15. Nueva Zelanda 2017. 26 de septiembre, martes. Octavo día de viaje. Picton. Primer día. Primera parte.

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Pues ya estamos en Picton y además muy cerquita del hotel donde nos ha dejado el autobús de la compañía del ferry.

 

 

 

Picton.

¿Por qué hemos venido aquí?
Pues en primer lugar porque es la puerta marítima de la Isla Sur. Vaya, que todos los barcos que viene de la Isla Norte acaban aquí. O casi todos, porque tampoco he estudiado todas las posibilidades de transporte.


Está situada en la región de Marlborough y cerca del comienzo del “Queen Charlotte Sound” y a 65 km de Wellington. La guía dice que tiene cerca de 3 mil habitantes y Wikipedia que 4360 según el censo de 2017, pero he leído que el censo oficial, que se realiza cada 5 años, será el 6 de marzo del 2018. Dada la velocidad de mi escritura y publicación quizás lo pueda actualizar.

También dice que la ciudad es un buen punto de partida para visitar los “Marlborough Sounds” y que se puede pescar, pasear, hacer un recorrido por el “Queen Charlotte Sound” y bucear, pues hay un barco de 117 m de eslora que parece ser muy famoso entre los buceadores, el “MS Mikhail Lermontov”, el cual está solo a 37 m de profundidad. Y no me extraña pues era un transatlántico soviético que naufragó en 1986. O sea, anteayer.
Por cierto, el eslogan del viaje era “The Cruise of a Lifetime”. Seguro que los pasajeros, casi todos australianos, no olvidarán durante su “lifetime” ese “cruise”.

NB
No empecéis a hablar mal de los marinos rusos, que el que llevaba el barco en aquel momento era el capitán Mr. Don Jamison y este era inglés, aunque vivía en Picton. Y es que los oficiales rusos dieron un banquete en Picton en honor del dicho capitán que era “Marlborough Harbormaster” y piloto, pues debía guiar el barco por esos canales del “sound”. Según una noticia de periódico bebió algo de vodka y alguna cerveza y quizás eso le nubló el conocimiento y metió el barco por donde no debía.
Ya sabes, no mezcles las bebidas. Y más si eres “harbormaster”.

Volvamos a Picton.
La guía dice que es una ciudad dormida en invierno, pero hiperactiva en verano, pues llegan hasta 8 transbordadores diarios cargados de viajeros. Como nosotros llegamos al salir del invierno imagino que la encontraremos medio dormida, como así ha sido. Me ha recordado algunas ciudades de playa del Mediterráneo en pleno invierno, por lo menos antes, pues ahora hay bastante gente que vive allí todo el año. Y la diferencia esencial con las nuestras es que aunque la veas tranquila y algo desierta, no la ves con sensación de abandono.

La guía también dice que la mayoría de las actividades giran alrededor de los “Marlborough Sounds”, pero que los “landlubbers” también encontrarán bastantes cosas interesante para hacer. Señor, ¿seré yo un “landlubber” y podré estar por aquí un par de días? Así que busco “lubber” y la respuesta no me agrada demasiado: “palurdo, patán, paleto”. Vaya, como para coger el primer transporte y salir de allí cagando leches. Por si acá busco “landlubber” y me tranquiliza: “marinero de agua dulce”. Sí que me podré quedar en Picton.

La misma guía recomienda bonitos paseos a lo largo de la costa, excursiones de buceo como al famoso pecio del que he escrito más arriba.

Nota importante.
Cuando hables con algún amigo buceador nunca digas “barco hundido”, que eso les suena a juego de niños, di siempre “pecio”. Así aquí el “pecio Lermontov”. Te puedes ahorrar lo del “Mikhail”, que lo de “Mikhail Lermontov”, parece de un novato. Vaya, todo eso lo sé por mi amigo Ramiro, preclaro submarinista, antes hombre rana.
No, no es que Ramiro haya pasado de “hombre rana” a submarinista, es simplemente la nomenclatura que cambia. Además, en algunos ambientes está muy feo decir lo de “hombre rana”, después de que la excelsa condesa consorte de Bornos, ex condesa consorte de Murillo y Grande de España, pronunciase la famosa frase de ‘He nombrado a más de 500 cargos y sólo dos han salido rana’. Que tratándose de “cargos” serían, seguro, “hombres rana”.

NB
La información de más arriba parece indicar que Doña Esperanza se casó con un conde, el de Murillo, y que tras quedarse viuda se volvió a casar con otro conde, el de Bornos. Y entonces te dirías: “¡Pero que fijación tiene esta señora con los condes!”. Pues no, que es el mismo.

Volvamos de nuevo a Picton.
También recomienda la guía un hotelito, “The Gables”, que fue la casa del alcalde de la ciudad y que tiene tres bonitas habitaciones. La verdad es que lo de “casa del alcalde” en una población de 3 ó 4 mil habitantes no me dice nada, pero quizás en el mundo anglosajón sea algo a tener en cuenta. Porque tú piensa en una ciudad de ese tamaño en España y si te dicen que ese hotel fue antes la casa del alcalde, ¿tú le darías algún valor especial por ello? La verdad es que las casitas son en general una monada, pero esta lo es en especial. Además las tres habitaciones están decoradas de forma diferente cada una y nosotros elegimos “The Pictonion”.

Tengo que decir que este “Bed & Breakfast” hará las delicias de muchos viajeros, pero no es lo que más me gusta a mí. Y es que parece como una casita de muñecas.
Así la habitación tenía todas las tontadas que no necesitas, o mejor, que no necesito. Pues un magnifico sillón no me sirve para nada, aunque sí lo haría una mesa de escritorio.

Claro que no todo el mundo piensa igual, como mi amigo Luis, quien siempre tiene encarnizadas batallas con las gobernantas de los hoteles para conseguir uno de estilo Tudor, aunque a veces se tenga que conformar con uno “Ektorp”. (Para los no iniciados: véase el catálogo de Ikea).

Eso sí, la sala de estar francamente confortable, aunque dada nuestra forma de viajar no la aprovechemos demasiado.

The Gables
Y lo mismo el porche de entrada, que dada la época del año tampoco podremos utilizar.


Y además nos obsequian al llegar con una copa de vino blanco, que imagino es el colmo de la hospitalidad en este país. Eso sí, sin nada que la acompañe.


Para hacernos con el territorio lo primero es dar una vuelta por el pueblo.

PS

Sobre el número de los pictonianos.

Wikipedia dice que según el censo de junio de 2018 tenía 4.350 habitantes, así que ha perdido 10. Parece mentira con lo precioso que es todo esto.