Nuestro circuito de hoy acaba con una “Visita panorámica de Girne, con entrada al castillo de San Hilarión y al Museo del Naufragio”. Que no podía estar peor redactado.
La “panorámica” consistía en una visita al castillo de Girne que es donde se encuentra ese “Museo del Naufragio”.
Girne.
Que ya es hora de escribir sobre esta ciudad.
Lo primero su nombre: todo el mundo fuera del entorno turco la conoce como Kyrenia, que realmente es un nombre mucho más bonito y sugerente.
Busco en Google y la sorpresa es que la primera opción es “Kyrenia Valladolid”. Que algo parecido me sucedió hace unos años al buscar “Génesis”, que no me salió el primer libro del Antiguo Testamento, como esperaba, sino una encantadora jovencita sudamericana hija del famoso “El Puma”.
Pues aquí es una peluquería de Valladolid.
La guía comienza su descripción con una preciosa frase: “Kyrenia ha sido siempre gobernada por el mar”.
La ciudad tiene una larga historia que se remonta hasta el final de la guerra de Troya, pues se cree fundada por pobladores aqueos que venían del Peloponeso. Fue una de las ciudades-reino de Chipre. Más tarde en el siglo VII los bizantinos construyeron su castillo para defenderse de los ataque de los árabes, quizás sobre un antiguo fuerte romano, y la vida de la ciudad giró en torno de ese castillo. Más tarde, en 1191, fue capturado por Ricardo Corazón de León, en su camino hacia Jerusalén. Hay una bonita historia de este rey y su relación con esta isla.
Fue vendido a los templarios y luego a los Lusignan, de los que descubro sus escudos debajo de una ventana como en la abadía de Bellapais. Un Lusignan aparece como el malo de la película en «El reino de los cielos» de Ridley Scott que presenta una visión caballeresca de Saladino y del «Rey leproso», Balduino IV.
Cada uno de sus propietarios añadió al castillo un toque personal. Aunque quizás los que más cambiaron su estructura fueron los venecianos para hacer frente a los nuevos cañones de pólvora. Esto no resolvió el problema frente a los poderosos otomanos quienes en 1571 ocuparon la ciudad. Y acabó en manos británicas como el resto de la isla.
Los habitantes de esta ciudad siguieron los avatares de todos los cambios, especialmente después de 1974 pues era una ciudad “griega” y ahora es “turca”.
Quedan unos preciosos restos y sobre todo una muralla con un camino de ronda por el que pasear por encima del puerto. Porque esta es otra de las cosas más interesantes para ver en esta ciudad: su puerto. Y eso hacemos nosotros después de la visita del castillo: un bonito paseo, con muy poca gente, quizás porque es un poco tarde, y con el puerto a tus pies. Encontramos un curioso letrero: “Tas Atmak Yasaktir”, o sea “Prohibido tirar piedras”. Muestra a un joven varón con una piedra en la mano y con ánimo de tirarla con el signo de prohibición por encima. Me parece tan evidente que no se deben tirar piedras desde allí a los peatones que pasan por debajo que es casi una tentación para hacerlo.
El precioso puerto se ha transformado en un lugar “solo para turistas”. Vaya, como cualquier sitio semejante del Mediterráneo, lo único es que aquí hay menos gente que en la costa española por ejemplo.
Como curiosidad este puerto era el más importante de la isla en la exportación de algarrobas a Europa y así quedan antiguos comercios de esta actividad, ahora transformados en empresas de actividades turísticas (el famoso “turismo activo”), restaurantes y hotelitos.
El área cercana al puerto tiene una gran actividad comercial y de ocio. Esta hubiese sido la ventaja de disponer del hotel en este entorno y no en el lejano nuestro, aunque obviamente hubiese sido difícil encontrar un establecimiento semejante por aquí.
Y no quiero dejar Girne y su castillo sin una edificante historia que se muestra aquí por medio de unos maniquíes de estética “gore”, o más que eso.
Bueno, como se ha hecho demasiado larga la crónica del día la dejaré para el final.
01/06/2019 a las 18:57
@marisaherrera: preciosas fotos, me encantan