos y que parece que era comida neozelandesa, pero también un okonomiyaki que hacía un laborioso japonés y que tenía un gran éxito.
Y un detalle más de su buena organización: una caseta transportable con ATM.

 

Pero a la una todo se cierra. Lo recogen y parece que por allí no ha pasado nadie. Incluso hemos visto como un joven pasaba un rastrillo por la gravilla inmaculada por donde antes habían estado los puestos. Pero ni un plástico, ni un papel, ni una botella. Hasta había un receptáculo especial para recoger los vasos de cartón del café.

 

Y estaba limpio este parquecito, pero también el enorme parque de la mañana. Y yo me pregunto si es que aquí no llegan los bárbaros de España o del Mediterráneo en general, o es que cuando llegan aquí se comportan civilizadamente.

 

 

Otra de las particularidades de este pequeño parque es que tiene una zona “libre de depredadores” rodeada de una verja especial que impide su paso.
¿Qué animales son “malvenidos” aquí? Pues lo gatos, las ratas, las ratitas, los erizos y los famosos “possums”. Que a mí me tienen sorprendido estos últimos, pues no sabía que fuesen tan abundantes y tan peligrosos. Vaya, es que creo que no he visto a uno en mi vida, aunque creo recordar que tenía un compañero de curso que tenía la cara como ellos.
Y entras en aquel recinto tras pasar por una jaula con dos puertas como las de los bancos, que debe estar cerrada una para poder abrir la otra y penetras en una especie de selva densísima con un camino que la recorre circularmente.

Uno de las maravillas de este lugar son los ejemplares de “kahikatea”, árbol llamado “pino blanco”, que es el más grande de este país. Algunos de los que hay aquí tienen de 30 a 40 metros, pero pueden llegar a los 60. Realmente son unos ejemplares formidables. Además de estos, también hay fuera de ese recinto, en el parque algunos otros árboles que son extraordinarios como un “Eucalyptus globulus”, llamado “Tasmanina Blue Gum” que tiene un tronco impresionante.

Otra cosa que me sorprende, aunque sea algo natural, es encontrar cerezos floridos, rododendros y azaleas a reventar de flores, los tulipanes…como si la primavera se hubiese equivocado a pesar de que estemos casi en octubre. Como cuando conducen por la izquierda y piensas que como no se dan cuenta de que van por el lado equivocado. Que a mí siempre me dan ganas de decirles que nosotros conducimos por el lado derecho, que es el correcto. Claro que en mi inglés creo que quedaría un poco raro: “The right is the right”. Vaya, que parece del Sr. Rajoy.

Volvemos al hotel para un pequeño descanso y en el comedor vuelven a estar sentados la misma pareja de ayer y siguen gritando igual. Son chinos o similares y comen fideos (como el 90% de los jóvenes de este salón), mientras no paran de hablar en un inglés muy elemental. Yo intento leer el periódico en el ordenador, pero no lo consigo. Al final les pido que si pueden bajar el volumen. Estos me han entendido a la primera y lo han hecho sin poner mala cara.
(Estos orientales de la foto no son los del albergue, pero me encanta esta foto por el aprovechamiento del espacio).

Salimos a dar una vuelta por el centro y al pasar por delante de la “Christchurch Art Gallery” vemos a varios grupos de señores y señoras de mediana edad elegantemente vestidos que acuden a algún evento.

Cerca de allí aparece un vehículo con jóvenes, parece que todos chicas, de esos que pedalean mientras beben para celebrar alguna tontada. Creía que era una exclusiva de Madrid, pero veo que no.

Como los hemos “cazado” en los últimos metros de su recorrido no sé como habrá sido su comportamiento a lo largo del festejo, pero estas no vociferaban como sus colegas madrileños.

En la cocina del hotel los jóvenes que se hacen la cena se limitan a un cazo de fideos más o menos adornado, pero hay un joven alto y con cara de niño que parece un chef: hace cosas tan bien preparadas que pienso que lo estará haciendo para alguna princesita a la que intenta seducir con sus artes culinarias y no he podido resistir a preguntarle. Sorprendentemente solo cocina para él. Y además es de Alaska.

¡Es que hay gente “pa to”!

 

 

Leo el periódico y vuelvo a entristecerme y a preocuparme con la situación de España: van a tomar las escuelas en Cataluña con niños. ¡Utilizar a los niños! ¡A los tuyos!
Me parece una locura y los padres que son capaces de hacer eso me dan mucho miedo, porque serán capaces de hacer cualquier cosa.
¿Tú expondrías a tu hijo a un posible peligro, que puedes evitar, solo por tus ideas políticas? ¿Es más importante tu bandera que tu hijo? ¡Qué pena y que temor me producen!
Pregunta: los señores jefes de este movimiento ¿llevarán a sus hijos pequeños o a sus nietos?

PS
Hoy en la zona deportiva del parque hemos visto a dos jóvenes jugando a algo que desconozco totalmente: cada uno llevaba un palo largo acabado en una especie de pala pequeña con la que golpeaban una pelota para lanzarla al otro. Ni idea de qué se trata.
El croquet también es raro, pero por lo menos lo conocemos.

NB
Si quieres ir desde el parque Hagley al mercadillo de Riccarton por la calle que nos recomendaron y por la que fuimos es la Kilmarnok. Nombre fácil de recordar.

PD
Hoy la única nota española ha sido un árbol de Riccarton (que por cierto no he visto) llamado “Spanish fir”. Y como no sabía qué era eso de “fir” tampoco lo he podido buscar. Luego resulta que es un abeto, pero no tenía ni idea de que existiese un “abeto español”. Gracias a la Wikipedia me entero de ese “abeto español” es el famoso pinsapo.