5. Chipre 2018. 4 de octubre, jueves. Segundo día de viaje. Santos y palacios. Segunda parte.

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Dejamos el pueblo y vamos a la cercana basílica de San Auxibius, vaya lo que queda de una población que fue la antigua Soli, ciudad reino del siglo VI AC, que floreció en la época helenística, como el guía turco no dejaba de referirse cuando hablaba de la espléndida antigüedad y diferenciarla del gentilicio “griego”. Y es que estos sólo eran una parte de toda la civilización helenística. Pues bien Soli, era tan importante que su nombre se lo dio el rey Philokypros en honor de Solón, ya sabes uno de los siete sabios de Grecia, que le recomendó el lugar por su belleza y situación. Belleza y prosperidad acabaron con las incursiones árabes en el siglo VII, que hicieron que fuese abandonada a comienzos del siglo IX.
La basílica, llamada de San Auxibio, fue construida en el siglo IV y destruida en el VII en uno de esos raides.
Y no puedo dejar de mencionar a tan importante personaje (recuerda que estamos en la isla de los santos) del que te recomiendo su nombre para uno de tus hijos venideros. Claro que por nombre quizás sea mejor el de su hermano, Tempstagoras, aunque como este no fue santo igual no te dejan utilizarlo. Que de ese tema podría escribir un doctorado.
Auxibius fue bautizado aquí, adonde había llegado huyendo de sus padres que en Roma querían que se casase, y lo bautizó nada menos que San Marcos, el apóstol y evangelista. Más tarde llegó a ser obispo de Soli.
Y por si tienes gemelos te ofrezco otro nombre complementario del anterior. Resulta que el obispo estaba predicando un día en Soli y convirtió a uno de sus oyentes, Auxinios, quien fue su discípulo y luego heredó el obispado a la muerte del primero. Claro que quizás sería un poco lio llamarlos Auxinios y Auxibius.


¿Qué queda de aquella magnífica basílica? Pues solo unas ruinas cubiertas por un gran techado y algunos mosaicos romanos entre los que sobresale un cisne que se ha convertido en el emblema turístico del lugar.


Durante la vista descubro una de las prohibiciones más extrañas de las que me he encontrado en mi vida, aunque está llena de sentido: “Está prohibido echar agua encima de los mosaicos”.


Y aprovecho para contaros una historieta de mi temprana juventud.
Tenía un amigo en mi pueblo, Enrique, ya fallecido, una de las personas más divertidas y vitalistas que he conocido, que se dedicaba a vender televisiones e instalarlas con sus antenas por los pueblos vecinos. En verano nos invitaba a un par de amigos estudiantes a acompañarle en sus viajes. Pues bien, en algunos de los recorridos se bajaba del coche y nos enseñaba abrigos con pinturas rupestres. ¿Y cómo se veían? Orinándose encima de ellas.
Aquí son más precavidos, pero no dicen nada del «método Enrique».
Y cercano a la basílica se encuentra el teatro romano. Fue construido frente al mar en lo alto de una colina entre los siglos segundo y tercero, con una capacidad de 4000 espectadores y tiene una extraña particularidad: sus piedras fueron utilizadas en el siglo XIX para construir Port Said, ya sabes la ciudad donde comienza o acaba el canal de Suez. Ahora ha sido reconstruido hasta su mitad.


Acabamos nuestra sesión cultural matinal con una comida en un restaurante al lado del mar. Y estaremos comiendo casi con los pies dentro del agua, pero el menú es típico turco: brochetas de carne.

En el restaurante encuentro a un joven con una camiseta que dice en grandes letras “MADRID” y en más pequeñas “Royal Palace of Madrid” y ocupando casi todo su torso un dibujo del que debería ser ese palacio. ¡Oh sorpresa! Es una gran iglesia ortodoxa. No sé si rusa o ucraniana o quizás la de Karlovy Vary. Pero nada que ver con “nuestro” palacio real.

Le pido permiso para hacerle una fotografía e intento explicarle el sindiós icónico, pero me temo que solo ha entendido que un abuelo de Madrid quería hacerle una foto.

El restaurante tiene una pasarela sobre el mar que conduce a un barco-comedor de cemento. Una verdadera obra de imaginación kitsch.


Y para meter miedo en el cuerpo hay una tabla de surf atada a ese barco que tiene escrito: “Mordisco de tiburón 1998”. No sé si es una broma o solo forma parte del attrezzo.


Tras la pausa postprandrial (¡cuánto me gusta esta palabra y qué pocas oportunidades tengo de utilizarla en mi vida cotidiana!) seguimos con la cultura y vamos a visitar el palacio de Vuoni. Está situado en una colina a 250 m sobre el nivel del mar lo que le proporciona una vista magnifica sobe todo el territorio circundante.


Este “palacio” fue construido en el siglo V AC por los persas y esto le hace único entre las ruinas de estos lugares. Pero tuvo una extraña historia. Resulta que fue tomado por los griegos. Más tarde Evagoras, rey de Salamis, otro de los reinos de esta isla, quiso ser el rey de toda ella y los de Soli y otras ciudades pidieron ayuda a los persas quienes derrotaron al de Salamis y destruyeron Vuoni, en el 380 AC, por la amenaza que representaba por su posición estratégica, aunque había sido una obra de ellos. Así la vida de esta ciudadela fue del 500 al 380 AC, como muestra el plano que hay en ella.


Hay una curiosa relación entre estas ruinas y el palacio de Cancho Roano, yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Zalamea de la Serena, en la provincia de Badajoz. Busqué información sobre el de Vuoni y encontré un enlace al de Badajoz. ¿Cómo se relacionan? Pues resulta que el de Vuoni fue excavado en los años 20 del siglo pasado por arqueólogos suecos y esos trabajos se citan en los estudios sobre Cancho Roano, pues en ambos se les llama al yacimiento “palacio”, término que hoy no se utiliza para tales lugares, vaya, que como turista, y por esto lo escribo, te llevas una pequeña decepción al llegar al susodicho “palacio”.
Como te veo muy interesado en el tema te dejo el enlace.
Lo lamento, pero del estudio sueco no tengo el enlace, aunque sí el título y te animo a su lectura: “GjERSTAD, E. 1932. The Palace of Vuoni. Corolla Archaeologica, II. Acta Instituti Romani Regni Sueciae. Series in 4, II. Stockholm”.
De regreso al hotel paramos en un supermercado para comprar “cosas normales”. Sabido es que en las paradas de las excursiones siempre te clavan, y más si son lugares con productos “típicos” o “artesanos”, pero este es un “súper”, aunque siempre te queda la duda de donde estará la comisión del guía, aunque aquí te dan ticket de compra y te cobran según la lectura del código de barras y encima había clientes del lugar. Así que si hay comisión será algo fijo o tendrán una aplicación de “big data”.
Y como estarás interesado en el precio de la cerveza te suministro el dato: latas de 500 cc de 4,75 a 5,25 liras, o sea de 62 céntimos a 75 de euro. Pero, te insisto: esto es un supermercado.

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4 respuestas to “5. Chipre 2018. 4 de octubre, jueves. Segundo día de viaje. Santos y palacios. Segunda parte.”

  1. Marisa Says:

    Siguiendo tus indicaciones, he echado una ojeada al artículo sobre el Cancho Roano y me ha surgido una gran duda ¿por dónde entraban en el área sacra de la figura 2? Porque no señalan puerta ninguna… Seguro que tú sabes qué hacían.

    • alelsoles Says:

      Querida Marisa:
      En la epistemología de Parménides tu “gran duda” sería considerada una “dudaza”, lo que el dicho filósofo llamaría “megálo amfivolía” o “μεγάλο αμφιβολία”.
      Como bien sabes los canchoroanenses eran muy astutos en lo que se refería a los controles de accesos. Y como habrás comprobado la cámara 2 está orientada en el sentido de Norte-Sur por lo que las escaleras cercanas a 11 tendrían una iluminación espléndida durante toda la mañana así que evitarían entrar en esas horas. Y por la tarde los augures no recomendaban el acceso a ese lugar, así que solo queda como única posibilidad que lo hiciesen en periodos de eclipses de sol, lo que en la antigüedad ocurría siempre que los dioses querían, o sea con frecuencia, todo fuese por confundir a los mortales.
      Espero que te haya quedado clara la explicación.

  2. Marisa Says:

    La gallina.

  3. Luigi Says:

    muy buena pregunta y mejores respuestas!!

    ah y me apunto y guardo «postprandrial»

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